Karen Cowgill, Anne Roger y Brian Daigte viven en Seattle (EEUU) y todos ellos tienen ya su 'undriver license', un "carné de des-conducir" que concede la organización estadounidense 'Sustainable Ballard' a los que se comprometen a reducir el uso del coche en la ciudad.
Como explica Julia Field, una de las fundadoras del programa 'Undriving', "lo que buscamos con esta curiosa iniciativa es que la gente cambie sus hábitos de transporte a través del compromiso personal de reducir el uso del vehículo privado; es importante que la gente cambie la percepción que tiene del coche y comience a replantearse otras alternativas más sostenibles como es el transporte público, la bicicleta o el caminar; el carné es un estímulo que recuerda a cada uno de sus dueños su compromiso".
El programa 'Undriving' surgió en 2007. Sus creadores llevaban meses dándole vueltas a la cabeza para dar con una fórmula atractiva que hiciera que los ciudadanos de Seattle dejaran aparcados sus coches. Fue precisamente Julia la que propuso el concepto de 'undriving' o "des-conducir" para llamar la atención sobre lo que pretendía la organización. En sus comienzos, esta estadounidense y su equipo contaron con la ayuda de la policía del condado que trabajaba en un programa para hacer carnés de identidad a los niños. Con una cámara Polaroid en la mano, la primera prueba fue en el Festival de 'Sustainable Ballard' celebrado en septiembre. Fue un éxito: consiguieron dar 436 licencias a gente de todas las edades comprometidas al menos durante los primeros 30 días a moverse de forma más sostenible.
Lo cierto es que para conseguir este carné, no es necesario abandonar por completo el vehículo privado, pero sí reducir su uso. Mientras unos se proponen coger la bicicleta más a menudo, otros empiezan a llevar a sus hijos caminando a la escuela, algunos prefieren limitar su kilometraje o las distancias en coche e incluso hay quien se anima a compartir el vehículo con más gente para ir a trabajar. Todo con el objetivo de ir dejando poco a poco de lado este vehículo contaminante.
"La organización no impone lo que tiene que hacer cada persona, sino que es cada uno el que diseña sus propios compromisos para reducir sus emisiones de CO2. Eso sí, el requisito primordial es quemar cada vez menos gasolina", cuenta Julia. Una vez que ya tienes claros tus propósitos, sólo tienes que posar tras un mural en forma de carné y sonreír ante la cámara. En unos minutos, la tarjeta sale por la impresora. Junto a los carnés, se entregan además billetes gratuitos de autobús y varios técnicos asesoran sobre las alternativas de otros medios de transporte sostenibles.
Para Julia, este programa está dando muy buenos resultados. "una vez que se han expedido los carnés, se hace en los días siguientes un seguimiento online y los resultados reflejan que más del 90% de los participantes que responden a la encuesta cumplen con sus compromisos y el 70% ha adaptado los cambios a su forma de vida de modo permanente". El siguiente paso en el que está trabajando esta organización es llevar esta iniciativa a nivel nacional e internacional a través de internet.
A fecha de hoy, este grupo de Seattle ya ha expedido más de 2.700 licencias a personas de entre 2 y 82 años. Son muchas las historias que se encuentran detrás de cada uno de estos carnés, que con un pequeño gesto han contribuido a reducir el uso de un vehículo tan contaminante como es el coche. Julia fue una de las primeras en ponerse frente a la cámara para conseguir su tarjeta de "des-conducir". Hace cuatro años y medio esta estadounidense sufrió un accidente de tráfico. Su Honda Civic quedó destrozado y fue entonces cuando Julia decidió no reemplazarlo por uno nuevo, ni repararlo. "Desde que me muevo en autobús por Seattle, he descubierto ventajas maravillosas: ahora no gasto dinero en gasolina, ni en seguros ni reparaciones; pero no sólo eso, ahora me relaciono más con la gente (por ejemplo, en la parada del autobús) y ya no estoy limitada a esa burbuja en la que me encontraba cuando conducía".
A veces no es necesario hacer un cambio tan radical como hizo Julia: por ejemplo, Kimberly y su familia decidieron buscar una nueva clínica dentista donde fuera más fácil llegar con la línea de autobús que pasaba frente a su casa, en lugar de coger en coche. Scott también dejó de conducir a favor del autobús y ahora reconoce que sus pies y este medio de transporte son sus mejores amigos. Por su parte, Margarett disfruta viajando en autobús por las noches, aprovecha el tiempo para adelantar trabajo y se olvida por completo de coger el volante.
Una de las últimas ciudadanas en conseguir el carné ha sido Anne Roger. Con 70 años, esta mujer solía desplazarse por la ciudad con su Subaru 2000, pero con la subida del precio de la gasolina, esta estadounidese se propuso a sí misma ver cuánto tiempo podría estar sin rellenar el depósito. Consiguió estar dos meses sin echar gasolina y redujo sus recorridos en coche. Ahora, con su nuevo carné de 'undriver' se ha planteado superar su propio récord.
Y tú ¿te animas a aparcar el coche y cambiar de carné?
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Me parece una iniciativa que deberían tener en consideración los políticos del mundo entero: económico, saludable y concienciador. +
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