Unión Europea: sin imagen, sin Tratado y ahora, sin cabeza

Al perro flaco todo se le vuelven pulgas. A pocos meses de unas elecciones que siguen sin generar mucho entusiasmo —más allá de ser un terreno para la batalla política nacional— y las dudas sobre el futuro Tratado, llega la caída del primer ministro checo, que ejerce este semestre la presidencia de turno de la Unión Europea.

C. Karaba (EFE)

El primer ministro checo, Mirek Topolanek, esta mañana durante su ¿último? discurso en Estrasburgo.

La moción de censura que derrocó por sorpresa a Mirek Topolánek se leía a última hora de ayer y esta mañana en los pasillos del Europarlamento como una "maniobra" del euroescéptico presidente checo, Vaclav Klaus. El Gobierno de centro-derecha perdió la votación por un solo voto, lo que fue posible gracias al apoyo de cuatro diputados cercanos a este veterano dirigente. "Con esta estrategia se evita ratificar el Tratado de Lisboa —cuya votación se complica en el Senado checo— antes de que se pronuncien los irlandeses", comentan fuentes europeas.

¿Pero cómo afectará esta derrota a la presidencia de turno de la República Checa? En Bruselas no hay mucha preocupación. Según fuentes de la Presidencia, la Comisión tiene su propia maquinaria de trabajo que no se detendrá, aunque haya incertidumbre sobre el futuro de Topolánek —no se sabe si habrá elecciones anticipadas o si el presidente nombrará a un nuevo primer ministro— durante los próximos meses.

En el ámbito de la aprobación legislativa, mientras que los socialistas europeos critican la inactividad de estos primeros meses de 2009, los 'populares' destacan la "buena capacidad" de gestión de los funcionarios checos, "que se saben muy bien los temas y los están sacando adelante". Horas antes de conocerse la destitución de Topolánek, se aprobaba una revisión sobre el uso de cosméticos o acordaron limitar las tarifas del servicio de roaming. Otra cosa serán las próximas citas en la ajustada agenda que queda pendiente antes de las elecciones de junio, con medidas sobre el apagón digital, la regulación del sistema financiero o la directiva del tiempo de trabajo.

El futuro del Tratado de Lisboa

Más dudas hay sobre el papel que pueda tener ahora un presidente de turno sin poder político real. Topolánek participará en las próximas semanas en reuniones importantes, como el G-20 de Londres o la cumbre bilateral UE-EEUU de Praga. "Aunque su gran reto político antes de que concluya su presidencia —el 1 de julio— es el reparto de cargos de la próxima Comisión", según un veterano de Bruselas. "¿Qué respeto puede tener a ojos del mundo la presidencia de la UE cuando está dirigida por alguien que es un zombie político?", se pregunta Tomas Sedlacek, quien fuera asesor del primer presidente de la República Checa, Vaclav Havel.

Y es que el Tratado de Lisboa sigue siendo una espesa sombra que cubre las elecciones europeas del 7 de junio. Tanto el número de eurodiputados, como la composición y funciones de la Comisión que elija el Parlamento saldrán del Tratado de Niza, pendiente sólo para su defunción de lo que digan los irlandeses —si es que a la segunda deciden cambiar su 'no' por un 'sí'—. El papel de interlocutor del presidente de turno con los Veintisiete para pactar el futuro gobierno de la Comisión "puede verse complicado", según admitía ayer el propio Topolánek.

Temerosos de la desafección electoral

Sin embargo, a estas alturas se da por seguro que los socios comunitarios pondrán un parche a la situación, reeligiendo a Durao Barroso al frente de la Comisión —cuenta con el apoyo de los 'populares' y no está mal visto por los socialistas Sócrates, Zapatero y Brown— y la clave estará en el reparto de comisarios. "Los más preocupados con este asunto son los suecos", reconocen fuentes 'populares' de Europa, que tendrán que gestionar la Europa poselectoral.

Ese es precisamente el tercer revés que puede recibir el futuro europeo en pocos meses. Las elecciones que se celebrarán entre el 4 y 7 de junio en los 27 estados miembros preocupa a las autoridades comunitarias, que en esta ocasión, y tras comprobar el poco entusiasmo que genera la cita electoral (sólo el 14% de los europeos conoce el día que tiene que acudir a las urnas, y en las últimas elecciones de 2004 participó el 45.6%) han decidido lanzar una campaña conjunta para promover la participación.