Los testigos refieren las "incoherencias" del joven acusado de matar al anciano

Toledo.-  Los agentes de la Policía Local y de la Guardia Civil que testificaron hoy en el juicio por asesinato que se sigue en Toledo contra José Ángel O.T., de 21 años, relataron hoy al tribunal del jurado las "incoherencias" que profirió el acusado cuando le detuvieron, tales como "¡esto es la revolución!".

Los testigos de las fuerzas de seguridad coincidieron en señalar que cuando acudieron al piso de la calle Pizarro de Quintanar de la Orden donde el acusado propinó una "tremenda" y "brutal" paliza al anciano Domingo Perea, de 84 años, a base de patadas y puñetazos, el joven parecía estar "como fuera de sí" y decía "incoherencias".

Unas veces decía a los agentes que había intervenido para defender al anciano de unos rumanos que habían agredido a la víctima, otras veces que los rumanos habían colocado una bomba en una rotonda del pueblo o que "¡esto es la revolución!", expresión que pronunció de forma reiterada levantando los brazos, ya esposado, cuando la Guardia Civil le llevaba detenido al cuartel.

Una mujer agente de la Benemérita que también testificó en el juicio indicó que el acusado la confundió con la carnicera del supermercado 'Ahorramás' y que era ella quien le vendía los conejos.

La Policía Local y la Guardia Civil coincidieron también se señalar que cuando llegaron a la vivienda donde ocurrieron los hechos sobre las 21:30 horas del 5 de julio de 2007, el anciano estaba tumbado, inmóvil, que sangraba de forma abundante por la nariz y los oídos, que tenía un ojo fuera de la órbita y el rostro desfigurado por los golpes y la sangre, en lo que calificaron como "tremenda paliza" que le ocasionó la muerte tres días después.

También se refirieron a que tuvieron que derribar la puerta para entrar en la vivienda, que estaba desordenada, con los cajones abiertos y papeles desparramados por el suelo y que había cristales rotos.

En la sesión vespertina también testificó una vecina rumana, Emilia Miclea, que atendía al matrimonio de ancianos (la viuda murió el pasado mes de julio) cuando se iba la asistenta.

Relató que sobre las 21:30 horas, el acusado, al que no conocía, se paró en la calle a saludar a la mujer del anciano fallecido, María García, que estaba sentada con ella en un banco tomando el fresco.

Explicó, con ayuda de una intérprete, que José Ángel saludó de forma cariñosa a la anciana, a la que conocía porque tenía una relación de amistad con su familia, y que preguntó por su marido, que estaba en el piso cenando, por lo que decidió subir a saludarle.

La testigo dijo también que cuando el acusado besó a la anciana notó que olía a alcohol, lo que refirió a María y que ésta la tranquilizó diciéndole que "ese chico no podía beber porque era de buena familia".

Media hora después, la vecina subió al piso para darle una medicina a la anciana y que como tras llamar al timbre no abrían la puerta decidió utilizar la llave, aunque se encontró con la resistencia que desde el interior hacía el acusado para impedirle la entrada.

Cuando finalmente entró en el piso, encontró al anciano tendido en el suelo, brotando sangre, y que ella también recibió los golpes del inculpado, que le pedía de forma insistente que le diera las llaves.

La vecina logró escapar por una ventana hasta el balcón de unos vecinos, a los que sorprendió cenando en la terraza.