Para cualquiera que se haya asomado a la Justicia española, ésta podría asemejarse al inhóspito vientre abovedado de una ballena. Ésta es la historia de un Jonás apócrifo que salió del vientre de la ballena para pisar tierra firme, aunque más tarde tuvo que volver a esa maquinaria obsoleta y torpe que es la Justicia española.
En la sede de la Fiscalía General.
Salvador Viada, después de haber lidiado en diversas plazas españolas, fue propuesto como teniente fiscal (un cargo de relumbrón en la carrera), pero se topó con el político de turno que torpedeó su nombramiento. ¿Y quién no ha sentido ganas de irse al extranjero cuando las cosas no pintan bien? Pues los fiscales también. ¿Y quién no ha buscado trabajo alguna vez por internet? Pues los fiscales también.
De este modo, para evitar la situación incómoda en la que se encontraba, Salvador Viada echó a viajar su currículo y empezó a pedir puestos en el extranjero. Tras contemplar la posibilidad de hallar un hueco en alguna institución de la Unión Europea, encontró una vacante prometedora en la página web del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY). Una página web tan rematadamente impoluta y dinámica que parece el sueño de una red social. En ella puede encontrarse información sobre a quién han juzgado, a quién están juzgando e incluso la transcripción oficial de los juicios.
"Tuve que llevar todo el proceso clandestinamente, porque tampoco quería darle publicidad, ya que si no me admitían no iba a quedar bien", nos confiesa Salvador Viada. No en vano, a pesar de estar congelado su nombramiento como teniente fiscal, éste seguía ejerciendo en Anticorrupción. La cuestión es que, era el año 2003, y, tras superar un par de entrevistas, se vio en las manos con una propuesta de contrato.
Una vez desembarcó en el Tribunal de La Haya le asignaron el caso de Srebrenica, donde las tropas de Ratko Mladic causaron una matanza de 8.000 musulmanes. Entonces fue a presentarse a la mismísima Carla del Ponte:
— Buenos días -dijo Carla del Ponte.
— Buenos días -contestó Salvador Viada.
— Busque usted un horario para hacer cursos de informática -prosiguió del Ponte.
— Ahora mismo -concluyó Viada.
No sé si el lector habrá visto una fotografía del rostro adusto de Carla del Ponte. "Ella es seria, pero tiene una gran personalidad y sabe manejar muy bien la Fiscalía", nos explica ahora su interlocutor español. "Y luego, es una mujer muy valiente. Si tenía que plantarse a dar caña al Vaticano, a Bosnia o a la ONU, ella lo hacía", añade Viada al referirse a la ex fiscal y actual embajadora de Suiza en Argentina.
Durante la entrevista.
Y lo del curso de informática se debe a que todo allí está informatizado. "Lo de Holanda es otro mundo. Yo no sabía lo que me iba a encontrar y, de repente, veo que, en vez de ponerme a estudiar temas jurídicos, lo primero fue aprender cómo funciona el sistema informático", asegura Viada. Y es que allí no se ve apenas un simple papel y todos los documentos son escaneados antes incluso de llegar a manos de los fiscales. ¿A quién no se le vienen ahora a la cabeza las imágenes de las montañas de papeles que inundan cada juzgado español?
Tras algo más de un trienio en Holanda, Viada fue nombrado fiscal del Supremo, cargo que ahora ocupa, por lo que decidió hacer las maletas de vuelta y regresar al vientre de la ballena. Entonces debió resonar en su mente una canción de The Decemberists, aquella que habla de "un campo de lágrimas que nunca traerán ni un penique". Así debió percibir la congénita falta de medios que históricamente ha pinzado la acción de la Justicia española, y más tras su experiencia en el sofisticado mundo de la verdadera modernización judicial.
"Aquí se está empezando a hablar de un sistema informático interconectado, pero eso queda muy lejos del escaneo de todas las causas. No hay ninguna duda de que un sistema ideal es aquél en el que saltan las alarmas cuando los asuntos se retrasan, en el que todo el mundo tiene acceso a saber cómo está su expediente, y en el que las partes pueden consultar aquellos documentos que necesitan allá donde se encuentren", nos explica Viada.
Si hubiera que definir la Justicia española a través de un símbolo, más que una mujer con los ojos vendados, una balanza en una mano y una espada en la otra, tal vez fuese más adecuado hablar de una persona bolígrafo en ristre. Y es que Salvador Viada confirma el tenebrista rumor de que aún hoy hay quien dicta sus sentencias a bolígrafo, bien lejos de usar un ordenador. "Hay un problema en España, latente, que es la resistencia interna a cambiar los hábitos de trabajo. Pero habría que ceder en la comodidad de cada uno en beneficio colectivo", asegura el fiscal del Supremo.
Podría decirse que la Agencia Tributaria es, informáticamente hablando, la niña bonita de la Administración. Mientras, la Justicia es la niña de mirada triste que, además, soporta más de un par de decenios esperando pegar el estirón. "Llevo 26 años de profesión y tengo la sensación de que la Justicia no ha mejorado desde que ingresé. Hay más garantías, hay más gente y lo que tú quieras. Pero en lo esencial no ha mejorado", se lamenta Viada.
La expresividad de Viada.
Otro de los detalles que convierten a Salvador Viada en un fiscal singular y que justifican esta entrevista es el mantenimiento de un blog llamado 'Justicia imparcial'. Si bien el nombre de la bitácora podría encajar como título en un telefilme de Steven Seagal —repito, 'Justicia imparcial'—, lo cierto es que los enemigos, en vez de ser una banda de ex militares kosovares o de mafiosos chinos, son algo tan patrio como los molinos de viento, o más correctamente, el viento que mueve los molinos, que en la Justicia son los vientos de la política.
Cada vez que escucha eso de la politización a Salvador Viada se le hincha la vena del cuello. Pero lo cierto es que ha habido un cambio muy reciente en el Ministerio de Justicia y toca hablar de ello. Caamaño ha llegado con un paquete de ambiciosas reformas y un cheque de 600 millones de euros bajo el alerón. ¿Dejará de ser la Justicia un Seat 600 con esos 600? "Estas promesas ya las he visto yo antes", matiza escéptico Viada.
Sin embargo, Viada adopta el rol de amante que no se da por vencido —y Viada ama la Justicia— y está dispuesto a tropezar de nuevo, como demuestra en la última entrada de su blog: "Hoy, sin embargo, creo que algo empieza a cambiar", se lee. "Quizás los políticos han percibido que la Justicia empieza a ser algo que puede tener cierta influencia y causarles cierto perjuicio", nos explica. ¿Tendrá razón esta vez o será el enésimo tropiezo de un amante que se niega a arrojar la toalla?.
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