Valladolid.- El cambio pendiente es la conciliación masculina, aunque mientras llega se necesitan mejores servicios, mayor conciencia empresarial e institucional y también continuar en la lucha por parte del género femenino; no obstante ellas, las que han abierto camino, avisan de que la "supermujer" toca a su fin.
Imagen de una mujer trabajadora. EFE/Archivo
Una decena de mujeres con cargos de responsabilidad en Castilla y León analiza con EFE el momento que les tocó y desde sus puestos en en la política, el mundo sindical, universitario, judicial, policial, cultural y empresarial perciben que hay que seguir peleando, con retos que también les corresponden a ellas y, en general, no ven mal un modelo de cuotas que lleve a otro de méritos.
Todas coinciden en que España está preparada para tener una mujer presidente del Gobierno -igual que una Reina- un gran paso, para alguna necesario especialmente en este momento de crisis.
La mayoría no ha sentido ser mujer como un obstáculo para acceder a un puesto de responsabilidad aunque "en general las mujeres tienen que demostrar el doble de lo que se les exige para los mismos puestos y trabajo, más esfuerzo personal", observa la vicepresidenta de la Junta de Castilla y León, María Jesús Ruiz.
Esto está cambiando, aunque la magistrada titular del juzgado de lo Penal número 2 de Valladolid, Ana Carrascosa, recuerda como hace catorce años, tras finalizar un juicio, tuvo que escuchar entre alguno de los asistentes que seguramente se tendría que repetir ya que la juez, la fiscal y la abogada eran mujeres. Hace veinte años "mucha gente no quería mujeres abogadas".
Otras son una excepción en sus profesiones, como la directora del Heraldo de Soria, Silvia Garrote, rodeada prácticamente de directores, quien reconoce las dificultades para romper costumbres y maneras de hacer; o Beatriz García, gerente de la empresa burgalesa Aluminios Tizona, un sector "típicamente masculino", para quien a pesar de la igualdad constitucional "la realidad parte de una cultura en la que el hombre está por encima de la mujer".
"¡Una mujer en un sindicato!", eso es lo que debió pensar más de uno cuando en 1977 se afilió Nieves García, secretaria de la UGT de Zamora, para quien se necesita también que "las mujeres estén convencidas, ya que hay veces que en lugar de ir hacia adelante parece que vamos hacia atrás" y les anima a que "demuestren lo que valen", para lo que requieren tiempo y servicios.
"La mujer se tiene que involucrar y luchar", "darse a valer y respetar, somos a las primeras a las que nos interesa; los hombres están en una posición muy cómoda", plantea la inspectora Maite Arroyo, responsable del Servicio de Atención a la Mujer de la Brigada de Policía Judicial de Valladolid, que incide en la importancia de educar en valores en familia, sea del tipo que sea, ya que "tenemos mucho de herencia" y se reproduce lo que se ve "en el entorno familiar y cercano".
Discriminada no se ha sentido, pero al cabo de los años la escritora Elena Santiago, una leonesa afincada en Valladolid desde hace décadas y Premio Castilla y León de las Letras 2002, percibe que ser mujer ha sido una carga en cuanto a "ser referente en la literatura a la hora de abrir puertas".
Santiago encuentra "obstáculos en todos los campos y una mentalidad muy torcida respecto a lo que entra en el ámbito masculino y femenino", es una de las pocas radicalmente opuesta a un sistema de cuotas, "un insulto a los méritos y valía personal", y demanda que a la mujer se le deje "estar ahí, que exista más, que pueda desenvolver sus cualidades". Lo de tener que "desdoblarse" en el hogar y la tarea profesional "no es de justicia".
Ahora les toca "conciliar a ellos", pero no por imposición, sino por que sientan el mundo familiar como un valor, como algo enriquecedor, arguye la portavoz del grupo parlamentario socialista de Castilla y León, Ana Redondo, quien apuesta por "una conquista masculina del hogar" y un cambio de mentalidad social que no premie al hombre profesionalmente por tener hijos y cierre la puerta laboral a la mujer por el mismo motivo.
El ochenta por ciento de las que reducen la jornada laboral para cuidar a sus hijos son mujeres, un noventa el que pide excedencia, también para atender a los mayores, el mismo porcentaje "escandaloso" es el que abandona el trabajo a partir del segundo o tercer hijo, recuerda Redondo, quien propone que la maternidad sea un valor social, no sólo privado, y defiende las cuotas como forma de hacer "visibles" los méritos femeninos.
"Las mujeres han dado el cambio y ahora les toca a ellos", remacha la vicedecana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Salamanca, Marta Gutiérrez, quien advierte de que el modelo de la "superwoman" toca "a su fin", ya que las nuevas generaciones no están dispuestas a mantenerlo". "Las únicas que concilian son las mujeres, que hacen posible lo que es imposible".
Para que esto "no sea una batalla perdida" se requieren mejores servicios públicos de calidad, observa Gutiérrez; una mayor conciencia de empresas e instituciones, reconoce la directora general de la Mujer en Castilla y León, Alicia García, y aprobar "una asignatura muy pendiente", el acceso a los puestos directivos, plantea Ruiz, quien deja sobre la mesa otra cuestión: el papel de los sindicatos para que en los convenios no se permitan distintos salarios por iguales trabajos y titulaciones.
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