El Mundial será para quien más carreras gane. Adiós a la regularidad, adiós a la importancia de la tabla de puntos (en adelante un mero recurso de desempate), adiós a las raíces de la F-1 desde 1950. Y todo esto a semana y media de la primera carrera... La historia dice que, de haberse aplicado este sistema desde 1950, sólo habría alterado el resultado final de 12 Mundiales. Juan Manuel Fangio sería seis veces campeón, Ayrton Senna habría ganado cuatro, igual que Clark, Nigel Mansell habría visto premiada su agresividad con tres coronas y Nelson Piquet habría tenido que devolver dos de sus tres campeonatos. Jody Scheckter, Lewis Hamilton y Keke Rosberg estarían en blanco...
El podio del GP de China.
La FIA ha perdido el norte. Primero fue el KERS, un dispositivo de alta tecnología cuyo desarrollo ha costado una fortuna a la parrilla, anunciado unos meses antes de que el propio Max Mosley amenazara con recortes drásticos de gastos. Pero esta evidente incoherencia no sorprendió a nadie en ese momento (de hecho, este sistema de medida derrochadora seguida de una contramedida de ahorro ha sido constante en el mandato de Mosley). Ayer, en cambio, asistimos con perplejidad a una versión corregida y aumentada de la norma. El Consejo Mundial decidió, en reunión ordinaria, arrinconar la propuesta de cambio de puntuación de la asociación de equipos (que querían alterar el baremo de los tres primeros, premiándolos con 12, 9 y 7 puntos, respectivamente) para hacerle un nuevo guiño (y van...) a Bernie Ecclestone y sus medallas, sistema rechazado de pleno hace unos meses por el establishment y la afición. ¿Conclusión? Gana la banca, como en la vida real.
Un primer análisis del sistema nos devuelve a la esencia elemental del deporte, lo que es bastante positivo. Para llevarse el Mundial habrá que pelear y arriesgar, ganar carreras, en definitiva, lo que dará al traste con aquellas temporadas con inicios fulgurantes de un piloto seguidas de finales de año puramente especuladores. En adelante, se acabaron las celebraciones del segundo y tercer puesto. Ya lo decía Ayrton Senna: "El segundo es el primero de los que pierden". Claro que, puestos a pensar así y en vistas de que el podio pasará a ser un objetivo devaluado, la FIA podría imitar a la NASCAR norteamericana, y dejar entrar a su particular 'Victory Lane' al vencedor de las carreras. Al fin y al cabo, ¿de qué sirve acabar justo detrás?
También crecerá, teóricamente, el espectáculo en el tramo final de la temporada. Si ocurre como en 2008 y se alcanza la última prueba con dos pilotos empatados a triunfos, el último GP se correrá a todo o nada. Ahora bien, esta circunstancia no tiene demasiados precedentes en la F-1...
Un primer análisis del sistema nos devuelve a la esencia elemental del deporte: para llevarse el Mundial habrá que pelear y arriesgar, ganar carreras..
El tercer punto de análisis positivo es el certamen de marcas, cuyo valor ganará enteros entre aquellos equipos descartados de la batalla de buen principio. En adelante, los caballeros de la F-1 se batirán en duelo pensando únicamente en ganar, lo que, con toda probabilidad, les obligará a tomar muchos riesgos. ¿Y qué tiene que ver esto con las marcas? Sencillo. Si las escuderías que ganan fallan a menudo, aquellos que no tienen la fortuna de hacerlo pueden centrar su actuación en sumar buenos puntos para el Mundial de constructores y consolarse así con un título bien premiado económicamente.
El capítulo de contras crece en importancia con la crisis. Pensemos en la actuación de BMW en 2008. El constructor alemán mantuvo a Robert Kubica en la pomada del título hasta el penúltimo GP a pesar de lograr una sola victoria en todo el año. De haberse aplicado la norma Mosley, el polaco habría quedado descartado desde buen principio, y eso que en la tabla de puntos habrían seguido muy arriba...
Trasladado al contexto actual, pongamos un nuevo supuesto. ¿Qué sentido tendría para un fabricante acabar la temporada en F-1 si, atravesado el ecuador del año, ya no existen posibilidades matemáticas de tener a uno de sus pilotos en la lucha por el título? La FIA lo justificará aduciendo lo que antes comentábamos del campeonato de constructores, pero la repercusión mediática (verdadero sentido de este business) caería exclusivamente sobre los aspirantes al cetro de pilotos, lo que restaría más retorno aún a los demás. Pongamos nombres: ¿y si Toyota no gana? La firma japonesa ya ha avanzado que este año está ante su "última oportunidad", y que si no alza el título o está arriba, recogerá los bártulos de la sede en Colonia y empezará a trazar nuevos planes deportivos. ¿Qué sentido tendría para ellos acabar la temporada?
¿Cómo quedará Fernando Alonso?
En el centro de esta permanente guerra de descartados y elegidos estarían aquellos equipos que dependen de un motor cliente, como Force India, Williams, Red Bull, Brawn GP o Toro Rosso. Ellos podrían esconder la llave del campeonato si sus suministradores de propulsores, Mercedes, Renault o Ferrari, necesitan 'una ayudita' para ganar, lo que alteraría otro de los principios esenciales de la F-1: la independencia de los equipos.
Y de vuelta al campo de la emoción por el título, me pregunto qué ocurriría si un equipo dominara con mano de hierro el Mundial. ¿Seguiría órdenes de equipo para asegurar el cetro cuanto antes o dejaría a sus pilotos pelear, regalando con ello posibilidades estadísticas al resto?
La aplicación de este sistema cambiará el futuro del mundo del motor de arriba a abajo. Como ya ha ocurrido con muchas otras normas aplicadas en la categoría reina, el nuevo baremo para juzgar a un piloto campeón se trasladará con el tiempo a todas las fórmulas de promoción existentes, del karting a la GP2. Este sencillo precepto disparará los costes de los equipos, que deberán afinar al máximo sus reglajes para ganar siempre, lo que suele tener unos costes asociados (túnel de viento, más ingenieros...) muy grandes.
La aplicación de este sistema sólo habría alterado 12 de los 59 Mundiales celebrados hasta la fecha, pero también habría hecho saltar por los aires todos los recuentos estadísticos y algún que otro trauma histórico
Y a todo esto, ¿qué nos dice la historia? Contra lo que puede parecer, como hemos comentado, la aplicación de este sistema sólo habría alterado 12 de los 59 Mundiales celebrados hasta la fecha, pero también habría hecho saltar por los aires todos los recuentos estadísticos y algún que otro trauma histórico.
He aquí la lista de beneficiarios:
Lewis Hamilton se prepara para Jerez.
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No sé qué cara se le quedará a la FIA cuando un equipo sin opciones de victoria en una carrera mande a sus pilotos abandonar con el único objetivo de conservar la mecánica. +
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
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