Hace algunos años, tras advertir demasiados cargos cantosos contra mi tarjeta de crédito, cancelé mi suscripción diaria al 'New York Times'. No fue una decisión fácil: a pesar de que escribo para la web y leo casi todas las noticias en internet, siempre me ha encantado la prensa impresa. No estaba encaprichado por nostalgia o costumbre. Como ya afirmé, no hay mejor manera de hacerse una composición de lo que ha sucedido por el mundo que leer un periódico. Lo puedes llevar contigo, es fácil de encontrar, fácil de usar, y, lo mejor de todo, se puede hojear. Te permite echar un único vistazo por encima a varias historias y leer tanto o tan poco como quieras sin perder el hilo.
Pero los periódicos son caros (cuesta 770 dólares al año que te lleven a casa un ejemplar diario del 'Times') y lentos. Mi móvil me da noticias más frescas que las que leo en el periódico por la mañana, y, además, gratis. Ahora veo los periódicos como un lujo: los leo en los aeropuertos y hoteles, cuando tengo tiempo y para acceder a internet tengo que andar detrás del sito o momento adecuado y siento que ando sobrado de pasta como para dejarme uno o dos dólares en las noticias de ayer. Aún así, sigo echando de menos muchas cosas de los periódicos. Por eso esperaba tanto del Kindle DX, el nuevo lector electrónico de gran pantalla de Amazon.
Amazon asegura que el dispositivo es ideal para leer periódicos. Cuando la empresa reveló al público el DX el mes pasado Arthur Sulzberger junior, el editor del 'Times', se refirió a él como "un hito importante en la convergencia entre lo impreso y lo digital". Sulzberger tiene razón, supongo. Después de usarlo durante una semana, puedo decir que el nuevo Kindle es un buen primer intento de conciliar lo genial de los periódicos y lo genial de los dispositivos digitales. El problema es que no llega a ser siquiera lo suficientemente bueno.
Se puede considerar al DX como el todoterreno Hummer de los Kindles. El Kindle estándar tiene una pantalla de 6 pulgadas, pesa menos de medio kilo, tiene cabida para más de 1.500 libros y se vende a 489 dólares (367 euros). A diferencia de la versión estándar, el DX lleva integrado un lector de PDFs y se puede usar tanto en modo horizontal como vertical —el texto gira al rotarlo, como en un iPhone—. En todo lo demás, el Kindle grande es igual que el pequeño: ofrece la misma visualización en pantalla con papel electrónico de tecnología E Ink y el mismo acceso instantáneo inalámbrico a la enorme tienda online de Amazon. Y es igual de adictivo —te encuentras con que eres incapaz de soltarlo, y te pones a comprar y a leer más libros que nunca—.
El DX también tiene algunas ventajas evidentes sobre los periódicos impresos. Es más barato que los diarios de tirada nacional norteamericanos —cuyas suscripciones están entre 6 y 15 dólares al mes, en función del periódico—. Te puedes comprar un DX nuevo y obtener una suscripción a la edición para Kindle del 'Times' por aproximadamente 650 dólares, menos de lo que pagarías por la entrega diaria del periódico. (Tanto el 'New York Times' como el 'Boston Globe' y el 'Washington Post' han afirmado que pretenden subvencionar la adquisición de nuevos Kindle a los consumidores en zonas donde no reparten sus periódicos, pero de momento apenas han precisado gran cosa). El DX también es más fácil de llevar encima que el periódico, puesto que en él puedes ir con varios periódicos a la vez para leerlos en el metro o el tren sin propinarle codazos en la cara a tus compañeros de trayecto diario de curro. Además, puedes llevártelo contigo de vacaciones, si llueve no se queda empapado y tus vecinos ya no pueden birlártelo por las mañanas.
Cada periódico que hayas tenido ocasión de leer ha sido el producto de la selección que alguien que ha considerado qué era lo más destacado que contar. Los periódicos expresan estas opiniones a través de diseños y convenciones universales y fáciles de leer —ponen las noticias más destacadas en portada, colocando las más importantes más arriba en la página y dándoles más espacio y titulares mayores—. Abras el periódico por donde quiera que sea, simplemente echándole un vistazo a los titulares y pies de foto, enseguida captas lo esencial de diversos asuntos noticiosos. Incluso cuando decides leer un artículo, no tienes que leértelo de 'pe a pa'. Como cambiar de un artículo no lleva ni un segundo, puedes leerte tan sólo unos párrafos y luego pasar a leer otro tema.
Por ejemplo, cogí una página de la página A25 de la edición nacional del 'Times' del jueves con cuatro piezas: una extenso reportaje sobre la decisión de la Administración Obama de despedir a un inspector general federal; una pieza más corta sobre el plan de la Administración Obama de cambiar la composición de la comisión de bioética de la Casa Blanca; una noticia sobre la contaminación por amianto en el pueblo de Libby, en Montana; y una breve noticia de agencia sobre la intrascendente reunión del senador Roland Burris con un fiscal del estado de Illinois. Un buen ojeador de periódicos puede ventilarse esta página en menos de dos minutos. Las piezas sobre el inspector general y el comité de bioética son evidentemente las más importantes, así que te sumerges en ellas durante unos 45 segundos cada una. Luego inviertes unos 15 segundos en la noticia del amianto, y terminas en otros 5 segundos con el asunto del senador, que consta sólo de cinco párrafos. Haciéndolo así, es fácil acabar la página A25 entera en menos de media hora.
Así funciona el Kindle DX
Leer las mismas noticias en Kindle es mucho más arduo y tedioso. Para empezar, están desordenadas. Cuando hacía 'clic' en la barra desplazadora para leer la sección nacional del jueves en mi Kindle, la noticia más breve e irrelevante —el asunto de Burris— apareció en primer lugar. Y, lo que es aún peor, es que Kindle muestra todos los titulares con el mismo tipo de fuente, y el elemento de la lista no te da ninguna pista acerca de la levedad de la noticia. La única manera de saber si una noticia merece tu atención es hacer 'clic' sobre ella. Pero pinchar a veces lleva tiempo: Kindle tarda medio segundo en pasar del sumario de una sección a una noticia, y otro medio segundo en volver atrás. Suena como si fuera casi instantáneo, pero no lo es: es suficiente para alterar la forma en que lees las noticias. Ahora, en lugar de hojear, te ves a ti mismo leyendo las noticias como si estuvieras leyendo un libro: cuando das con una, te quedas pegado a ella hasta el final. Intercambias frescura por profundidad: si estás 30 minutos leyendo en Kindle, lees más a fondo sobre muchas menos noticias.
El diseño de periódico como lista de Kindle tenía sentido en la versión original del dispositivo, que no ofrecía suficiente espacio en pantalla para mostrar una versión gráfica del periódico. Pero la pantalla del DX es gigante y de ahí viene justamente la decepción. Según un comercial de Amazon, a ningún producto de la tienda Amazon se le ha dado el formato específico para DX —todo el contenido se despliega de la misma forma en ambos dispositivos—. Esto supone que gran parte del espacio en pantalla del DX se tira por la borda.
Es fácil imaginar una solución para ello. Los periódicos podrían alimentar a Kindle con una versión de su contenido que incluyera información sobre la relevancia relativa de cada noticia. Kindle podría entonces leer esta información y mostrar las noticias de forma pseudo gráfica en lugar de hacerlo en forma de una lista sosa. Muchos periódicos ya tienen esta información al alcance de la mano, porque siempre clasifican sus noticias en sus sitios web.
Hasta que ese momento llegue, Kindle será un reflejo imperfecto del periódico. En realidad, no es siquiera tan bueno como un teléfono inteligente. A eso de las diez y media de anoche, cargué mi Kindle esperando encontrarme con el periódico de hoy —porque, después de todo, la versión digital ya se había sido actualizado—. Pero todo lo que encontré fueron noticias desfasadas; Kindle actualiza una vez al día, en plena noche. Mi iPhone pilla noticias todo el tiempo, y, en el sitio web de cada periódico, me muestra las noticias de tal manera que me sugiere lo que es importante. Y, además, hace llamadas.
*Artículo originalmente publicado en el medio digital estadounidense Slate.
(Traducción: Carola Paredes)
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