La inolvidable final de Copa le abrillanta al Athletic un curso mediocre

Bilbao.-  La inolvidable final de la Copa del Rey, más por el impacto que tuvo en una afición deseosa de volver tras casi un cuarto de siglo a su partido favorito que por el rendimiento de sus jugadores en Mestalla, le abrillantaron al Athletic Club un curso mediocre en Liga, donde ha acabado a dos puntos del descenso.

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(EFE)

El entrenador del Athletic de Bilbao Joaquín Caparrós. EFE/Archivo

La primera final de Copa desde 1985, primero como deseo más que confesable y después como realidad alcanzada, ha eclipsado esta temporada todo en Bilbao. Hasta el punto de dejar la liga en un segundo lugar al que nunca la había relegado el club rojiblanco, a pesar de su histórica querencia por el llamado torneo del k.o.

La vuelta de la semifinal copera ante el Sevilla en San Mamés, sin duda su mejor momento en lo que va de milenio, y la ilusión de todo Bilbao y toda Vizcaya con la final casi logra esconder al Athletic su, cuando menos, discreta campaña liguera.

Una temporada en el torneo de la regularidad en la que llegó a estar varias jornadas en descenso durante la primera vuelta y en la que volvió a sentirse amenazado a las mismas alturas de la segunda.

Las dos veces, no obstante, logró reaccionar. La primera hasta hacer pensar que era capaz de engancharse a la parte alta de la tabla y la segunda para al menos librase de apuros de última hora.

Porque, a pesar de que ha acabado a sólo dos puntos del descenso -y decimotercero en la tabla-, los de Joaquín Caparrós ya se habían asegurado matemáticamente la permanencia a tres jornadas de final; un tramo de cierre de curso en el que sumó sus choques por derrotas.

De todos modos, esa recta final estuvo muy marcada por la final de Copa, un logro que le ha reportado a la entidad con sede en el Palacio de Ibaigane los pingües beneficios de la clasificación para la nueva Liga Europa UEFA y para la Supercopa de España.

Más allá de lo puramente clasificatorio, en el Athletic esta temporada ha sido la de Fernando Llorente. El espigado ariete se ha confirmado como el relevo de Ismael Urziaz que se esperaba hace tiempo y que no apuntó de verdad hasta la campaña anterior.

Durante varios meses, el '9' fue casi el único argumento que presentó su equipo para escapar de un peligro, el del descenso, que se le volvía a cernir como años anteriores que quería olvidar.

Tiró y tiró tanto del equipo el de Rincón de Soto que llegó al tramo final del curso exhausto. Al punto de decepcionar sobremanera en el partido del año: el del 13 de mayo en Valencia. Pero ya había hecho su labor sacando al equipo del atolladero y, de paso, recuperando el prestigio del que gozaba en su tránsito a la elite.

Tuvo su recompensa tan ingente labor, ya que el seleccionador nacional Vicente del Bosque, que siempre le había mirado de reojo, le incorporó al bloque de espléndido equipo que ganó la Eurocopa de 2008. Con él ya ha marcado su primer gol y con él participará en el primer gran torneo por selecciones: la Copa de Confederaciones.

No es mal premio para un jugador al que le ha costado dios y ayuda explotar y que todavía debe redondear una buena temporada.

Como tampoco lo es para un equipo todavía sospechoso de poca enjundia volver a Europa y medirse al Barça en agosto otra vez con los todos los focos encima. Son las cosas de un curso irregular pero con un hito: una tan inolvidable como valiosa final de Copa.