PARÍS (FRANCIA).- Si estamos cansados de que nuestro fin de semana en París siempre esté acompañado de turistas, en la torre Eiffel, en el Louvre o en las tiendas, una buena idea es pasarlo como si vivieras aquí, haciendo un itinerario siguiendo la 'ruta del bobo' parisino.
Los bourgeois-bohème (burgueses bohemios) son aquellos que dicen ser simpatizantes de izquierda, se dicen 'ecolos' y sensibles a las artes. Ganan bastante dinero para vivir y pasarlo bien, pero huyen de la ostentación, sin renunciar al lujo discreto. Esto los hace ser busquillas, siempre de las últimas tendencias que ellos mismos ponen de moda. Sus características, que no reconocen en ellos mismos, hacen que los lugares que eligen sean bastante interesantes para conocer. Por eso vamos a seguir su ruta.
Los 'bobos' están un poco por todos lados de París, ya que, debido a su capacidad de cambio y movilidad, o las ganas de ir "más allá" los llevan a buscar barrios nuevos siempre. Si uno ya está de moda y fue masificado, buscan otro, ojalá alguno que sea parte de los barrios populares, como ya lo hicieron con Belleville y sectores del noreste de la ciudad.
Pero, hoy por hoy, hay tres 'epicentros bobos en la ciudad'. Dejando de lado los lugares en los que viven, aunque a veces son los mismos que frecuentan, los barrios más concurridos o 'branchés', como dicen los franceses, comienzan en el centro de la capital, alrededor del Centro Pompidou, para luego seguir el camino del Canal Saint Martin y sus ramificaciones, terminando en las calles empinadas de Montmartre, abajito del Sacré Coeur.
Callejea por Le Marais y disfruta de su ambiente.
Comencemos. Un buen lugar para ubicarse es Beaubourg, en la explanada del Centro Pompidou, lugar al que no hay que dejar de entrar porque siempre tiene una exposición gratuita a ofrecernos. Aunque es un lugar turístico, a su alrededor podemos encontrar pequeños cafés, pequeñas boutiques chic, y pequeños almacenes, todos del gusto de un 'bobo'. Para hacer las compras y ponerse un poco a la moda hay que tomar la calle Francs-Bourgeois en el mítico barrio (bobo) de Le Marais, aquí se puede adquirir todo para adquirir ese look bohemio-chic que tiene un 'bobo', o simplemente comprar bellas prendas. Las tiendas más conocidas y con un buen repertorio de conjuntos que nos pueden dejar bien vestidos y calzados por un buen rato son: Comptoir des Cotonniers y Les Petites para las más femeninas y las que quieren a creadores alternativos pueden ir a Abou D'Abi Bazar, los zapatos en Mellow Yellow y para ellos lo mejor es dirigirse hacia Muji con su estilo minimal japonés.
Si ya nos cansamos de las compras, un buen lugar para conocer son las orillas del Canal Saint Martin, esta parte del Sena, construida en la época de Napoleón para higienizar un poco la ciudad, tiene 4,5 kilómetros para recorrer llenos de pasarelas románticas y árboles centenarios. Aunque hoy se pueden tomar cruceros, lo interesante es caminarlo o pasear en Velib', las bicicletas de libre servicio, especialmente los domingos o festivos, ya que gracias a 'París respira' se cierra la calle para los automóviles. Y en medio del despertar del Canal, el barrio evolucionó hasta convertirse en uno de los lugares favoritos de los 'bobos', manteniendo su autenticidad y su alma popular.
Para almorzar hay que pasar por Chez Prune, ya que si no está lloviendo o no hace demasiado frío podemos sentarnos en su terraza frente al canal y ver la gente pasar, mientras comemos comida tradicional francesa, pero obviamente, con toques exóticos. Luego del aperitivo podemos seguir caminando, y no está de más pasar por la colorida esquina en la que se encuentra Antoine & Lili, con ropa y accesorios para grandes y pequeños, todo con un toque kitsch-cool.
El canal tiene ramificaciones y una de ellas nos lleva hasta el Parque de la Villette. En él podemos aprovechar de conocer La Geode, la gran bola-sala de espectáculos de expresiones digitales, como también sus teatros, cafés, pero la idea es llegar hasta el fondo, en donde se encuentra la Cité de la Musique, en la que hasta el 5 de marzo puedes ver la exposición sobre el cantante Serge Gainsbourg con fotos, vídeos y otras cosas para conocer a este grande la música.
Para relajarse luego de la exposición, es bueno tomar el mismo camino de vuelta por el canal, que ahora se llama Ourcq, hasta encontrar el bar del mismo nombre (Bar Ourcq) en el que además de beber un aperitivo a las orillas se pueden pedir prestadas las bolas para jugar a la petanque entre bobos.
El Mama Shelter, puro diseño.
La noche cae y ya es hora de comer e irse de fiesta y lo podemos hacer manteniendo la ruta del canal. De vuelta al fin del Canal Saint Martin encontramos una vieja fábrica recuperada, convertida en un centro de arte y de pasarlo bien. En Le Point Ephémère podemos cenar y seguir la noche bailando en una sala que se convierte en club los fines de semana con lo mejor de la música electro, rock o folk…
Para dormir no nos vamos tan lejos, pero salimos un poco de los canales para dirigirnos al Mama Shelter, un nuevo hotel diseñado por el conocidísimo Philippe Stark. En un edificio de construcción moderna este lugar está catalogado como 'urbano-pópulo', muy a la moda entre los 'bobo', con una decoración inusual y acogedora, que además no tiene un precio excesivamente alto, partiendo desde los 79 euros la noche.
Luego de un largo día, quizás no nos levantaremos muy temprano, así que nos vamos directamente a buscar un lugar para el brunch. Una buena idea para un domingo es dirigirse hacia Montmartre. Aunque es un sector bastante turístico, no pasa de moda y siempre tienes cosas para ofrecer.
El Sacre Coeur y sus alrededores, un clásico 'dominguero'.
Si tenemos ganas, podemos meternos entre las miles de personas que se fotografían en las afueras de la Basílica de Sacré Coeur. A pesar del tumulto, es una buena oportunidad para tener una hermosa panorámica de París, al que luego le daremos la espalda para recorrer las empinadas calles que están detrás de esta iglesia. Primero, tomamos la rue des Abbesses para tomar el bruch en la terraza climatizada de Le Sancerre y si hay sol, aún mejor. Luego, podemos recorrer este barrio que hizo tan conocido el film de Amelie Poulin, de hecho una institución del barrio es el almacén que ella frecuentaba, la Maison Collignon. Después seguimos dando vueltas por las hermosas calles de este barrio, lleno de edificios de pocos pisos con hermosos y decorados balcones. Hay que estar alerta, ya que entre medio de sus calles nos deja ver, de vez en cuando, la punta de la Basílica creando bellos cuadros.
Volvemos hacia rue de Abesses o a la rue Lepic y nos reencontraremos con un templo de 'bobos', ya que estas calles están repletas de boutiques de moda de jóvenes creadores y atelier de artistas. Interesantes lugares se pueden visitar, quizás para comprar o sólo para mirar y ponerse un poco al día, entre ellas Homies, en la que hay ropa y accesorios de diseñadores independientes en series limitadas; Pylones, quienes crean objetos lúdicos de decoración llenos de colores y que ponen un toque de alegría y American Retro, tienda de ropa femenina para lograr el real look bobo.
Se hace de noche y hay que comer. Para terminar nuestro tour bobo, debemos darle el broche de oro con uno de los restaurantes más representativos de los burgueses bohemios: La Famille (41,rue des trois freres, París), este nos acoge con un decorado minimal y una cocina de calidad de platos fusión como el gazpacho de damascos o el batido de foie gras.
Es hora de volver a nuestro hotel o a nuestra ciudad. Quizás los 'bobos' tienen más lugares para ofrecernos y cada vez encontrarán otros nuevos, así que, llegado el minuto, los recorreremos.
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