Coge tu dinero y escápate a Nueva York

Rosa estaba harta. Llevaba cinco años empalmando un trabajo con otro —la mayoría con contrato por obra— sin apenas poder pararse a respirar (y de vacaciones ya no hablamos). El problema de Estefa era diferente. La crisis pegó fuerte en su empresa y llevaba tres meses sin cobrar. A María, que trabajaba en una multinacional de la publicidad que comenzó a perder cuentas con la crisis, directamente la despidieron. Las tres aprovecharon el desempleo y su juventud (y el no tener hijos ni hipoteca que mantener, claro está) para pararse a pensar y a coger carrerilla. Ahora nos cuentan cómo su situación —y el dinerillo que recibieron, ya sea el subsidio o la indemnización—, lejos de desanimarlas, les ha servido como trampolín para vivir la experiencia de su vida en la ciudad de sus sueños: Nueva York.

Lynt (flickr)

Nueva York, la ciudad que nunca se para.

Rosa y María ya habían caído rendidas ante la ciudad estadounidense cuando disfrutaron de un pedacito de ella como turistas. "Me hubiera salido mucho más económico irme a Londres, pero decidí venirme a Nueva York", señala Rosa. Como ellas, muchos jóvenes han aprovechado la situación de incertidumbre económica para cumplir su sueño de vivir en un lugar excitante, de película, como Manhattan, Brookling o Queens. Pero hay algo en lo que todas coinciden y es que el inglés fue el principal motor de su decisión. "Durante los casi dos meses que estuve en el paro y en Madrid me plantee múltiples destinos, que siempre tenían el inglés en común", explica Estefa, para quien, al igual que Rosa, el inglés era "su espinita".

El desempleo y la inestabilidad han multiplicado la demanda de cursos formativos, sobre todo los de idiomas. "Me apunté a un curso de inglés en Barcelona en esa temporada y los profesores me contaban que habían aumentado un montón la cantidad de alumnos, que no daban abasto, que se les llenaban las clases de ingenieros, arquitectos, etc. en paro, que aprovechaban el momento para estudiar inglés mientras no encontraban trabajo", cuenta María.

Como es obvio, ni María ni sus ahora conciudadanas pensaron en una temporada más larga de los tres meses que dura el permiso de turista estadounidense permanecer en el país, dados los dificultosos trámites para hacerse con un visado de estudiante, y la imposible tarea de conseguir uno de trabajo. "No es ni mucho tiempo como para desconectar del todo, pero el suficiente para descansar", asegura Rosa. Estefa descubrió "lo difícil que era tramitar el tema de los visados si quieres quedarte más de tres meses" sobre la marcha, así que como su decisión "era inminente, ya no podía soportar estar más tiempo en Madrid sin trabajar", optó por quedarse el tiempo permitido.

Una vez decidido el destino y el tiempo de estancia en el extranjero, llega el momento de ultimar los detalles. "Lo hice todo por mi cuenta, me busqué un curso de inglés para preparar el TOEFL y me apunté directamente por internet, sin intermediarios (que se aprovechan mucho y son carísimos), me busqué una residencia de estudiantes en Manhattan, lo más económico que encontré", relata María, que ya lleva unas semanas acudiendo a clase en la ciudad norteamericana, que no piensa desaprovechar el tiempo y se ha apuntado a un curso de fotografía ."Es una ciudad superfotogénica, te dan ganas de hacerle fotos a todo. Además, como yo trabajo en publicidad, creo que también será muy bueno para mi currículum", sostiene.

Claro que ya que uno se ha cruzado el charco, tampoco está de más aprovechar los momentos de ocio y viajar. "En estos dos meses pienso vivir al máximo la ciudad, subsistir con el dinero que tengo, viajar un poco por la Costa Este...", relata Estefa, que no hará ningún curso porque "no hay dinero para tanto".

Hacer o no hacer trampas, esa es la cuestión

Ahora la gran pregunta. ¿Aplazo el subsidio del paro —suspenderlo por un tiempo máximo de un año para irte al extranjero a formarte o trabajar— o hago la trampilla? Estefa y María optaron por la primera opción. "Me pareció mucho más sensato hacerlo todo de forma legal teniendo en cuenta que no estoy en Europa, a pesar de que el paro ya se puede sellar por internet (lo que te pone la ilegalidad en bandeja)", explica Estefa, que sólo cobró dos meses antes de irse de viaje, y que volverá a percibir el subsidio a partir de junio.

Pero Rosa hizo sus cálculos y se dio cuenta que necesitaba el dinero para poder vivir en la ciudad estadounidense. Ella sellará el paro por internet con su DNI electrónico. "La gente me pregunta si no tengo miedo por si me llaman del paro para acudir a alguna entrevista pero, la verdad, tal y como están las cosas, desgraciadamente no llaman a nadie", afirma.

El hecho de que sólo dure dos meses es probablemente el motivo por lo que todas hablen de este viaje como una "experiencia". "La mejor de mi vida", asegura Rosa, emocionada por haber conocido a gente de "todas partes del mundo". "Para que te hagas una idea, ¡¡ahora tengo una amiga de Kazajstán!!", asegura entusiasmada. Y eso es precisamente lo que buscaban. "Disfrutar y exprimir al máximo y llegar a Madrid con la sensación de haber aprendido y no haberme quedado en mi casa viéndolas venir", añade Estefa, que desde su habitación de Queens, aún duda si "hacer esto en plena crisis no es lo más acertado".

Pero aunque a veces les asalten las dudas, tienen claro que ha merecido la pena. En el plano personal está claro, pero todas están convencidas de que volverán con la maleta cargada de otros valores. "Creo que esta experiencia sólo tiene cosas positivas porque, por un lado podré mejorar mi currículum con un título en inglés y un curso de fotografía en la Big Apple y, por otro lado, conocer una ciudad tan grande, cosmopolita, multirracial, cultural y apasionante", explica María porque, como dice Estefa, "no todo en el currículum es trabajo".