Andrés Quintanilla emerge como novelista con una novela y once cuentos

Valladolid.-  La edición póstuma de una novela breve y de once cuentos, presentada hoy en Valladolid bajo el título de "La escalera en el aire y cuentos seleccionados" (Editorial Azul), ha redescubierto la faceta narrativa del escritor Andrés Quintanilla Buey (1932-2008), quien "por encima de todo fue un poeta".

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(EFE)

Araceli Saguilo, viuda del escritor Andrés Quintanilla Buey, sostiene un ejemplar de la novela inédita titulada "La escalera en el aire" que se presenta hoy en Valladolid como homenaje póstumo a este poeta y narrador fallecido en julio de 2008.

"Andrés fue ante todo un poeta", como lo demuestra el hecho de que "la prosa que hacía era muy lírica", ha comentado a Efe la poetisa Araceli Sagüillo, esposa del escritor fallecido hace casi un año y coordinadora de esta antología de relatos en su mayor parte inéditos y varios de ellos premiados en diversos certámenes.

Es el caso de la novela que da titulo al libro, "La escalera en el aire", galardonada en 1981 con el II Premio Casino de Mieres (Asturias) y que revela a un Quintanilla emotivo, sensible y humanista, análogas características a la de su poesía, faceta ésta en la que cimentó gran parte de su trayectoria literaria.

"Le gustaba mucho escribir de la gente. Era un hombre muy sencillo y humilde", ha evocado Sagüillo acerca de una cualidades humanas que traspasó tanto a su quehacer poético como narrativo y que también se reflejan en alguno de los cuentos seleccionados y ahora publicados.

Así queda de manifiesto en los titulados "Escalofríos" -donde aborda el tema de la muerte- y el de "Todas las tardes en Granada", ambos premiados con la Hucha de Plata en sendas ediciones convocadas por la Confederación Española de Cajas de Ahorros.

"Los gitanos" y "El alimañero" se inscriben dentro de esa misma línea de preocupación por el ser humano y sus circunstancias, cuyas historias tomaba de la realidad, apuntes del natural como si de un pintor se tratara, caso también de "Vicenza", basado en una historia real que Quintanilla escuchó en un viaje por Italia.

En "La Virgen nueva", ambientada en el medio rural, se sirve de un joven sacerdote recién ordenado para describir el contraste entre una sociedad de arraigo tradicional y los nuevos tiempos, mientras que su vena literaria se deja ver en la recreación de "El perro de Don Quijote", llamado "Torpón" y cuyos últimos días los pasó de caridad en Medina del Campo (Valladolid), donde finalmente murió.

Cada uno de los relatos, entre los que también figuran "El secuestro", "El incrédulo", "El asesinato de Crispín Crisanto" y "Escándalo en el parvulario" viene precedido de una viñeta alusiva al texto firmada por un ilustrador diferente.

Félix Antonio González, Miguel Ángel Soria, Pascual Aranda, Félix Cano, Ignacio de Piña, Emilio Quintanilla, Javier Vicario y Segundo Calixto Escolar son los nombres de algunos de esos ilustradores.

"La novela es el género que menos cultivó, ya que se dedicó preferentemente al teatro y a la poesía", ha destacado Araceli Sagüillo acerca de quien también publico numerosos artículos sobre literatos y literatura en publicaciones ya desaparecidas como "La Estafeta Literaria", "Diario regional", "La Hija del Lunes", y también en el vigente "El Norte de Castilla".

Andrés Quintanilla Buey fundó en 1962 la revista poética hablada Juan de Baños, que luego dio paso a la creación del grupo Sarmiento, ambos concebidos para la difusión de la poesía en el medio rural y que aún subsisten más de cuatro décadas y cientos de recitales después.

Fue presidente de la comisión gestora de la Academia Castellano-Leonesa de Poesía y miembro, entre otras, de la Academia de Juglares de San Juan de la Cruz.

Dejó poemarios como "Secano (1969), María soltera" (1976), "El grito" (1994), "Arambol" (2000), "En resumidas cuentas" (2001), "Desde el jardín" (2005), "Pasión en Granada" (2005) y "Donde Dios" (2008).