"Tuve que agachar la cabeza, aceptar la derrota y decir no bebo más"

Valladolid.-  Tomó su primera copa a los 16 años y a partir de los 29, casado y con un hijo, comenzaron los problemas y con ellos la bebida, que creyó vencer durante una década; luego, "borracho todos los días" y empujado por la familia llegó a Alcohólicos Anónimos, agachó la cabeza, aceptó la derrota y dijo no bebo más: han pasado diez años.

Es la experiencia que hoy, Día Mundial de los Alcohólicos Anónimos, ha relatado Gerardo a los periodistas en Valladolid, ciudad elegida por la Asociación de Alcohólicos Anónimos para celebrar la efeméride en España y recordar que son unos 550 los grupos que funcionan en nuestro país, con entre 10.000 y 12.000 personas en "sobriedad".

Así lo ha explicado el presidente de la Junta del Servicio General de Alcohólicos Anónimos de España, Primitivo José Cachero, quien arropado por el consejero de Sanidad de la Junta de Castilla y León, Javier Álvarez Guisasola, ha recordado los orígenes de esta asociación, que tuvo su comienzo en Akron, en Estados Unidos en 1935, y que actualmente cuenta con más de 100.000 grupos locales y más de dos millones de personas en 185 países.

Gerardo forma parte de un grupo de Alcohólicos Anónimos en Oviedo y lleva más de diez años si "beber una copa", paso a paso en ese objetivo que se marcan de pasar 24 horas sin beber y que deben mantener durante toda su vida.

El perfil de la persona que acude a Alcohólicos Anónimos en España es el de hombre, en un 75 por ciento de los casos, frente a un 25 por ciento de mujeres, con una edad media de 47 años en los varones y entre 45 y 46 en el colectivo femenino, aunque "en los últimos años ha crecido el número de jóvenes de veinte años en adelante", ha referido Cachero.

Es una enfermedad crónica que requiere de terapia para toda la vida y que según los estudios sufre "el diez por ciento de la sociedad", es decir más de 4,6 millones de personas en España como posibles alcohólicos.

Gerardo llegó a esta Comunidad, como gustan definirla, empujado por la familia y un amigo, después de ver como día tras día estaba borracho y constatar qué no podía con la bebida.

"Tuve que agachar la cabeza, aceptar la derrota y decir no bebo más", ha confesado a Efe Gerardo, que aún recuerda el tiempo en el que necesitaba entre dos o tres copas para arrancar la jornada, las lagunas mentales, los días que pasaba fuera de casa o los temblores en sus manos que le llevaban a beber aún más.

Una década después mantiene su trabajo y ha recuperado a su familia después de que su mujer se marchara en un "momento dado"; y está ahí para contar su experiencia en su grupo de alcohólicos anónimos y escuchar al que lo necesita aunque sean las cuatro de la madrugada.

"Llegué a darme asco de mí mismo" y "he recuperado mi dignidad", la "Comunidad me ha salvado la vida" y ahora "no me siento solo", ha afirmado este ex bebedor de 51 años.

En Castilla y León son pocos los grupos de Alcohólicos Anónimos, con poco más de ocho en Valladolid, Burgos, Salamanca, León y Zamora, por lo que se considera "una zona blanca", con "muy baja implantación", lo que ha motivado la elección de la capital vallisoletana para celebrar el 74 aniversario de la fundación de la organización en España.

La vicepresidenta de la Asociación y psicóloga en Instituciones Penitenciarias, María del Camino Reinales, ha insistido en que los doce pasos en los que se basan estos grupos de autoayuda funcionan y "y se puede dejar de beber y beber en sobriedad".

Ha constatado los problemas sociales que lleva aparejada esta enfermedad, en cuanto a que produce euforia, despreocupación, agresividad y situaciones violentas y delictivas que puede conducir a los alcohólicos a la cárcel, cuando no al cementerio o al hospital.

Reinales ha coincidido con Guisasola en destacar la relación entre el alcohol y situaciones de violencia doméstica hacia las mujeres o menores, seguridad vial o delitos contra las personas y la propiedad, y han destacado la labor impagable y gratuita de esta asociación.