Pieldigital, por Juan Freire
La tecnología nos hace humanos
Aunque ya hace días publiqué un primer post y fotografías en mi blog personal sobre mi reciente viaje a Liberia (Primeras impresiones), en realidad ya había escrito varios textos durante mi estancia. Por diversas razones no publiqué esos documentos y se han quedado en borrador más tiempo del que me gustaría. He decidido empezar a publicarlos ahora, a la vez que iré compartiendo el material audiovisual que obtuvimos allí. Voy a tratar de respetar las versiones originales, incluyendo sólo las ediciones imprescindibles y añadiendo en algunos casos fotografías. Así este primer post recoge mis impresiones después de mi primer día en África. Por supuesto esta visión se vio muy enriquecida por las semanas pasadas allí, pero me pareció interesante publicarlo tal como lo escribí en su momento. Aunque estos posts no se atengan estrictamente a la línea que desarrollo en Piel digital, sí abordan desde otros puntos de vista los temas que me interesan y apasionan como son los cambios sociales y culturales asociados a la globalización y el papel de la tecnología en estos procesos y en el desarrollo. Liberia es un laboratorio fascinante para comprender estos procesos.
MONROVIA (LIBERIA).- Llevo menos de 24 horas en Liberia. Llegué ayer domingo 25 de enero con otros dos compañeros de 'misión'. Formamos parte de un equipo de trabajo organizado por la Fundación Centro Tecnológico del Mar (CETMAR) para desarrollar un proyecto de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Nuestro trabajo es realizar una evaluación de la situación actual de las pesquerías y la acuicultura en Liberia e identificar necesidades y oportunidades para la cooperación, en especial en el fortalecimiento del Bureau National of Fisheries (BNF) (el departamento encargado de estos temas dentro del gobierno liberiano) y en la capacitación de todos los actores relevantes en la pesca y la acuicultura. No es mi intención escribir aquí de estas cuestiones, pero sí creo relevante que se conozca la causa de mi viaje. Por otra parte, nuestro trabajo implica, y esa es una enorme ventaja, la necesidad de conocer y reunirse con representantes de la sociedad liberiana (funcionarios, políticos, empresarios, pescadores, líderes comunitarios; población urbana y rural; líderes de la sociedad civil o representantes de la economía informal ...) y de las innumerables organizaciones internacionales, gubernamentales o no gubernamentales, que trabajan en el país para su reconstrucción y desarrollo.
Reunión con comunidad de pescadores. Las mujeres son las encargadas de procesar y comercializar el pescado.
No ha sido fácil enviar este texto para su publicación [de hecho, nunca lo logré enviar y he acabado publicándolo un mes después de mi regreso]. Aquí sólo es posible comunicarse mediante teléfono móvil o Internet por satélite (no existen las infraestructuras de cable para telecomunicaciones). En nuestro hotel, y en otros, el acceso wifi existe pero es tan lento y errático que es inutilizable la mayor parte del día. Si tienes suerte y paciencia, y haciendo muchos intentos, se puede enviar algún correo o mensaje. Tengo tiempo, aunque poco, para escribir, pero casi ninguno para subir fotos o investigar y documentar un tema en Internet. Por tanto, mientras la situación no mejore, mis posts incluirán pocos enlaces (a pesar de que existen muchos donde se puede ampliar información sobre los temas que comento) y escaso material audiovisual (aunque sí estamos recogiendo en vídeo y fotografía buena parte de la experiencia... las publicaré en otro momento).
Mientras tanto, un buen sitio para empezar a entender la historia reciente de este país es el documental 'Liberia: An Uncivil war' producido por BBC, que refleja el trabajo de dos equipos de periodistas, dirigidos por Jonathan Stack y James Brabazon, empotrados en los dos bandos que se enfrentaban en la fase final de la guerra civil liberiana, en 2003. Unos desde Monrovia filmaban a las tropas del presidente Charles Taylor. Otros viajaban con la guerrilla que iba a atacar la capital en el último acto de una guerra de 15 años. Es un documento excelente que refleja la realidad más próxima que tuvieron que vivir la población civil y los combatientes de ambos bandos. Pero al tiempo es un testimonio muy duro de una realidad difícil de asumir.
Liberia ha estado 15 años en guerra civil, lleva sólo cuatro de paz y los tres últimos, de democracia.
Aquí contamos con el apoyo continuo del representante diplomático español, Javier Cantero. Un diplomático joven (este es uno de sus primeros destinos) que está siendo enormemente amable y útil. Lleva escasos seis meses en el cargo, pero ha sabido enfrentarse a un difícil papel. La oficina diplomática española se reduce en realidad a él mismo, que a su vez debe gestionar los asuntos de Sierra Leona y depende de la embajada de Costa de Marfil situada en Abdijan. Estos no son sitios fáciles si no se cuenta con apoyos locales y, en nuestro caso, la ayuda del cónsul está siendo inestimable tanto en la logística del día a día como en la gestión de contactos a todos los niveles.
Pasaremos aún otros dos días con reuniones en Monrovia. Hoy hemos estado con el ministro de Agricultura y por la tarde con más de 30 representantes del mundo de la pesca y de la acuicultura (y de paso de los diferentes grupos étnicos que constituyen este país). En los próximos días nos reuniremos, entre otros, con el representante de la FAO y con los técnicos del BNF, nuestros socios locales. Es difícil pensar que buena parte de esta gente estaba siendo víctima hace poco de la guerra y que, inevitablemente, muchos de ellos habrán sido combatientes. Tras estas jornadas, iniciamos un viaje de cinco días para visitar otras regiones costeras y conocer la situación de la pesca y la acuicultura. Iremos acompañados en alguna ocasión del cónsul, de un conductor para nuestro todoterreno y de otro vehículo con cuatro funcionarios liberianos. Tanto Monrovia como el resto del país son lugares peligrosos, pero relativamente seguros si sigues una serie de normas básicas y no te aventuras en algunas zonas o deambulas por las calles o carreteras a ciertas horas.
Salvo algunos lugares donde se amontonaban basuras, en muchas ocasiones quemándose, las calles están extraordinariamente limpias para lo que sería previsible
Somos afortunados al llegar a Liberia en enero, lejos de la temporada de lluvias que se inicia en mayo y del calor que se dispara en marzo. La estación de lluvia, que dura seis largos meses, 'inunda' el país. Las construcciones se ennegrecen por la humedad. Aún ahora, en plena época seca, los edificios destruidos y abandonados permanecen ennegrecidos, lo que les proporciona un aspecto, si cabe, aún más tétrico. Posiblemente no deberíamos identificar estas estructuras como 'abandonadas'; basta echar un rápido vistazo para comprobar que mucha gente sobrevive en su interior. Un submundo dentro del infierno que Monrovia es para la mayor parte de sus habitantes.
Liberia ha estado 15 años en guerra civil, llevan sólo cuatro de paz y, los tres últimos, de democracia. El país quedó absolutamente destruido tanto en sus infraestructuras como en sus instituciones y, en gran medida, en el espíritu de la gente. En contrapartida, muchos países y organizaciones internacionales se han volcado en su reconstrucción. En estos momentos la capital, Monrovia, es un lugar alucinante donde se mezclan los cascos azules de Naciones Unidas (más de 15.000 personas de decenas de nacionalidades), numerosos edificios oficiales del Gobierno y organismos internacionales totalmente protegidos por muros y alambradas, con una ciudad destruida. La mayor parte de los barrios, por no decir todos, están formados por chabolas. La calle es el lugar de la vida cotidiana, donde la gente pasa el rato, espera o trabaja, los niños juegan al fútbol y donde en las caras de todos alternan la tristeza con las nuevas esperanzas. Durante el día, y especialmente en la mañana, las calles son hervideros de personas, automóviles y motos. Un lugar caótico que parece empezar a recuperarse de la catástrofe. O el último reducto para la supervivencia. No es extraño viendo esta realidad que la esperanza de vida sea de sólo 44 años, consecuencia en gran medida de la enorme mortalidad infantil.
Parece que la situación ha mejorado mucho en los últimos meses. De hecho, el aspecto de Monrovia no luce peor que el que puedes ver en algunas ciudades latinoamericanas o africanas. Cada día nuevos tramos de carreteras se iluminan por las noches y parece que ya se ha iniciado la implantación de la nueva infraestructura eléctrica. Pero también es cierto que estas mejoras son más visibles en las zonas donde se acumulan los edificios oficiales, los hoteles y los 'compouds' (el término local para las urbanizaciones). A esta imagen 'amable' de Monrovia contribuye sin duda, para el observador occidental, la belleza y serenidad que transmiten los liberianos, dotados de una elegancia natural que comparten con muchos de sus vecinos de esta región africana. Pero además, visten con enorme pulcritud destacando la ropa multicolor y de diseños sorprendentes para la sobriedad (¿tristeza?) europea.
El ambiente de los hoteles merece un comentario. Sus pobladores son una mezcla de occidentales y asiáticos, e incluso algunos africanos, que trabajan para gobiernos, organizaciones internacionales o diferentes ONG. Posiblemente en este colectivo extraño se incluyan algunas personas que llegan a Monrovia para hacer negocios.
Algo me ha sorprendido; salvo algunos lugares donde se amontonaban basuras, en muchas ocasiones quemándose, las calles están extraordinariamente limpias para lo que sería previsible. Por supuesto el asfalto está cubierto de polvo y mugre, pero no hay demasiada basura. Puedes pasar por una calle rodeada de chabolas y edificios destruidos, pero prácticamente no hay papeles en el suelo. Todo está anormalmente limpio. Días después, nos confirman que es el resultado de una acción del gobierno para mejorar las condiciones de vida y el aspecto de las calles que, al parecer, ha sido efectiva.
Liberia en Google Maps
Monrovia en Google Maps. La barra de arena situada a la izquierda es Westpoint, un enorme asentamiento chabolista donde se sitúan comunidades de pescadores
Vista de Monrovia desde Westpoint, en concreto desde la playa donde se asienta la comunidad kru
Poblado de pescadores. Se pueden ver en primer plano los precarios hornos que utilizan para secar pescado
Mercado callejero en las afueras de Monrovia
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Juan Freire es biólogo, profesor universitario y emprendedor. Apasionado por la tecnología como motor de cambios sociales y oportunidades de desarrollo.
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