El viento ya no sopla a favor de La Muela

LA MUELA (ZARAGOZA).-  Molinos, corrupción y tramas al más puro estilo Falcon Crest. La Muela, el pueblo que hasta hace sólo unas semanas tenía el viento a favor, pasa por sus horas más bajas. La alargada sombra de la corrupción urbanística planea por su alcaldesa, María Victoria Pinilla, salpicando a una larga lista de imputados.

Carolina Gascón

Nada aquí está pensado para pasar desapercibido. El mismo autobús que me lleva hasta allí, con el skyline del pueblo serigrafiado en la carrocería, es un canto al desarrollismo más desaforado. Estamos en una localidad que en los 80 apenas contaba con mil habitantes y que en la actualidad quintuplica su población. Unos datos que hablan a las claras de un crecimiento insostenible, patrocinado por la energía del viento.

Este es un escenario de leyenda por el que pasaron personajes célebres como Francisco de Goya del que aparentemente ya no queda nada. El terreno estepario, unos 166 kilómetros cuadrados de extensión municipal, es de una desolación casi lunar. O al menos hasta llegar al polígono Centrovía, vendido palmo a palmo por el ayuntamiento de La Muela en una jugosa operación urbanística. En el otro lado de la carretera, diviso el esqueleto de una urbanización fantasma en pleno secarral, con el sugerente nombre de 'Ciudad Zaragoza Golf': 9.500 viviendas en 350 hectáreas, parcialmente construidas.

El tablero de este gigante Monopoly se completa con una nueva casilla. La de la urbanización Alto de La Muela Norte: 1.575 viviendas en frágil equilibrio sobre 105 hectáreas. Afortunadamente, al llegar al puerto el paisaje se da un respiro con una mancha verde de pinos de reforestación.

Mi primer contacto visual con La Muela es bastante desconcertante. No sé si estoy en un pueblo o en los arrabales de una ciudad de 50.000 habitantes. La avenida, custodiada por una hilera interminable de adosados y farolas bicéfalas, es una prueba más de lo que el dinero no puede comprar: el sentido común y un mínimo criterio estético.

Recortada tras una aberrante escultura (no será la única que encuentre a mi paso) una grúa avisa de que el pueblo entero es zona de obras. En algunas ventanas hay colgados carteles de 'Se vende'. Son una llamada desesperada de algunos vecinos, que intentan deshacerse de su reciente adquisición. Como sucede en el resto del país, muchos zaragozanos han dejado la metrópolis para convertirse en colonos de extrarradio. Ahora son, como diría Leopoldo Abadía, ninjas con graves apuros para sostener dos hipotecas.

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C. G.

A la izda., las casas nuevas de La Muela. A la derecha, una tradicional.

Por suerte, el moderno ladrillo deja paso a una arquitectura más tradicional en pleno casco urbano. Aquí la reina es la piedra, orgullosa en la preciosa iglesia de San Clemente y en la Escuela de Música. En otras construcciones más humildes, la cal refleja como una lupa la luz del sol, convirtiendo el blanco en una experiencia casi irreal. Con pena, observo cómo una máquina interviene en una de estas casas. Mientras saco mi cámara de la mochila, me atrevo a preguntar a un abuelo por la detención de la alcaldesa. Sólo obtengo un revelador "el mundo está loco", seguido de una sonrisa llena de intención.

"Todo el mundo sabía lo que estaba pasando"

Tampoco saco nada en limpio de mi charla con un barrendero, que declara no tener ni idea de la gestión del Ayuntamiento. Tan sólo una mujer de unos 30 años se atreve a poner el dedo en la llaga: "Todo el mundo sabía lo que estaba pasando, pero hasta ahora nadie le ponía nombre. Esto es corrupción urbanística y ya está. Aquí hay gente que se ha enriquecido a manos llenas".

Con cargos de cohecho, fraude y blanqueo de capitales entre otros, la alcaldesa de La Muela permanece en la cárcel de Zuera, probablemente soñando con el Caribe que tantas veces ha visitado. Sus propiedades, ahora embargadas por la justicia, dibujan un mapa que va desde Sotogrande hasta Madrid, pasando por República Dominicana.

Horas antes de su detención el pasado 19 de marzo, la 'sheriff Mariví' explicaba en Radio Zaragoza su último y más extravagante proyecto: el rodaje de un culebrón, 'Con el viento a favor', dirigido por el venezolano Gilberto Varela y protagonizado por vecinos del pueblo. La noticia, más propia del Día los Inocentes que de un Ayuntamiento serio, no deja de dar vueltas en mi cabeza. En el fondo, reconozco que no es tan descabellada. Tiene todos los ingredientes para enganchar a la audiencia: una alcaldesa que guarda los lingotes debajo del colchón (unos 600.000 euros encontrados en depósitos bancarios). Una corte de acólitos enloquecidos por la fiebre del oro, y un digno heredero, su hijo Víctor Embarba, consumado jinete de los páramos de La Muela.

C. G.

El Auditorio del pueblo.

Esta superproducción nunca verá la luz. Aunque como en los grandes feudos, quedarán para la posteridad las obras públicas firmadas por el Ayuntamiento. Un fastuoso Auditorio, un coso taurino con cubierta cerrada que costó la friolera de un millón de euros y en el que actuó el mismísimo Julio Iglesias. Y tres museos: el primero dedicado al aceite, el segundo al viento y el tercero a la vida (en este último podemos contemplar una reproducción de homínidos prehistóricos creada en exclusiva por el mismo equipo de El laberinto del Fauno). La oferta lúdica se completa con un zoo, el Aviapark, en el que especies exóticas como los canguros tratan de adaptarse a un hábitat más propio de la oveja rasa aragonesa.

Aunque para ser sincera, lo que más me llama la atención es el reloj de autómatas que adorna el Ayuntamiento de La Muela. Un carísimo mecanismo en el que no faltan reyes medievales y hasta un grupo de danzantes. O la coqueta biblioteca al más puro estilo inglés, en la que me parece ver leyendo al mismísimo Harry Potter.

Será cosa de la primavera, del tráfico de influencias o de la mezcla de estilos arquitectónicos… pero el caso es que empiezo a tener alucinaciones. Es el momento de regresar a Zaragoza en el Expresso. Pero antes, justo al doblar una esquina, me encuentro con un nuevo tótem muelano. Un mural de cerámica esculpido sobre el viejo frontón, que dibuja un paisaje poblado de aerogeneradores eólicos. El eslogan, cómo no, es el sempiterno 'La Muela, con el viento a favor'. Sólo entonces pienso en la grandeza del viento del noroeste, nuestro amado cierzo, capaz de barrer en un soplido todo atisbo de corrupción.

Y además

• El atlas de la investigación en La Muela (El Heraldo de Aragón)
• Dos formas de invertir el dinero de los molinos de viento