Manos a la obra de inmediato para Obama en política exterior

Washington.-  El futuro presidente de EEUU, Barack Obama, tendrá que ponerse manos a la obra de inmediato para hacer frente a una serie de importantes desafíos en el exterior, entre ellos las guerras en Irak y Afganistán y la crisis en Gaza.

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(EFE)

Barack Obama ha optado por confirmar en su puesto al secretario de Defensa actual, Robert Gates, para evitar un vacío de poder en el Pentágono en medio de los conflictos de Irak y Afganistán. Fotografía de archivo de Robert Gates. EFE/Archivo

El presidente electo ha insistido en que uno de sus objetivos será reparar la imagen de EEUU en el exterior, dañada tras ocho años de mandato de George W. Bush y la guerra en Irak.

Durante la transición, Obama se mostró especialmente interesado en tender puentes hacia el mundo musulmán y ha asegurado que este año quiere pronunciar un discurso desde una capital islámica.

El presidente electo cree que se da "una oportunidad única para restablecer la imagen de EEUU en el mundo y en el mundo islámico en particular", con el que quiere crear "una relación de respeto mutuo".

Su prueba de fuego para ello le llega antes de lo esperado. Su investidura coincide con la operación del Ejército israelí contra Hamás en Gaza que ha dejado ya, según fuentes palestinas, centenares de muertos.

Obama no ha querido pronunciarse sobre esa situación pero ha asegurado que tras su investidura buscará una implicación profunda en Oriente Medio para intentar llegar a una solución del conflicto.

Los ojos del mundo también estarán pendientes de lo que haga Obama respecto a la guerra contra Irak, después de que una sus promesas clave durante la campaña electoral fuera poner fin a ese conflicto.

La mayoría de los estadounidenses, según las encuestas, le reclama que haga realidad esa promesa.

Por el momento, el futuro mandatario ha optado por confirmar en su puesto al secretario de Defensa actual, Robert Gates, para evitar un vacío de poder en el Pentágono en medio de dos conflictos bélicos.

Pero, como Obama ya anticipó durante la campaña, empieza a estar claro que el eje de interés se desplazará de Irak a Afganistán.

En el país árabe está recién firmado el acuerdo entre Washington y Bagdad que prevé la continuidad de las tropas estadounidenses hasta 2011 y, a menos que cambie la situación, el número de soldados, en torno a los 150.000 en la actualidad, se reducirá gradualmente.

En cambio, aumentarán los destacamentos en Afganistán. El jefe del Estado Mayor de EEUU, Mike Mullen, ya anunció a finales de diciembre que para el verano de este año prácticamente se doblará el número de soldados estadounidenses en ese país, en la actualidad 31.000 y que aumentarán hasta 30.000 más.

Obama seguirá con atención los acontecimientos en Pakistán. Las fuerzas de EEUU consideran que los extremistas afganos cuentan con refugio en la zona fronteriza del noreste paquistaní y las autoridades creen que el grupo Lashkar-e-Taiba usó esas zonas para la organización de los atentados en Bombay en noviembre.

El presidente electo, que a diario recibe una sesión informativa de los servicios secretos, se ha mantenido en constante contacto con su equipo de seguridad nacional, que estará encabezado por Hillary Clinton al frente del Departamento de Estado, para diseñar la política a seguir desde el 20 de enero, el día de la investidura.

La senadora, que ya ha comenzado el proceso de confirmación en el Senado, tiene previsto, en acuerdo con Obama, resucitar una práctica casi olvidada durante el mandato de Bush: el uso de enviados especiales a puntos conflictivos del globo.

En la nueva administración, el propio Obama se ha mostrado dispuesto a reunirse, si se dan las condiciones necesarias para ello, con líderes de países enemigos, como el iraní Mahmud Ahmadineyad o el régimen castrista en Cuba.

Pero, durante los primeros tiempos, los objetivos ambiciosos estarán supeditados a la solución de la crisis económica.

Precisamente, una de las primeras salidas al exterior del nuevo presidente será al Reino Unido para participar en la próxima cumbre del G20 sobre la crisis financiera, en abril, al cumplirse los cien días de su mandato.