El atronador sonido de la vuvuzela y otras historias del fútbol en Sudáfrica

CIUDAD DEL CABO.-  De forma poética, dicen que suena a elefante barritando o bien constipado o bien cabreado. Eso si la vuvuzela —una especie de trompeta sudafricana— suena solo. Como sean unos miles los dispuestos a hacerlos sonar a la vez, como ha ocurrido en los estadios de fútbol sudafricanos, la cosa pasa a convertirse en varios centenares de enjambres de abejas enfurruñadas dispuestas a entrar a matar. Atronador. Tanto es así, que se ha convertido en objeto de polémica en la Copa Confederaciones que se juega estos días en el país.

(EFE)

Algunos aficionados de otros países también se han apuntado al estruendo de la vuvuzela.

La prensa local e internacional ya ha recogido el malestar de jugadores (Xabi Alonso entre ellos) y de comentaristas de televisión europeos (a los que no se oye con el estruendo) con la trompetona de plástico que acompaña a todo seguidor de fútbol sudafricano que se precie. El debate está servido y hasta el presidente de la FIFA, Sepp Blatter, ha tenido que salir a la palestra a defender el derecho de los fans a meter el follón que les dé la gana y ha anunciado que ni hablar de prohibir el instrumento en el Mundial del año que viene "Es un sonido local, no veo de qué manera posible se puede parar", dijo Blatter en rueda de prensa, "siempre digo que cuando vamos a Sudáfrica, vamos a África. No es Europa. Es ruidoso, es energía, ritmo, música, baile, tambores. Esto es África. Tendremos que adaptarnos un poco".

No hay un origen claro del porqué de la vuvuzela, aunque se habla de que podría remontarse al soplar un cuerno de kudu para llamar a reunión en las aldeas. En zulú su significado no podría resultar más claro: "mete ruido". Y, aunque pueda parecer imposible, como preparación del Mundial de Fútbol a alguien se le ha ocurrido hacer una orquesta con el instrumento (cuyo sonido también es comparable al del claxon de un camión articulado), que de escucharse a las nueve de la mañana, como ha sucedido alguna vez, le deja a uno despierto para un mes y con instintos asesinos allá donde no había. Esto es, hasta que uno se hace con la trompeta de marras (por aquello de cuando no se puede con el enemigo, te unes a él) y se comprueba lo difícil que es hacerla sonar y la capacidad pulmonar que se requiere. No queda otra.

Ver los partidos por la tele y bajar el volumen. O acostumbrarse. Las vuvuzelas no son la única característica del fútbol sudafricano. Además de pintarse la cara, colgarse pendientes con banderas sudafricanas, llevar gafas de plástico gigantes, uno de los elementos del uniforme del seguidor es un casco de obra, el makarapa. Un casco al que se le pegan figuras de aluminio o de papel con los colores del equipo preferido (los Kaizer Chiefs, los Orlando Pirates, los Mamelodi Sundowns, los Swallows, los Amazulu...) y una moda que fue introducida por los miles de mineros residentes en la zona de Johannesburgo (también conocida como Egoli, la ciudad del oro) amantes del fútbol.

Otro de los elementos que pueden sorprender de los seguidores sudafricanos es su aparente racismo. El único jugador blanco del equipo parece ser abucheado cada vez que toca la esférica. Los seguidores dicen que gritan su nombre. Pero el defensa se llama Booth (Matthew), lo que no deja de sonar como "Buuuuuuuuuu...th" si pronunciado de forma prolongada. Nadie en Suráfrica le ha prestado atención porque es habitual y sí ha sido recogido por la prensa extranjera. De hecho, encuentra su reverso en el rugby (si el fútbol es el deporte tradicionalmente preferido por la población negra, el rugby lo es por la blanca). El único jugador negro de la selección nacional, Tendai Mtawarira, sufre igual situación: cada vez que se hace con el balón los seguidores le llaman por su apodo, 'Beast' (bestia), que según se pronuncie también puede sonar a abucheo. Los que explican la situación a un extranjero neófito en fútbol o rugby se parten de la risa: pese a las connotaciones racistas, en realidad ambos son admirados por la afición y el gritar sus nombres es sinónimo de ello, aunque suene raro. Están locos estos sudafricanos, que diría Obélix.

La Copa Confederaciones es el ensayo general del Mundial del año que viene. Ha habido alguna queja por parte de la FIFA por la falta de asistencia de público a algunos partidos. Pero por el momento, se sucede sin mayores complicaciones. Sudáfrica necesita una Copa Confederaciones sin mancha para acallar a los más escépticos, a los 'afropesimistas' que dudaban de la capacidad de Suráfrica, un país africano, de organizar una competición de la magnitud de un Mundial. De forma sonora, vuvuzelazo que te arreo, parece que lo consiguen.