Un estudio de Navarra refleja que las mujeres son protagonistas de los movimientos migratorios

Pamplona.-  Las mujeres son "claras protagonistas de los movimientos migratorios", según un estudio sobre mujeres inmigrantes rumanas y búlgaras, en el que éstas valoran su experiencia en Navarra de forma "positiva", pese a percibir que sus oportunidades no son iguales a las de la población autóctona.

ampliar foto

(EFE)

Imagen de una peluquera dominicana. EFE/Archivo

El estudio realizado por la UGT ha sido presentado hoy en rueda de prensa por su autora, Amaia Barandica, y el secretario de Comunicación y Estudios de la UGT de Navarra, Javier Larequi, quienes han precisado que su objetivo es "dar voz a estas mujeres", hacer visible un colectivo cada vez más numeroso.

Para llevarlo a cabo se han utilizado técnicas cuantitativas y relatos de vida de 26 mujeres rumanas y búlgaras y grupos triangulares formados por mujeres de ambas nacionalidades.

A 1 de enero de 2008 el número de extranjeros empadronados en Navarra era de 65.045 personas, un 10,4 por ciento de la población total, y de ellos el 45,8 por ciento son mujeres. En total había 10.546 personas búlgaras (51,6 por ciento) y rumanas (48,4 por ciento).

Con estas cifras "ya no se sustenta la creencia de que la migración es un fenómeno básicamente masculino", según Barandica, quien ha añadido que la variedad y riqueza de perfiles, proyectos y estrategias migratorias que han encontrado ponen en entredicho imágenes y estereotipos uniformadores que identifican a las mujeres con roles de sumisión, dependencia de maridos y atraso cultural.

Entre los datos recabados en el estudio destaca que las mujeres búlgaras se han asentado principalmente en la zona de Pamplona (66 por ciento), en la zona de Tudela (11,6 por ciento) y zona Media Oriental, principalmente en Tafalla (10,3 por ciento), mientras que las rumanas se decantan también por los entornos urbanos, más de la mitad reside en Pamplona (55,2 por ciento), aunque el resto presenta una mayor distribución por el resto de la comunidad.

La mayoría de estas mujeres proceden de ciudades pequeñas y zonas rurales y semirurales y tienen edades comprendidas entre los 16 y 44 años, aunque entre las rumanas se detecta una mayor juventud y entre las que sobrepasan los 45 años predominan las búlgaras.

Su nivel formativo mayoritario equivale a una titulación de Bachiller o Formación Profesional y se constata un incremento del perfil de mujeres con un nivel de instrucción y cualificación cada vez más elevado, lo que contrasta con las mujeres de mayor edad, las procedentes de zonas rurales y las de etnia gitana que tienen menos formación.

Aunque entre ellas hay todo tipo de estados civiles, predominan las mujeres casadas que llegan con un plan familiar, respondiendo a una estrategia familiar que varía en función de las posibilidades de acceso al empleo, que, en muchos casos, son mayores para ellas por emplearse éstas en el servicio doméstico y de cuidados.

De hecho el 97 por ciento de los afiliados al régimen de empleados del hogar son inmigrantes, según Barandica, quien ha apuntado que para estas mujeres, que no habían sido asalariadas en el trabajo doméstico en sus países, éste supone una inmersión más rápida en el mercado laboral, aunque la mayoría espera salir de él.

Pese a esto la movilidad laboral esta muy limitada y son una minoría, entre las más cualificadas, las que llevan más tiempo y disponen de mayores redes sociales, las que tienen títulos convalidados, las que consiguen trabajos como técnicas, enfermeras, recepcionistas, traductoras o mediadoras interculturales.

Los motivos económicos y laborales son los que han llevado a la mayoría a salir de su país, aunque también hay quien alude a la falta de seguridad y libertad y entre las jóvenes algunas hacen referencia al deseo de conocer, mejorar la formación y desarrollarse profesionalmente. La reunificación familiar o escapar de un entorno más o menos patriarcal u opresor figuran también entre sus motivos.

En cuanto a las imágenes y estereotipos, el estudio refleja que las rumanas perciben una estigmatización como colectivo asociado especialmente al pueblo gitano y además las rumanas payas se sienten invisibles y opinan que la sociedad de acogida no las conoce.

El balance general, basado principalmente en la consecución de objetivos económicos, es "positivo", aunque las mujeres sin empleo y con necesidades urgentes no comparten esa apreciación y los cambios ocurridos en los últimos meses han podido modificar esa opinión. La mayoría de ellas no piensa regresar a sus países, pero, dada la cercanía, existe la posibilidad de una migración circular, con idas y vueltas especialmente en periodos de crisis.

Entre sus demandas figuran el empleo, la formación y convalidación de estudios y el ejercicio de derechos ciudadanos como el del voto.