Madrid.- El 14 de enero de 1978, apenas dos años después del inicio de su corta trayectoria, el punk firmó su carta de defunción. Un concierto de los Sex Pistols en San Francisco puso punto y final a un movimiento que sacudió los cimientos políticos, sociales y culturales del mundo entre mediados y finales de los 70.
Fotografía de archivo del 2 de diciembre de 1976 de los integrantes del grupo musical The Sex Pistols. El 14 de enero de 1978, apenas dos años después del inicio de su corta trayectoria, el punk firmó su carta de defunción. Un concierto de los Sex Pistols en San Francisco puso punto y final a un movimiento que sacudió los cimientos políticos, sociales y culturales del mundo entre mediados y finales de los 70. EFE/Getty Images
Tras años de investigación y minuciosa recopilación de lugares, fechas y personajes, el periodista Jon Savage publicó en 1991 "England's Dreaming", un magnífico ensayo de vocación enciclopédica, que años después se edita por primera vez en español y en el que da cuenta del preñado, nacimiento, vida y (prematura) muerte del último atisbo histórico de rebelión juvenil.
El trabajo de Savage gira en torno a la idea de los Sex Pistols como metáfora de una corriente que "insistió en vivir un presente hipertenso, pero que ya es historia, nada más que otro sueño inglés".
Desde la tienda de Malcolm McLaren -luego mánager del grupo- en el número 430 de la londinense King's Road, donde el punk dio sus primeros pasos, al nacimiento de los Pistols -formados por Steve Jones y Paul Cook-, pasando por el fichaje de John Lydon, Savage realiza en "England's Dreaming" un concienzudo estudio del devenir punk.
El periodista inglés rememora "el asalto de los Pistols a la industria discográfica", un trasiego caótico que, en apenas dos años, les llevó a firmar con EMI en primer lugar, luego con A&M, y finalmente con la incipiente compañía Virgin.
Las fisuras y rencores enconados dentro del grupo no hicieron sino aumentar cuando, a principios de 1977, Lydon usó su poder dominante en los Pistols para echar a Glen Matlock y reemplazarlo por su íntimo amigo John Simon Beverley, más conocido como Sid Vicious.
En mayo de ese año, Sex Pistols lanzó al mercado un single, compuesto por Lydon, cargado de irónico desprecio hacia los fastos que en aquel mes conmemoraban el 25º aniversario de la entronización de Isabel II. Titulada en principio "No Future", se acabó publicando como "God Save the Queen".
"Los Pistols se habían convertido en un ataque frontal contra la industria musical, los medios de comunicación y la máxima representación del sistema inglés", expone Savage.
Varias giras por Inglaterra, otras en Escandinavia u Holanda, París... Daba igual. Fuera donde fuese, Sex Pistols, y Lydon muy en particular, estaban obligados a una sobreactuación violenta y agresiva que extenuó mental y físicamente al grupo antes de tiempo.
La publicación en noviembre de "Never Mind the Bollocks", primer y único disco de los Pistols, que se aupó al número uno de las listas de ventas merced a las 150.000 copias que vendió en el lapso de una semana, dio un leve balón de oxígeno a la formación. Pero, señala Savage, "el grupo ya no grabaría nada nunca más. Punto y final".
Y en estas llegó la funesta gira por EEUU, que arrancó el 3 de enero de 1978 marcada por el síndrome de abstinencia de Vicious -"había iniciado la espiral de excesos que acabaría con su muerte"-, y el evidente distanciamiento de Lydon respecto a McLaren y el resto del grupo.
Así fue como los Pistols aterrizaron en San Francisco, el 14 de enero de 1978, para actuar en el que debía ser el concierto más importante de su carrera, pero que terminó convirtiéndose en la fecha más funesta para la historia del punk.
En una sala llamada Winterland, abarrotada por más de 5.000 espectadores, los Pistols ofrecieron un concierto lamentable. Dios salvó a la reina, pero le dio la espalda al punk.
A partir de este momento, todo se desarrolló a la velocidad de la luz. "La disolución de los Pistols sólo hizo oficial (...) que los vertiginosos y emocionantes tiempos de 1976 y 1977 habían llegado a su fin", afirma Savage de forma categórica.
Vicious iba de sobredosis en sobredosis sin recibir más atención que la de su novia, Nancy Spungeon, y Lydon entabló la batalla legal contra McLaren por los derechos de Sex Pistols, que se alargó durante ocho años.
Poco después sobrevinieron las muertes en Nueva York de Spungeon -el 11 de octubre en circunstancias nunca aclaradas- y, sobre todo, de Vicious -el 1 de febrero de 1979 a causa de una sobredosis de heroína-.
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