Nuevas becas, servidas con polémica: ¿es lo que hace falta?

Becas, becas y más becas. Ésta será una de las prioridades en materia educativa de la política educativa bajo la batuta de Gabilondo. Ya lo dejó claro el pasado miércoles durante su debut en el Congreso, cuando desgranó las claves del Pacto social y político por la educación con el que tendió la mano al resto de fuerzas parlamentarias. Crear un nuevo modelo de becas universitarias y aspirar a un "aumento sostenido" de éstas hasta llegar al 0,2 por ciento del PIB es el objetivo. Hoy el Consejo de ministros ha dado luz verde a tres nuevas ayudas que, sin mucho detalle, adelantó esta semana.

(EFE)

Darles dinero no es la única solución.

¿Qué ha aprobado exactamente el Consejo de ministros?

Estas son las novedades, que entrarán en vigor a partir del curso que viene, al que se dedicará un presupuesto un 8 por ciento mayor que el de este curso (un total de 1.134 millones de euros):

Becas-salario

Dirigidas a universitarios de rentas bajas, se trata de intentar compensar (con 2.800 euros anuales) la ausencia de ingresos y evitar que los estudiantes se vean obligados a dejar su carrera para ponerse a trabajar. El umbral de renta para obtener esta ayuda se incrementa un 3,6 por ciento con respecto a este curso lo que supondrá, según los cálculos del Ministerio, que habrá un 5 por ciento más de alumnos becados.

Becas de mantenimiento

Estas ayudas están dotadas con 1.350 euros y serán concedidas a los alumnos que se encuentren en riesgo de abandonar el sistema educativo. Pero, ¿qué quiere decir esto exactamente? Que las percibirán los que formen parte de los llamados PCPI (Programas de Cualificación Profesional Inicial), en los que estudian alumnos mayores de 16 años que no han obtenido el graduado mínimo, el de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Se trata de una especie de sustitución de la anterior garantía social. A ellos van destinados los estudiantes que se sabe que no van a conseguir titular, en un último intento de que continúen en el sistema educativo por otra vía.

En los PCPI se inician en el aprendizaje de un oficio y, además, existe la posibilidad de que reciban unas horas complementarias de las asignaturas básicas y, al término de dos años, obtengan el título de la ESO. Algunos expertos ven en esta solución un buen camino de que todos estos jóvenes no terminen engrosando las ya de por sí desastrosas cifras de abandono escolar temprano. En caso de que no logren este objetivo, los beneficiarios deberán reembolsar la aportación económica.

La polémica: o no es suficiente o es injusto

Y, precisamente, son estas últimas becas las que han levantado ampollas en diversas asociaciones de padres. Por ejemplo, la Confederación Española de Asociaciones de Madres y Padres (CEAPA), aunque da la bienvenida a una mayor inversión educativa en forma de becas, ha recalcado que el fracaso escolar no se soluciona únicamente con dinero. "Sería iluso pensar así", señala Pedro Rascón, presidente de este colectivo. "El dinero es importante, pero no va a tener un efecto si la escuela que tenemos sigue estando más cercana al siglo XIX que al XXI, con clases magistrales, una enseñanza poco atractiva y unos contenidos que son los más densos de la Unión Europea", recalca.

Una interpretación muy distinta de la medida es la que ha hecho la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Alumnos (CONCAPA). Para ellos, resulta "escandaloso" que se premie a los alumnos con peores notas, en lugar de hacerlo con aquellos que se esfuerzan en el estudio. Una vez más, se enfrentan dos concepciones muy distintas de la educación y de los problemas del sistema español. Por una parte, los que esgrimen como principales valores la cultura del esfuerzo y la enseñanza a la vieja usanza y, por otro, los que reivindican un sistema que ponga en el centro de sus preocupaciones a los propios alumnos.

Y, frente a todos ellos, el monstruo del fracaso escolar. Un gigante al que nadie sabe muy bien con qué armas combatir. Los medios y las becas son necesarios, especialmente para garantizar las condiciones de igualdad en el acceso a la educación. "Algunos de los factores que más influyen en el abandono son de raíz económica y social y alumnos que provienen de sustratos económicamente desfavorecidos tienen mayor propensión a dejar los estudios por un trabajo", señala Rascón. Sin embargo, todo el mundo parece coincidir en que lo que es necesario es un cambio estructural: crear un sistema que se centre en las necesidades de los estudiantes, con contenidos más acordes a sus intereses, recursos didácticos modernos y un profesorado mejor formado.

Para saber más:

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