Una corrida insufrible

Madrid.-  No hubo tela que cortar hoy en Las Ventas, entiéndase toros propicios para hacer lo que se conoce como arte de torear, y eso que no faltaron ganas a los toreros, en una tarde insufrible en el ruedo.

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(EFE)

El diestro Javier Valverde, durante la faena con el capote a su segundo astado, en la corrida de la Feria de San Isidro celebrada esta tarde en la Monumental de Las Ventas en la que compartió cartel con Carlos Escolar "Frascuelo" y Rafael Rubio "Rafaelillo", y se lidiaron reses de Adolfo Martín.

FICHA DEL FESTEJO.- Cinco toros de Adolfo Martín, muy terciados y complicados, pitados cuatro arrastres, se aplaudió al cuarto más que nada para fastidiar al torero. El quinto, con más cuajo que los titulares pero igual de complicado, fue un sobrero de Arauz de Robles, sustituto a su vez de un primer sobrero de Sepúlveda.

Carlos Escolar "Frascuelo": dos pinchazos, otro hondo y dos descabellos (silencio); y pinchazo, media tendida y descabello (pitos).

Rafael Rubio "Rafaelillo": pinchazo y estocada contraria (silencio); y dos pinchazos y estocada contraria (silencio).

Javier Valverde: pinchazo y estocada desprendida (silencio); y estocada caída (silencio).

En cuadrillas, se desmonteró Luis Carlos Aranda por un bonito par de banderillas al cuarto, con gesto entrañable al brindarlo al cielo, a la memoria de su padre, un as en este tercio, Manuel Ruiz "Manolillo de Valencia", recientemente fallecido.

La plaza se llenó en tarde soleada y con rachas de viento.

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FIASCO

Un fiasco más en la feria. Y van unos cuantos. La culpa, de los toros. Imposibles los de Adolfo Martín para hacer el toreo, falló hasta el sobrero de Arauz de Robles. Nada se puede achacar a los toreros con tanto en contra. De ahí la equivocada e injusta ovación al cuarto, toro tan complicado como todos los demás que fueron pitados en el arrastre, sólo por molestar a "Frascuelo".

No se entiende esa animadversión a un torero cuya hoja de servicios es ejemplar. Con sesenta años ya a las espaldas y una afición desmedida. Su estilo y personalidad rezuman torería por los cuatro costados.

"Frascuelo" no vino hoy a Madrid a mendigar nada, ni al albur de la suerte. Al revés, con una preparación física que ya quisieran muchos jóvenes, afrontó el compromiso de matar una corrida de Adolfo Martín con seriedad y mucha capacidad. Otra cosa es que los toros permitieran los mínimos desahogos para estar delante.

No pudo el maestro "Frascuelo", como no pudieron "Rafaelillo" ni Valverde, a pesar del empeño de los tres. No sirvieron esfuerzos.

Del primero al último, corrida con peligro unas veces "sordo" y otras claramente perceptible. Y algo que tampoco se puede pasar por alto: la esmirriada presencia del conjunto. Los tres primeros, más en novillos que en toros, auténticas ratas.

A pesar de los pitos en los arrastres quedó la impresión de no haberse valorado lo suficiente el riesgo asumido por los toreros, hay que insistir, por los tres sin excepción. Los silencios al final de las faenas no llevaban mensaje de respeto, más bien de no haber tenido en cuenta los méritos. Cicatero público.

"Frascuelo" despachó al primero sin haberle podido robar ni un muletazo en condiciones, pues no se dejó engañar por ningún pitón, quedándose debajo en todos los proyectos de pases.

El cuarto fue el toro que confundió a "los enterados", que no entendidos. Andarín y con la cara arriba, reponiendo las embestidas. Toro muy molesto. "Frascuelo" dejó dos trazos en la apertura por abajo, pura exquisitez. Pero a partir del tercero "el adolfo" ya no venía metido en la muleta. Y tanta incertidumbre hizo mella en el ánimo del torero.

"Rafaelillo" fue todo disposición en los dos de su lote. A su primero le faltó celo en la forma de embestir, haciéndolo al revés, de abajo para arriba. Una arrancada, a lo sumo dos, en la tercera ya estaba "orientado". Amagó pronto con "rajarse", pendiente de las tablas. Y "se metía" por los dos pitones. Pues nada de eso tuvo en cuenta el torero, muy crecido su amor propio.

El sobrero de Arauz de Robles que hizo quinto, segundo de "Rafaelillo", más de lo mismo, se quedaba corto, sin rematar los viajes y buscando. Otra vez de nada sirvió el intento del torero.

Valverde lucho también contra lo imposible. Su primero aparentemente había humillado en el capote, sin embargo, fue un espejismo, pues cuando metió la cara en la muleta era para buscar los tobillos del hombre, quedándose ahí, sin pasar.

El sexto además de todo lo malo de sus hermanos también blandeó. Valverde, que lo había recibido con una larga cambiada en el tercio, quiso mucho con la muleta. Pero el toro en el segundo pase estaba en el suelo. Voluntad contra un muro.