El joven de Almansa (Albacete) de 23 años que padece la gripe porcina, el primer caso confirmado en Europa, llegó a España desde México el pasado 22 de abril. El estudiante de la Universidad de Valencia había estado en la Rivera Maya con otros compañeros de carrera (Administración y Dirección de Empresas) y de otras titulaciones (Derecho, Odontología y Nutrición). En su avión viajaban alrededor de un centenar de estudiantes. Entre ellos Javier Cervera, el paciente ingresado en el Hospital de la Fe de Valencia, y la joven de 21 años que permanece en el centro de Hellín, también en Albacete. ¿Es pura coincidencia o son los aviones caldo de cultivo para este tipo de enfermedades? ¿Qué posibilidades de contagio hay dentro de ellos?
Los virus viajan en avión
Efectivamente. Con los aviones pasa algo así como con las aulas de los colegios o como con las oficinas. Al estar tanta gente junta, en un espacio tan reducido y durante tanto tiempo, es muy fácil que se transmitan enfermedades dentro de ellos. Y es que, "en la convivencia estrecha o la permanencia durante un periodo de tiempo prolongado, una persona que tiene un virus constituye un riesgo para el resto de las personas que están a su alrededor", asegura José María Eirós, especialista en Microbiología. Según él, "las variables de proximidad, densidad por metros cuadrados y estanqueidad en el aire facilitan en contagio de este tipo de enfermedades". De ahí que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considere que los aviones y en concreto los aviones en viajes prolongados, como los que operan de México a Madrid, son un riesgo para la salud.
El riesgo depende del lugar en que esté sentado cada pasajero. Aquí el peligro lo determina estar o no cerca del enfermo. Según un estudio realizado en 2005 por Alenxandra Mangili y Mark Gendreau, de los Centros Médicos Tufts-New England y Lahey Clinic, el primero de Boston y el segundo en Burlington (ambos de EEUU), para la mayoría de las infecciones, el mayor peligro se encuentra en los individuos que estén sentados en cualquiera de las dos filas de asientos próximos al pasajero afectado. De ahí que la OMS recomiende en su protocolo de actuación el aislamiento de los posibles enfermos sentándolos solos en una fila y dejando las dos delante y las dos de atrás libres.
Pero esta distancia de seguridad no siempre es válida. Según dicho estudio sobre la transmisión de infecciones durante vuelos comerciales, esta prevención no sirve en caso del paciente con Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS). En ellos el cerco se amplia hasta la fila siete. Mientras, las probabilidades de contagio disminuyen a casi cero en los pasajeros sentados 15 filas más allá de la zona de infección.
La explicación de la fácil propagación de estos virus está en el aire. Como decía José María Eirós tiene mucho que ver la estanqueidad de éste. El avión es un sistema cerrado en el cual el aire se remueve, pero no se cambia. De ahí que cualquier virus tenga altas probabilidades de quedarse flotando.
Un estudio realizado en 2001 por el profesor Martin Hocking, de la Universidad canadiense de Victoria, asegura que la pobre calidad del aire que circula dentro de los aviones comerciales conduce a la fácil difusión de enfermedades como la tuberculosis, la gripe o la varicela. En marzo de 2003, un único pasajero con síndrome respiratorio agudo severo (SRAS) infectó a 22 de los 37 pasajeros en un vuelo de Hong Kong a Beijing. Fue durante un vuelo de tres horas. Los pasajeros infectados estaban sentados en las siete filas de delante y de detrás del enfermo.
Alenxandra Mangili y Mark Gendreau insisten en que una adecuada ventilación reduce la concentración de bacterias en el aire. Si se duplica la ventilación en la cabina se reduce el riesgo de infección a la mitad. Además, la OMS aconseja a las compañías aéreas que aumenten la ventilación de las aeronaves cuando el vuelo se retrase y las puertas estén cerradas. De no ser así, los retrasos en tierra no deben prolongarse más de media hora.
Es esta facilidad de contagio la que explica que la mayoría de las personas que llegan de México lo hagan con la mascarilla puesta. Aunque Sanidad nos asegura que no son necesarias —ni en su caso, ni en el de la tripulación—, los pasajeros lo están haciendo por prevención. Además, en el propio aeropuerto de México D.F., las autoridades las están repartiendo.
No es igual para la tripulación. Según denuncia el Sindicato de Tripulantes Auxiliares de Vuelo de Líneas Aéreas (STAVLA), la dirección de Iberia prohíbe a estos trabajadores utilizar guantes y mascarillas en los vuelos con México para protegerse de un posible contagio de la gripe porcina. Arancha Castaño, de STAVLA, asegura que "no llevamos ni guantes ni mascarillas ni nos dejan hacerlo". Según ella, Iberia dice que no se pueden proteger "porque da mala imagen a los pasajeros".
La compañía sólo permite usarlas "en caso de que se detecte un sospechoso de gripe porcina", continúa. "Es el miembro de la tripulación encargado de atenderle el que puede ponerse la mascarilla", el resto está a expensas de "lo que determine el sobrecargo". "La cabina de los pilotos está totalmente aislada, el aire que circula en ella es diferente. Por eso, no les preocupa lo que pasa en el resto del avión", asegura y añade: "Utilizando una mascarilla sin consentimiento podemos arriesgarnos a ser denunciados". Mientras, desde Iberia insisten en que se está siguiendo el protocolo de actuación de la OMS y que no es necesario el uso de mascarillas.
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