Los árabes de Israel que no votarán hoy en las elecciones

JERUSALÉN.-  Da igual que en mayo Mira Awad y Noa (uno árabe y otra judía) representen de la mano a Israel en Eurovisión. Da igual que la Corte Suprema haya dejado finalmente acudir a las elecciones a Ta’al y Balad, dos de los tres partidos árabes con representación parlamentaria (10 escaños) acusados —como en 2003 y 2006— de traición a la patria y de espionaje... Es sólo un barniz de convivencia. Lo cierto es que las difíciles relaciones entre el 20% árabe y el 80% israelí que componen este turbulento país pasan por el peor momento de su historia. La razón fundamental: Gaza.

Yannis Behrakis (REUTERS)

El líder derechista Benjamin Netanyahu depositando su voto.

Y eso se notará hoy en las urnas, a las que están convocados 5,2 millones de israelíes para elegir al sucesor de Ehud Olmert. La mayor parte de los analistas políticos vaticinan una baja participación electoral (alrededor del 60%, cuando hace una década superaba el 80%), y más especialmente (ni un 50%) entre los votantes árabe-israelíes.

"Prefiero que me llamen palestina del 48", declara Manal Ammouri, que estudia un doctorado en Haifa. Una denominación que enlaza con el origen (el éxodo forzoso de sus abuelos cuando se fundó el Estado hebreo) de ese 1,2 millones de personas dotadas, sólo en teoría, de los mismos derechos que los judíos. (Pero no en la práctica: al no hacer la mili, por ejemplo, se les priva de derechos como optar a oposiciones, créditos o la compra de tierras).

Las razones que expone Manal para no ir a votar son parecidas a las de tantos otros árabes. "Participar es decirle al mundo que esto es una democracia, y para nosotros no lo es", opina. "Sería darle legitimidad al fascismo. El próximo Parlamento lo dominará una derecha con una agenda racista".

Se refiere, entre otras cosas, al programa del ascendente ultraderechista Lieberman, azote de los árabes, a los que pide lealtad para mantener su ciudadanía. El líder del Partido Israel Beiteinu, que llegó de Rusia en 1978, quiere transferir las zonas árabes del norte israelí a un hipotético futuro Estado Palestino, a cambio de no devolver las colonias de Cisjordania. "El plan de paz por territorios ha fracasado siempre", dice en su programa para solventar la temida (para la mayoría de la sociedad israelí) amenaza demográfica. Y sugiere otro plan: "Tierra por tierra para conseguir la paz".

Manal, como muchos palestinos con carnet israelí, apoya una solución cada vez más lejana: que todos vivan en un Estado no étnico. Pero lo ve imposible. "En 2003 voté a Hadash —partido árabe de izquierdas que apoya la solución de los dos Estados—, pero tras leer mucho e informarme sobre la historia de los míos, recuperé mi identidad y ya no volví a votar. ¿Para qué? Aunque haya diputados árabes, nunca cuentan con ellos para las coaliciones, de nada sirven. Israel no quiere la paz. Quiere que nos vayamos, o si no que nos callemos". En todo su proceso le ayudó, dice, un judío: Jeff Halper, activista y candidato al Nobel de la Paz que lucha contra la demolición de casas palestinas. (Sólo en Israel, en 2008, derribaron 600. ¿La excusa? No tener licencia. "Y si las piden", comenta Jeff, "se la niegan").

(Susana de Val)

Kher Fody no votará hoy.

"No creo en este país", asegura Kher Fody, un músico y profesor que vive en el casco viejo de San Juan de Acre, habitado en un 95% por árabes y cristianos en armonía, y que está preparando su tercer disco con Walla’at, uno de los grupos más famosos entre los suyos. Dice que en él tocarán palestinos del 48 —árabe israelíes—, del 67 —de Cisjordania y Gaza, ocupadas desde ese año—, del Neguev —al sur del país— y del Golám —al norte—. Kher, que tiene vetado ("por mi origen") pedir un crédito para arreglar su casa, tampoco votará: "Nunca lo he hecho".

Kher cree que es fundamental dejarse de nombres y unificar a su gente. "Todos somos palestinos. Unos, como mis abuelos, tuvieron que marcharse a Líbano. Otros se quedaron. Y para las condiciones en las que vivimos (el 54% vive en la pobreza, frente al 15% en el sector judío-israelí), estamos bastante unificados, tenemos nuestro sistema educativo, nuestra cultura, nuestras televisiones y periódicos. Y comprometidos con la causa. Mira, si no, las manifestaciones en contra de la masacre de Gaza. Mientras que en Tel Aviv la más grande reunió a 6.000, en Sakhnin fueron más de 100.000 personas".

Muy cerca, en Nazareth, otra ciudad árabe al norte del país, también se han visto concentraciones masivas, pese a la represión policial, que ha llevado a la cárcel a unos 700 israelíes (500 del sector árabe) durante las tres semanas de ofensiva. "Nos llaman traidores y terroristas", comentaba allí Marwan, el 2 de enero, enarbolando una bandera palestina entre carteles que rezaban: Judíos y árabes no queremos ser enemigos o En Gaza y en Sderot, los niños quieren vivir.

Él, aseguró entonces, tampoco votará hoy.