Un hito en Colombia: liberado el último rehén político de las FARC

Sigifredo López vuelve a casa. Según ha confirmado el portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Colombia, Yves Heller, el ex diputado retenido por las FARC va ya de camino a la ciudad de Cali, junto con la misión humanitaria encabezada por la senadora Piedad Córdoba. Su liberación, no sólo pone punto y final a casi siete años de cautiverio, sino que representa un hito que podría hacer virar el rumbo del conflicto colombiano. López, ex diputado del Valle, no era un rehén más de las FARC. Después del espectacular y polémico rescate de la mediática Ingrid Betancourt, y la fuga del ex congresista Oscar Lizcano en octubre, ya no quedan más políticos entre los denominados 'canjeables' secuestrados por la guerrilla. En este grupo, que llegó a estar formado por 72 personas que el grupo armado pretendía cambiar por 500 rebeldes presos, ya sólo quedan 22 personas, todos ellos uniformados. ¿Qué ocurrirá en Colombia a partir de ahora? ¿Será interpretado este gesto como un síntoma de debilidad de la guerrilla, y por tanto una señal para seguir adelante con la política de 'seguridad democrática' impulsada por el presidente Álvaro Uribe y apoyada por Estados Unidos? ¿O por el contrario, recogerá el Gobierno el guante y dará los pasos para favorecer un proceso de paz?

Carlos Ortega (EFE)

Carlos Lozano, director del semanario Voz y miembro del grupo de intelectuales que impulsaron las recientes liberaciones, opina que la salida de López, da paso a un panorama esperanzador en Colombia. Según él, este gesto abre "un escenario político para retomar el acuerdo humanitario", ya que tiene una connotación "profundamente humanitaria".

Según su interpretación, esta nueva postura de la guerrilla supone un cambio en su estrategia de los últimos años, que le ha hecho perder la credibilidad internacional, y que sólo ha contribuido a dañar aún más su imagen. Lozano recuerda el momento en que la guerrilla comenzó a "secuestrar civiles para para cambiarlos por combatientes", unas acciones que "nadie —ni siquiera aquellos con ideologías afines a las FARC— entendió". De ahí que, en su opinión, la liberación de los civiles no es más que un paso que evidencia su "voluntad de diálogo", que coincide con la llegada de Alfonso Cano, un rebelde de la rama más política, al secretariado de la guerrilla.

Pero en las altas esferas del país suramericano, la visión es muy diferente. Si las FARC dan su brazo a torcer, sólo demuestra la situación de debilidad en la que se encuentra, el "fin del fin", como repiten una y otra vez las fuerzas de seguridad del estado. En este caso, la ecuación sería simple: la política de 'seguridad democrática' está surtiendo efecto. Por tanto, ¿por qué sentarse a negociar?.

Los partidarios de una salida pacífica al conflicto no se convencen. Si bien es cierto que la guerrilla no pasa por su mejor momento —el asesinato del número dos, Raúl Reyes y la muerte de su líder, 'Tirofijo' dejaron a las FARC muy tocadas — la violencia no es la salida. Salvo algunas excepciones bien conocidas —como la misma Betancourt, rescatada por el ejército colombiano—, los rehenes liberados en el último año, comparten esta visión por un motivo muy sencillo: Se puede acabar con los rebeldes, pero no con los problemas de Colombia, que han permitido que la guerra se prolongue durante décadas.

"Las FARC están muy lejos de ser derrotadas por las armas"

Así lo manifestaba en varias ocasiones Luis Eladio Pérez, cuyo cautiverio terminó hace más de un año gracias a los esfuerzos de la senadora del partido liberal, Piedad Córdoba, y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Mientras abrazaba a los suyos, el, recién liberado Alán Jara hacía unas declaraciones similares, pidiendo un acuerdo humanitario "urgente", ya que, según él, las FARC "están muy lejos de ser derrotadas" por las armas.

Lozano, que no descarta que los 22 uniformados que quedan en la selva caigan en el olvido al no tener la importancia que otros políticos, va aún más allá y asegura que la supuesta debilidad de la guerrilla no es más que "publicidad del gobierno para su política de seguridad democrática". Según él, las mismas FARC pensaban hasta hace unos meses que las liberaciones unilaterales podrían debilitar su estrategia, hasta la intervención de Córdoba y Chávez, que "les hicieron cambiar el punto de vista".

Lozano opina que "Operación Jaque no hay sino una", y que es "difícil", si no "imposible", que esto vuelva a repetirse. "Los operativos militares —al margen de las operaciones de inteligencia como la operación Jaque—, que son la mayoría, ya sabemos cómo han acabado", señala, haciendo referencia a varios operativos militares de rescate que concluyeron con la muerte de los secuestrados, a manos de la guerrilla o del propio ejército.

De hecho, esa podría haber sido la causa de la muerte de los 11 diputados que fueron secuestrados junto a Sigifredo López en 2002. Será el propio López quien esclarezca este turbio episodio del que sólo se conocen informaciones contradictorias, y cuya versión oficial, por el momento, es que los legisladores murieron en medio de un fuego cruzado entre dos comandos de la guerrilla que no se reconocieron entre ellos.

¿Hacia la paz?

Con la liberación unilateral de los rehenes, la pelota está en el campo de las autoridades, que serán las que decidan si se sientan las bases de una mesa de negociación. Sin embargo, las trabas al diálogo residen en la propia Casa de Nariño (el palacio presidencial colombiano). "La negociación es difícil con Uribe, que se apoya en los éxitos, sólo le interesa la salida militar", afirma el director del semanario Voz, para quien éste es el "estilo" de Uribe, "su forma de ser".

Sin embargo, en su opinión, el mandatario "ya no tiene la misma capacidad de maniobra" porque se encuentra "en el peor momento" de su gestión. "La seguridad democrática se ha utilizado para vulnerar los derechos humanos. Además está el escándalo de la parapolítca, las pirámides y otros escándalos han enlodado la gestión de Uribe y han hecho vacilar su elección", apunta. ¿Podría esto hacer virar su estrategia de mano dura? Para Lozano, "no hay que descartar que la presión popular le obliguen a sentarse a dialogar" con las FARC. "Uribe nos tiene acostumbrados a estos virajes cuando le conviene", sentencia.