Jessica murió desangrada a los pocos minutos de 30 puñaladas, tres de ellas mortales

Toledo.-  El informe de la autopsia revela que Jessica María S.E. murió desangrada en pocos minutos por las treinta puñaladas que le infligió su pareja, Antonio Manuel V.P., de 34 años, tres de ellas mortales al alcanzarle el pulmón derecho.

En la cuarta sesión de la vista oral que se sigue con jurado popular en la Audiencia de Toledo contra Antonio Manuel han prestado declaración las forenses Celeste Mata y Mónica Casillas, que hicieron la autopsia al cadáver de la joven holandesa al día siguiente de su muerte, ocurrida en la tarde del 31 de julio de 2007 en Fuensalida (Toledo).

Las forenses han puesto de relieve que la víctima presentaba "múltiples" heridas inciso punzantes que no llegaron a contabilizar y que la acusación particular cifra en una treintena, tres de las cuales -las registradas en el tórax y que le alcanzaron el pulmón tras atravesar las costillas- le hubieran producido por si solas la muerte.

También han puesto de manifiesto que alguna de las heridas debieron ser producidas mientras la víctima estaba de espaldas al agresor, probablemente mientras trataba de huir.

Aunque las peritos forenses no pudieron determinar la hora exacta de la muerte ni el orden de la puñaladas, consideran que la víctima debió morir en un periodo de entre siete a diez minutos por la gran pérdida de sangre y dudaron de que la víctima hubiera podido sobrevivir si hubiera llegado una UVI móvil.

Las forenses también precisaron que no hallaron en el cadáver de Jessica ninguna alteración en el pubis y explicaron que una infección por el hongo de 'cándida albicans' no se produce por contagio sexual, dijeron a preguntas del abogado de la Junta de Comunidades, que ejerce la acusación popular.

Con ello se quiere demostrar que la mujer no tenía ninguna enfermedad venérea que pudiera contagiar al acusado y a su hija de cinco meses como refirió Antonio Manuel en su declaración.

Por su parte, las psicólogas de la prisión de Ocaña que examinaron al procesado concluyeron que aunque Antonio Manuel no es violento normalmente, cuando se le presentan situaciones de estrés, como pueden ser unas relaciones de pareja conflictivas, "no se sabe manejar y puede perder el control" y reaccionar de forma "explosiva".

No obstante, precisaron las psicólogas que aunque esa impulsividad y pérdida de control le pudieron limitar en sus facultades, no se las hace perder y, por tanto, "era consciente de lo que hacía" y "es capaz de discernir lo que está bien y lo que está mal".

También explicaron que el acusado tiene un elevado nivel de autoestima y satisfecho con los logros y los objetivos conseguidos en su vida, aunque se sigue considerando "víctima" de la relación que mantenía con Jessica.

Cuando las psicólogas hacían esta afirmación tras una pregunta del abogado de la Junta, el acusado dijo, dirigiéndose al letrado Pablo Álvarez, que efectivamente era una "víctima", lo que motivó que el magistrado presidente del tribunal del jurado, Rafael Cáncer, le advirtiera de que si volvía a hacer algún gesto de aprobación o desaprobación le expulsaría de la sala.

Por su parte, los peritos del Instituto de Toxicología y de la Guardia Civil que analizaron los restos de sangre en la ropa, concluyeron que en las prendas de ella solo encontraron restos compatibles con el ADN de Jessica, aunque en el calzoncillo del procesado hallaron también restos de sangre de él.

Precisamente la presencia de sangre de él lleva a concluir a la fiscalía y a la defensa del acusado que ella inició la agresión con el cuchillo que luego le arrebató Antonio Manuel, mientras que la abogada de la familia de la víctima y el letrado de la Junta sostienen que el acusado se autolesionó para justificar su reacción.

También se analizó la ropa de los hijos, en las que los peritos no han encontrado restos, aunque reconocieron que las manchas de sangre "pudieron desaparecer" si el lavado es "severo".

La vecina E.G., que ayer compareció como testigo, dijo que al hacerse cargo de los niños, éstos tenían manchas de sangre y que lavó la ropa de los pequeños, que en el momento de ocurrir los hechos tenían cuatro, dos años y la menor de cinco meses.

También comparecieron otros peritos del departamento de Química del Instituto Nacional de Toxicología que determinaron que en el cuerpo de la víctima no se encontraron tóxicos ni tampoco restos de haber ingerido algún tipo de alcohol.

Tras cuatro sesiones de vista oral y a la vista de todo lo acontecido, la acusación particular y la acusación popular elevaron a treinta años de cárcel la pena de veinticinco solicitada inicialmente al incluir tres agravantes en el delito de asesinato, las de parentesco, abuso de superioridad y abuso de confianza.

También piden que se le retire al acusado la patria potestad de sus hijos, que según ellos, presenciaron los traumáticos hechos, de los que aún tienen secuelas los pequeños, dijeron.

Por su parte, la fiscalía y la defensa mantuvieron sus peticiones iniciales de pena, de quince años y de cinco de prisión, respectivamente, por un delito de homicidio.

La fiscalía considera que se trata de un homicidio y no de un asesinato por entender que el procesado no tenía premeditado acabar con la vida de Jessica cuando ocurrieron los hechos y solicita quince años de prisión con la agravante de parentesco y la atenuante de confesión por entregarse en la Guardia Civil al poco tiempo de cometer el crimen.

La defensa mantiene su petición de cinco años de cárcel y alega las atenuantes de confesión y de legítima defensa.

En las próximas horas el jurado, compuesto por siete mujeres y dos hombres, deberá dar su veredicto y decidir si el acusado es culpable de un delito de homicidio o de un delito de asesinato para luego el magistrado fijar la pena en una posterior sentencia.