María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta del Gobierno: "Me dice Gertru que el presidente ha dicho..." Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro del Interior: "Ponme con Gertru urgente". José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno: "Habla con Gertru y veremos..."
ZP sabe que nada es mejor que una buena secretaria.
¿Quién es esta famosa Gertru a la que mencionan personajes tan poderosos? Se llama Gertrudis Alcázar Jiménez, secretaria personal de Zapatero. Eficiente, lista, amable, simpática, correcta, muy leal, redonda: son algunos de los calificativos con que la definen quienes la conocen.
Gertru llegó a La Moncloa por una senda corriente. Durante años trabajó en Ferraz, sede del PSOE en Madrid. Su despegue comenzó con Joaquín Almunia, cuando éste sucedió a Felipe González como secretario general, aunque Gertru siempre colaboró de cerca con políticos como Ludolfo Paramio y otros clásicos de la vieja guardia de los tiempos de González. Cuando Manuel Chaves pasó a gestionar la gestora del PSOE, Gertru siguió en su puesto con el ex presidente andaluz. Llegó Zapatero como secretario general y el de León decidió que 'la Alcázar' (como la llaman algunas amigas) se quedaba con él.
Después todo vino rodado. En 2004 aterrizó con Zapatero en La Moncloa y, desde entonces, permanece como secretaria personal del presidente. "Eso ya es un mérito, porque Gertru siempre se ha caracterizado por decir lo que piensa, es de las que canta las cuarenta. Eso, a José Luis (el presidente), no le gusta. Claro, tampoco sé si ahora Gertru es tan clara con las cosas que no le gustan", explica una amiga de Ferraz, quien aclara que "esa amistad no significa que ella sea indiscreta. Es una profesional y, por tanto, un valor clave en ella es la discreción", apunta la colega.
Para un ex compañero también de Ferraz, el mérito de Gertru es doble. Porque además de discreta y eficiente "es la única persona que sigue al lado del presidente, en el círculo más íntimo, sin ser de León. No es Angélica Rubio, pero ha sobrevivido y Zapatero tiene confianza en ella. Se lo ha ganado". Angélica Rubio es directora general de Coordinación Informativa de la Moncloa, talismán del presidente, periodista importada desde León, con más influencia que De la Vega o el director del Gabinete presidencial, José Enrique Serrano, según se murmura desde hace años por los pasillos del Palacio presidencial.
Toda una institución: Betty Currie, secretaria de Bill Clinton.
Un diputado malévolo, destacado cargo del Grupo Parlamentario del PSOE, remata la importancia de la actual secretaria del presidente: "Si pienso en quién influye en ZP, no pego ojo. Pero entonces recuerdo que Gertru está allí, en la antesala presidencial, y duermo como un angelito. No siempre me funciona, pero algo es algo. Es la única que me da seguridad", remata el citado malévolo, quien, sin duda alguna, no sabe que Gertru es una de las 'responsables' de que Zapatero se inclinara por Tomás Gómez para dirigir el Partido en Madrid. "Bueno, será su único error conocido", claudica de mala gana el admirador de la secretaria presidencial .
¿Cuál es el poder de Gertru? El mismo que el de la mayoría de las secretarias de los hombres más poderosos. Filtran las llamadas, quitan del medio a los abejorros y organizan o controlan la agenda del presidente. Tras cinco años, Gertrudis tiene muy claro qué es lo que quiere Zapatero, qué le gusta, qué le molesta y quién es el moscardón desagradable. A menudo Gertru se desplaza al Congreso si el presidente va a estar horas (como el Debate del Estado de la Nación), se mete en la zona del Gobierno, y allí atiende todas las necesidades presidenciales, coordinando lo básico junto con Angélica Rubio.
No todas las secretarias tienen el mismo poder, claro. Ni la proyección exterior es idéntica. Mientras la secretaria personal del presidente Zapatero mantiene un papel de discreción absoluta —no se encuentra fácilmente su nombre en la web de La Moncloa— la de Obama, Katie "KJ" Johnson, —por comparar entre líderes, al estilo Leire Pajín— aparece sonriente en la lista del equipo del presidente norteamericano. También la de Clinton, la conocida Betty Currie, que heredó a Socks (el gato de la Casa Blanca de los Clinton), y que también ha participado como voluntaria en la transición de poderes a Obama.
Gertrudis Alcázar no tiene entrada en Wikipedia, como las dos americanas citadas, pero tampoco la tienen ninguna de sus antecesoras en el cargo. Ni siquiera la otrora poderosa y discreta Piluca Navarro (secretaria de Felipe González). "Si cabe más poderosa que Gertru, porque entonces no existían los móviles y el filtro de Piluca lo teníamos que pasar todos", recuerda un ex ministro socialista. Pero Navarro tuvo que compartir poder con ministros de la Presidencia y directores de comunicación tan influyentes como Alfredo Pérez Rubalcaba, Rosa Conde o Miguel Gil. Piluca sobrevivió —y sigue al lado del ex presidente del Gobierno— a los tiempos más duros de la última etapa, el GAL y la corrupción.
"Piluca es una muestra de lo importante que es la fidelidad y la lealtad. Me consta que le han ofrecido más de una vez publicar libros sobre sus años en La Moncloa y ella se parte de la risa", comenta una íntima amiga de la Navarro.
Ha habido otros nombres de secretarias en la reciente historia del poder político y económico. Es el caso de Milagros, la del ex presidente Aznar, "con algo de mal genio y que estuvo muy enferma", pero de la que la señora Aznar, Ana Botella, nunca se olvidaba. En alguna ocasión, Botella ha recordado que "para Milagros y para Miguel Ángel —portavoz del Gobierno en la época—, todo lo que hace Jose es cuestión de Estado". Con esas palabras quería demostrar la fidelidad y admiración que tanto Milagros como Rodríguez sentían por el ex presidente.
Quizá la más peculiar de las secretarias de los gabinetes de Aznar fuera Teresa Arellano, la fiel y eterna secretaria del ex vicepresidente Rodrigo Rato. Desde los 18 años ha sido —y es— la mano derecha de "don Rodrigo", como ella lo llama siempre. En los ocho años que estuvo a la puerta del despacho de Rato, mientras permaneció el PP en el Gobierno, Arellano "era lo más parecido que he visto al ama de llaves de Rebeca, la película de Hitchcock", recuerda un antiguo colaborador del ex gerente del FMI. Definición afortunada y que hace estragos por lo exacta entre otros colaboradores de Rato que, pese a todo, no dejan de reconocer la valía de Arellano. "Sin ella, a Rodrigo le faltaría una mano. Pero además, tenía muchísimo poder. Si le caías mal, de verdad que te podía tener bloqueado un asunto semanas", recuerda un ex asesor.
Más correcta y ¿anodina?, "como corresponde a su jefe", dice una amiga de los Aznar, es la secretaria de Mariano Rajoy, Rosa. Seria, discreta y madura, tiene las suficientes tablas como para convivir día a día con su jefe sin que a éste le haya despertado la más mínima desconfianza el hecho de que una hija de Rosa se haya casado —hace seis meses— con Jaime García Legaz, el secretario general de FAES y uno de los jóvenes leones de Aznar. El día de la boda (el 24 de enero) Génova vivió una jornada de morbo subido: en la ceremonia se iban a encontrar Rajoy y Aznar después de mucho tiempo y tras las tensiones y el distanciamiento entre ambos desde que el gallego recogió el testigo de Aznar.
Pero ni la Gertru de Zapatero, ni la KJ de Obama, ni la Piluca de González, ni la Milagros de Aznar o la Teresa de Rato le llegan al tobillo —en cuanto a carrera se refiere, claro está— a Paulita. La única, la incomparable, la inagotable Paulita de los Botín, que ni siquiera es secretaria del presidente del Banco de Santander, uno de los más importantes del mundo. "Sólo es la telefonista", recuerdan siempre en el banco. Pero eso da igual.
Ellos trabajan en camisa y ellas, entre bambalinas.
Con sus 70 años bien cumplidos, Paulita sigue siendo la barrera que hay que saltar si uno quiere hablar por teléfono con Botín. O al revés, y como sucede a menudo, es la voz que despierta a los altos ejecutivos del banco en plena madrugada, a políticos de todo el mundo —especialmente españoles y latinoamericanos— si su jefe tiene una urgencia. "Oiga, don Matías (Rodríguez Inciarte) soy Paulita. Le paso y no diga usted nombre ni cargo. Ya sabe: seguridad", puede decirle una noche la gran telefonista al vicepresidente del Santander y ex ministro de la antigua UCD. Porque Botín prefiere no usar su móvil en la mayoría de las ocasiones y sigue tirando de Paulita.
"He visto llegar a Rodrigo Echenique o a Matías Rodríguez Inciarte o a Paco Luzón (algunos de los consejeros delegados que han desfilado como número dos de Botín hasta que se quedó con Alfredo Sáenz), y cómo, en cuanto se percataban de dónde estaba el poder, acababan inevitablemente en el chiringuito de Paulita, un cuarto lleno de clavijas que ella manejaba con la maestría de los tiempos. Bajaban todos a tomar café con ella y ella lo preparaba como si tal cosa", recuerda un asesor de Botín, ya casi tan madurito como la misma Paulita.
¿Cuál es el éxito de esta mujer? Sin duda, la palabra mágica que ha surgido ya en los casos citados: discreción. Luego, si tienen fair play o amabilidad, mejor. ¿De verdad tenéis tanto poder como se dice?, preguntamos a una de las protagonistas de esta historia. Hasta su suave carcajada suena discreta. "Nuestro poder consiste en que los otros creen que lo tenemos". Chapeau.
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ya era hora de que alguien hablase de ese cargo tan olvidado y valioso +
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Citar este verso de Machado no puede ser más ocurrente al hablar de Mariano Rajoy. Tras la renuncia de Zapatero y las voces que señalan que la estrategia popular podría verse dañada, es necesario preguntarse algo. ¿Ha hecho camino Rajoy? ¿Se ha preparado para ser presidente? Quizás la respuesta sorprenda.
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“Algunos luchamos por tener los pies en suelo.” Lo decía ayer en su Twitter Raül Romeva, uno de los cuatro eurodiputados españoles (Oriol Junqueras, de ERC, Ramon Tremosa, de CiU, Rosa Estarás del PP y él, de ICV) que apoyaron la enmienda para evitar que el presupuesto comunitario de 2012 contemple los vuelos en primera clase de los parlamentarios europeos. No era una excepción. Lo escribía ahí porque es lo que hace siempre: ser transparente.
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Son los cien primeros, como podrían ser doscientos o diez. Lo importante es el concepto. La idea de tener unos días para llevar a cabo la transición desde la oposición al gobierno. Del banquillo, a llevar el dorsal titular. Nunca tendremos una segunda oportunidad de crear una buena primera impresión. Y los cien primeros días son esa primera impresión. Veamos su importancia.
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“Os propongo que sea el Comité Federal, en la próxima reunión que tengamos, después de las elecciones autonómicas y municipales, el que fije el momento de activar el proceso de primarias previsto en los Estatutos del partido para elegir nuestra candidatura a las próximas elecciones generales.” De esta manera, Zapatero ha puesto las primarias en el punto de mira tras anunciar que no será candidato a la reelección. Tras este anuncio, observamos algunas reflexiones sobre el proceso
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