Los misterios del Castillo de Picasso, ¿por fin desvelados al gran público?

Con motivo de la exposición Picasso-Cézanne organizada en la comuna francesa de Aix-en Provence, el castillo de Vauvenargues, que fue propiedad de Picasso, abrirá sus puertas al público. Se trata de un acontecimiento rarísimo...

El castillo, por fin abierto al público.

Cuando paseando por el pueblo cogemos la callejuela que lleva el nombre de un miembro de la Resistencia asesinado en 1944 y nos aproximamos a la verja oeste de entrada al castillo de Vauvenargues, se termina de entender que este espacio nunca recibe visitantes.

Un cartel reza secamente que "el museo Picasso está en París, gracias por no insistir". Exceptuando a muy pocas personas, los habitantes de Vauvenargues jamás han aprehendido más que de lejos la imponente morada comprada por Picasso en septiembre de 1958. Una habitación austera a veces comparada con El Escorial, estancias y pisos donde el artista depositó temporalmente su enorme colección personal: los Matisse, los Miró o los Modigliani que son vecinos de sus esculturas y sus cuadros, así como los lienzos de Cézanne y de Rousseau el Aduanero.

Picasso se quejaba de la violencia del mistral

A este castillo mal provisto y, a menudo, demasiado incómodo (Picasso se quejaba de la violencia del mistral) se unían, desde el corazón del valle hasta las cimas de la ladera norte de Santa Victoria, mil y una hectáreas de terreno salvaje…

Jacqueline y Pablo Picasso vivieron en Vauvenargues entre febrero de 1959 y junio de 1961. Dos días después de su muerte, el 10 de abril de 1973, con la nieve cayendo sobre las pendientes del valle, Picasso fue enterrado en el lado de poniente del túmulo de la terraza del castillo.

El municipio de Mougins no concedió la autorización para que fuera enterrado en Notre-Dame-de-Vie, y el alcalde de Vauvenargues, Christian Barbarie-Paquet firmó la derogación indispensable.

Una temporada después, Jacqueline Picasso fijaba sobre la tumba el bronce de 'La mujer con vaso', una estatua cuya versión original había sido concebida en 1933. En mayo de 1937, 'La mujer con vaso' indicaba en París la entrada al Pabellón Español de la Exposición Universal, donde el artista presentó el cuadro del 'Guernica'.

Durante años, Jacqueline Picasso fue al castillo para dejar allí una rosa. El 15 de octubre de 1986 realiza el último gesto que le permite llegar a la tumba de su esposo. El año anterior, se había abierto el Museo Picasso en el barrio del Marais gracias a las donaciones de la enorme herencia.

Jacqueline había conocido a Picasso en diciembre de 1953, en el patio de la galería Madoura de Vallauris. Él le había ofrecido un cigarrillo, ella tenía 26 años. Françoise Gillot lo había dejado, Pablo tenía 73.

Un numerus clausus un poquito rígido

Antes de expresar su última voluntad, Jacqueline Picasso había imaginado poder ofrecer al mundo el castillo de Vauvenargues y solicitó al Estado y a colectivos que se crease una Fundación Picasso.

En 1985, un referéndum sin posibilidad de recurso tuvo como resultado los votos rotundamente negativos de los habitantes de Vauvenargues: sospechando que las calles estrechas de su pueblo corrían el riesgo de llenarse de gente, el 85% de los votantes rechazaron categóricamente el proyecto de Jacqueline.

Jacqueline, la mujer que vivió con Picasso en el castillo.

En 2009, la verja se entreabre y una parte del castillo será mostrado al público en condiciones un poquito rígidas. Catherine Hutin, la hija de Jacqueline, el alcalde de Vauvenargues (que señala que el recuerdo y el castillo de Picasso deben adaptarse al pueblo "y no al revés") y también la Oficina de Turismo de Aix-en-Provence, se pusieron de acuerdo para instalar un sistema de apertura y de lanzaderas que comunicará, entre finales de mayo y finales de septiembre, Aix y el castillo.

Cada media hora y en un recorrido de una hora y cuarto, grupos de diecinueve personas visitarán la fortaleza. Las reservas comenzaron el 17 de enero. Las colas se formaron inmediatamente y los touroperadores ya se están llenando los bolsillos.

El castillo de los condes de Provenza

A 440 metros de altitud, descubriremos un castillo reconstruido en el siglo XVI en forma de cuadrado, dos grandes torres redondas, una fachada de dos pisos, una entreplanta con cinco ventanas de ojo de buey y una gran escalera de entrada con balaustrada.

En este espacio vivieron en otro tiempo los condes de Provenza, obispos, un médico del rey René y después los antepasados de Luc de Clapiers, el filósofo moralista apadrinado por Marmontel y Voltaire, autor de las 'Máximas', que poseía el título de marqués de Vauvenargues.

Durante la Revolución francesa, la familia de los Izoard adquiere estos dominios que se convierten en 1942 en propiedad de industriales marselleses. Estos últimos lo convirtieron temporalmente en su lugar de vacaciones.

Aparte del impresionante armazón, pocos elementos sobreviven de su estado anterior: los anticuarios de la región se llevaron muebles, armas, cuadros y tapices. Se puede admirar una puerta de entrada estilo Luis XIII con almohadillados, paredes gruesas, chimeneas, escayolas, carpinterías Régence y techos de madera pintada.

Reproducido en la obra de Henri Dobler y consagrado al ámbito de la vida mundana de Aix-en-Provence en los siglos XVII y XVIII (fotografías de Detaille/Boissonas), los documentos antiguos dejan imaginar lo que fue el interior del castillo.

Verde oscuro, negro y rojo profundo

De la breve, pero como de costumbre, intensa actividad de Picasso en el recinto de Vauvenargues, quedan muy pocas cosas. Como un fresco rápido (un fauno que toca música entre ramas con hojas) con el que Pablo decoró la pared de su cuarto de baño.

Uno de los 'Desayunos' de Manet que hizo Picasso.

Para evocar este período de creación, nos remitiremos a la exposición del Museo Granet, concebida por un comité científico y organizada por Bruno Ely. Esta época del artista está consagrada ampliamente a la ejecución de retratos de Jacqueline, jovialmente bautizada por el maestro de los lugares como la 'Reina de Vauvenargues'.

La etapa marca igualmente el comienzo de la serie de los 'Desayunos en la hierba' inspirados en Manet. Con sus verdes oscuros predominantes, negro y rojo profundo y sus préstamos de Murillo, el período de Vauvenargues firma principalmente un regreso a los orígenes españoles: a decir verdad, no es casi 'cézaniano'.

Con las lecciones del cubismo integradas desde hace mucho, el pintor va hacia donde late su enorme apetito de creación. Entre Cannes y Mougins, con colores de Ripolin o trazos de carboncillo, Picasso persigue una sorprendente serie de aparadores Enrique II junto a la cual posa su perro dálmata, 'Perro'.

El 29 y el 30 de abril de 1959 pinta tres paisajes del pueblo y de la ladera norte de la Santa Victoria. Todavía incluso produce naturalezas muertas con señora-Jeanne, mandolina, cántaro y frasco.

El 10 de abril de 1973 el convoy funerario de Picasso dejaba Mougins, donde el artista se había instalado finalmente, para llegar a Vauvenargues. Cuando llegó al pueblo había nevado en el valle y las crestas de las montañas estaban increíblemente blancas. En la tumultuosa biografía de este hidalgo que no había querido redactar su testamento, Vauvenargues se convertía así en su última morada.

Para visitar el castillo de Vauvenargues y la exposición Picasso-Cézanne (del 25 de mayo al 27 de septiembre de 2009), consulta la página web del Museo Granet.

*Este artículo se ha publicado originalmente en el medio digital francés Rue89.