Santillana del Mar.- Antonio Muñoz Molina cuenta desde hace años con una obra sólida, premiada y traducida a más de veinte idiomas, pero de poco le vale el camino recorrido cada vez que se enfrenta a una nueva novela porque "la experiencia de un libro no se transfiere más allá de él".
El escritor Antonio Muñoz Molina, durante su intervención en Santillana del Mar (Cantabria) en la tercera jornada de la III Cita Internacional de Literatura en Español "Lecciones y Maestros".
"Ahora sé que seré un principiante por muchas novelas más que escriba, y que si tengo alguna seguridad demasiado sólida será porque me estoy equivocando", decía hoy Muñoz Molina en la tercera jornada del ciclo "Lecciones y maestros", centrada en la figura del autor de "Sefarad", sin duda uno de los novelistas españoles más importantes de las últimas décadas.
Fue una lección sobre las dificultades que entraña la tarea de narrar, como él pudo experimentar en su comienzos, antes de conseguir publicar su primera novela, "Beatus ille", y fue también una lección en la que quedó clara su pasión por la narrativa, "un extraño oficio en el que la maestría, si llega, tiene mucho de hallazgo y de azar".
Pero "algo muy poderoso debe de haber en las novelas para que a pesar de todo uno siga queriendo aprender a escribirlas y haya un cierto número de personas aficionadas a leerlas", afirmó Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956), minutos después de que Ángel Loureiro, catedrático de Cine y Literatura Española Contemporánea en la Universidad de Princeton, hubiera explicado algunas claves de la obra del protagonista del día.
Muñoz Molina tiene muy claro que, "frente a las especulaciones y las incertidumbres provocadas en estos tiempos por el porvenir del libro en la edad de internet", hay "una certeza irrefutable: no hay cultura humana del pasado o del presente en la que no ocupen un lugar relevante las historias de ficción, igual que no hay ninguna en la que no existan la música o las representaciones visuales".
Gran aficionado al arte, el poder de la pintura pudo comprobarlo el escritor hace dos días, cuando visitó el Museo de Altamira y quedó impresionado con la reproducción de la cueva.
"Cada vez que empiezo una novela me veo confrontado con el aprendiz dentro de mí". Esta cita de Philip Roth le sirvió de pórtico a Muñoz Molina para hablar de su oficio y asegurar que cada novela "vendrá al precio de un nuevo aprendizaje".
"Yo tengo la sensación de haber escapado cuando termino un libro, y de haberlo escrito para corregir o incluso desmentir el anterior", señalaba el autor de "El invierno en Lisboa", "El jinete polaco" o "Plenilunio", entre otras novelas.
Decía Borges -y recordaba hoy Muñoz Molina- que la novela realista "se permite indulgencias y descuidos de organización que serían inaceptables en el cuento policial o fantástico", y, allá por los años setenta, el futuro novelista soñaba con la posibilidad de "reunir lo mejor de los dos mundos".
"Yo me preguntaba cómo habría sido el 'Viaje al centro de la Tierra' si en vez del tosco Julio Verne lo hubieran escrito Rimbaud o Baudelaire", indicaba el escritor y académico de la Lengua.
En sus comienzos, uno creía tener una buena historia pero "no le servía de nada", ni aunque la primera frase hubiera sido tan magistral como esa de "Lolita, amor de mi vida, fuego de mis entrañas..."
Escritores como Ross McDonald y Henry James le dieron pistas para esa primera novela que Muñoz Molina intentaba escribir sin éxito, con la intención, decía hoy, de "reconstruir las conexiones entre el presente y el pasado después de una época de oscuridad y de silencio obligatorio", como fue el franquismo.
Tras largas interrupciones, consiguió sacar a flote en 1986 "Beatus ille", (Seix Barral). La tuvo que releer hace dos años con motivo de la traducción al inglés y le parecía que "la había escrito otro". Quedó sorprendido por "el caudal denso de experiencias que parecía desbordar la novela" y por el "exceso de dramatismo", contaba el escritor.
Esa relectura de "Beatus ille" coincidió con los primeros intentos de otra novela en la que se encontraba, "como de costumbre, completamente a ciegas, desalentado, perdido, con un escepticismo sombrío" acerca de sus propias capacidades.
La nueva novela ya está terminada y, aunque Muñoz Molina no dio detalles, está ambientada en parte en la Guerra Civil. Se publicará el año que viene.
Cada escritor tiene su técnica, pero el autor de "Ventanas de Manhattan" la única que conoce es "la que le ayuda a uno a reconocer el desaliento sin dejarse derribar por él", subrayó.
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