Los planes internacionales de salud pueden perjudicar a los países pobres

Londres.-  Las iniciativas sanitarias emprendidas en los últimos años por la comunidad internacional han tenido un impacto muy positivo en el tratamiento de millones de enfermos de SIDA, tuberculosis o malaria, pero en algunos casos han frenado el desarrollo de los sistemas de sanidad de los países pobres.

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(EFE)

Una mujer indígena maya pidiendo limosna en Ciudad de Guatemala. EFE/Archivo

Esta es la conclusión principal de un informe presentado hoy en Londres por el Grupo de Colaboración para Maximizar las Sinergias Positivas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que se publica en el último número de la revista médica "The Lancet".

Según la directora general adjunta para Sistemas y Servicios de Salud de la OMS, Carissa Etienne, este informe es "la evidencia más exhaustiva publicada hasta la fecha" sobre el impacto de programas como el Fondo Global de Lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria o el Programa contra el SIDA del Banco Mundial.

Otros programas evaluados son el estadounidense Plan Presidencial de Emergencia de Socorro contra el SIDA (PEPFAR) y la Alianza Global de Vacunación e Inmunización (GAVI).

El objetivo era evaluar el impacto de estas iniciativas puestas en marcha desde 2000 en las áreas de la financiación, la gobernabilidad, los servicios, el personal sanitario, los sistemas de información y la gestión de los suministros médicos.

En el terreno económico, se indicó que la financiación de los programas globales de salud casi se triplicó entre 2001 y 2006, desde los 5.600 a los 13.800 millones de dólares.

El efecto negativo de este incremento de la financiación es que algunos países "han reducido su propio gasto en el tratamiento de algunas dolencias y a veces en la sanidad en general", por lo que "la financiación sostenida para los temas de salud a largo plazo sigue siendo una de las preocupaciones principales".

Jim Kim, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard (EEUU), recalcó que el informe "no dice que haya que detener las iniciativas globales de salud, sino que hay que combinar este esfuerzo con el reforzamiento de los sistemas de atención primaria, atendiendo las necesidades particulares de cada país".

"Queremos aprender a hacer mejor las cosas", manifestó Peter Godfrey-Faussett, profesor de Higiene y Medicina Tropical de la Universidad de Londres, quien puso como ejemplo del beneficio de las iniciativas globales que "en Zambia ya casi no hay malaria y que en Botsuana el número de enfermos de SIDA en los hospitales ha descendido del 90 al 50 por ciento en los últimos años".

Tim Evans, responsable de la OMS en el terreno de la Investigación y la Información, consideró clave que "haya suficiente voluntad política para impulsar los sistemas de salud propios de cada uno de los países pobres y de los países en desarrollo".

Evans destacó la importancia de que los países pobres "formen cuadros burocráticos que sean capaces de manejar el sistema, algo que en la actualidad es difícil de encontrar en los países pobres".

El informe incluye cinco recomendaciones a los Gobiernos para "acelerar la eficacia conjunta de las iniciativas globales de salud y de los sistemas sanitarios de cada país en particular".

Sus autores piden hacer extensiva a los servicios nacionales de sanidad "la ambición y la fuerza" de las iniciativas globales, ampliar los objetivos de estos programas internacionales, y mejorar la coordinación de los procesos de planificación y de adjudicación de los recursos para una mejor atención de los enfermos.

También instan a generar información más fiable sobre los costes y los beneficios que supone reforzar los sistemas de salud y garantizar un aumento en la financiación sanitaria, tanto en el ámbito nacional como en el internacional.