La perversión eléctrica

No se trata de una nueva moda sexual, aunque la descarga surja al abrir el sobre con la factura de la luz. El ministro de Industria quería convertirnos en consumidores informados pero está logrando usuarios cabreados. El subidón de la fáctura provoca airadas quejas desde enero pero el remedio de la refacturación puede ser peor que la enfermedad. Ni los ciudadanos ni las eléctricas están de acuerdo pero Miguel Sebastián se niega a rectificar y volver al anterior sistema de lectura del contador.

Siente el latigazo al leer la factura.

"En mi edificio hace un año que nadie lee los contadores de la electricidad. Lo sé positivamente porque encargamos una puerta de madera para sustituir la típica metálica que oculta los contadores, pero el carpintero no nos dio la llave y nadie de la compañía eléctrica se ha puesto en contacto con la comunidad de propietarios en los últimos doce meses", relata el presidente de esta casa situada en los alrededores de la calle Mayor de Madrid. Y su caso no es una excepción. Resulta que la medida que a instancias de Miguel Sebastián, ministro de Industria, entró en vigor en noviembre de 2008, en contra de la voluntad y recomendación de todo el sector eléctrico, sólo ha servido para abrir la caja de los truenos y evidenciar que la fórmula de cobro que emplean las eléctricas resulta más cercana a un país periférico —acepción actual que ha sustituido a país del tercer mundo o subdesarrollado— que de un país central o desarrollado. La bronca, sin embargo, surge porque los meses de noviembre y diciembre de 2008 se han facturado a precio de enero de 2009.

La idea de Sebastián consiste en obligar a las empresas suministradoras de energía eléctrica a cobrar mensualmente un recibo que hasta finales del año pasado se satisfacía cada dos meses. Se trataba de paliar el efecto psicológico que provocaría la subida de la luz aprobada por su mismo ministerio y hacer más conscientes a los consumidores del gasto que realizaban para que pudieran rebajarlo en un espacio de tiempo más corto. Es decir, concienciación y reacción o multa a quienes superen los 500 kWh para incentivar el ahorro energético. Como el coste de leer los contadores cada 30 días se cifra en 50 millones de euros para el total del sector, que las compañías acabarían amortizando en la factura, se acordó continuar con lectura bimensual. Así que un mes la cantidad que figura ha sido leída in situ y el mes siguiente lo que se refleja es un consumo estimado, una ponderación que las compañías realizan a la baja y que se cuadra al comprobar el gasto total de kilowatios.

Los sustos, las subidas de tensión arterial y la secreción de hormonas del miedo aumentaron cuando, el pasado mes de enero, las eléctricas acumularan en la factura toda la energía que no se había imputado en el recibo anterior. "Justo ese mes coincidió una subida de un 3% de las tarifas, la crudeza climática con que se despachó el invierno y el recargo al cuadrar la estimación de la facturación. Con lo cual hay casos en los que el recibo ha pasado de 50 a 200 euros", reconoce un directivo de una eléctrica. Pero la película de terror no ha hecho más que arrancar porque el ministerio de Industria tiene un papel regulador, pero cada autonomía tiene capacidad sancionadora. Así Andalucía ha sido la primera en obligar a las compañías a devolver las cantidades cobradas de más a los usuarios, que en Unesa, la patronal del sector, estiman en 70 céntimos de euro de promedio. Sevillana Endesa está ya revisando la factura de sus cuatro millones de clientes andaluces. Una decisión política adoptada tras las denuncias presentadas por FACUA, la OCU y otras organizaciones de consumidores, a la que ya se han apuntado Extremadura, Baleares, Canarias y en breve Cataluña. En FACUA aseguran que, por primera vez en treinta años, las denuncias al sector eléctrico encabezan el ranking de los consumidores.

Claro que la refacturación que realizarán las eléctricas y que la CNE (Comisión Nacional de la Energía) recomienda devolver en tres días cuando se haya producido un cobro indebido, tal y como aprobó en el último consejo celebrado ayer mismo, tiene un coste elevado para las compañías que ¿adivina quién lo terminará asumiendo? Tú, en la factura, previa autorización ministerial a final de año. Y si no pagas, son las eléctricas las que tienen la sartén por el mango. Te cortan el suministro, te quedas a ciegas, y a ver quién aguanta más. En más de una compañía señalan abril y mayo como meses en los que los apagones provocados por la falta de pago se empezarán a notar. Por un lado, la morosidad también está aterrizando en este sector y por otra parte, los ciudadanos enfadados por la subida que han decidido no soltar un euro hasta que la empresa les devuelva su dinero aumentarán su umbral de indignación cuando tengan que echar mano de las velas para alumbrarse.

El ministro más iluminado del ejecutivo de Zapatero se niega a rectificar. No importa que Bernat Soria, responsable de Sanidad y Consumo, anunciara en el Senado hace quince días que la factura volvería a ser bimestral si persistían las quejas. Rápidamente Miguel Sebastián insistía en que el modelo de medición se mantendría invariable. Una solución sería instalar contadores electrónicos. Enel, la eléctrica italiana dueña de Endesa, tiene en Italia más de 30 millones de contadores digitales que suponen la lectura a distancia del consumo. Enel- Viesgo, que opera en Cantabria, ya sustituyó 30.000 aparatos en Torrelavega, en una experiencia piloto bastante satisfactoria. Antes de 2015, todas las compañías deberán incorporar esta herramienta de telegestión, pero hasta que la medición sea más precisa, expláyate a gusto. Cuéntale tu caso a Sebastián.