El primer ministro paquistaní lucha por salir de la sombra de Zardari

Islamabad.-  La nueva crisis con la India ha dejado al descubierto la fragilidad de la política interna de Pakistán, que debate intensamente estos días sobre el deterioro de las relaciones de poder entre el presidente, Asif Alí Zardari, y el primer ministro, Yusuf Razá Guilani.

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(EFE)

El presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari (i), conversa con el primer ministro, Yousaf Rafa Guilani, durante el encuentro que mantuvieron en Islamabad (Pakistán), el 10 de septiembre de 2008. Zardari tomó posesión de su cargo como presidente de Pakistán el 9 de septiembre. EFE/Archivo

"Aseguro al Parlamento que no existe ningún malentendido entre la Presidencia y la Jefatura del Ejecutivo. Se continuará trabajando de acuerdo a las reglas del juego", se apresuró a decir ayer Guilani, en medio de rumores sobre su posible cese como primer ministro.

La gota que colmó el vaso tras semanas de tensión con la India a raíz del atentado de Bombay fue la decisión de Guilani de cesar a su consejero de Seguridad Nacional, Mehmud Alí Durrani, el pasado día 8 acusándolo de "conducta irresponsable".

Durrani había admitido a un canal indio que el detenido durante el asalto de noviembre en Bombay, Ajmal "Kasab", es paquistaní; y lo hizo antes de que el Gobierno oficializase su postura.

Esa misma noche, Guilani destituyó de manera fulminante a Durrani, un general retirado que hasta marzo de 2008 fue embajador en Washington y que había sido nombrado en el cargo por expreso deseo de Zardari, pues su asesinada esposa, la ex primera ministra Benazir Bhutto, así lo tenía previsto caso de haber vuelto a gobernar.

En una entrevista hoy con el rotativo "The News", Durrani achacó su marcha a que Guilani se sintió "apartado" y dio a entender que es la Presidencia la que toma las decisiones más importantes.

Pero no parece que la jugada del primer ministro haya servido para consolidar su discutida autoridad, pues ha dado pábulo a más conjeturas sobre el enfriamiento de sus relaciones con el líder de su Partido Popular (PPP), Zardari.

"No es que Guilani se haya dado cuenta ahora de que no importa su voz en los asuntos clave. Llegó al puesto para ser la marioneta de Zardari. Pero en medio del conflicto con la India ha descubierto que tiene más importancia de la que se le ha dado y también quiere ser un machote", observó a Efe una fuente diplomática occidental.

Considerado en círculos diplomáticos y periodísticos como un político de perfil bajo que "no sabe responder preguntas", que "tiene delante una decena de personas más capaces para el puesto" o que "ni siquiera articula correctamente su inglés", Guilani ha hecho frente desde marzo de 2008 a la alargada sombra de Zardari a pesar de haber sido elegido con una mayoría histórica en el Parlamento.

El prestigioso semanario político paquistaní "Herald" proponía en un test irónico en su número de enero las siguientes respuestas para describir la labor del primer ministro: "llamar al presidente tres veces al día, reunirse dos veces al día con la cúpula militar, hablar con los medios sin comunicar nada o escupir clichés".

Para su hasta hace poco portavoz principal, Zahid Bashir, quien también fue destituido por un conflicto de autoridades, "las diferencias entre Zardari y Guilani son sólo rumores".

En conversación con Efe, Bashir calificó al primer ministro de "caballero", aunque admitió que "su imagen ha caído bastante".

"No tomaría nunca una decisión sin tomar antes al presidente en consideración. Cree en el consenso pero esto no tiene por qué interpretarse como sumisión", subrayó, para descartar que Guilani sea un primer ministro "débil" y afirmar que "nunca ha pensado que fuera la marioneta de Zardari".

Una perspectiva distinta tienen los antiguos socios del Gobierno de la Liga Musulmana-N del ex primer ministro Nawaz Sharif, cuyo portavoz, Sidiq Faruq, expresó a Efe que "hay diferencias claras entre ambos porque Zardari está interfiriendo en sus poderes", mientras que "el Gobierno quiere guardar las apariencias".

Entretanto, los principales partidos opositores han manifestado ya su deseo de recortar los poderes presidenciales -disolver el Parlamento y cesar al Gobierno- que introdujo en la Constitución Pervez Musharraf cuando ostentaba el cargo.

Sin embargo, pocos analistas creen que Zardari, "un hombre inseguro que tiene una legitimidad heredada" según la fuente diplomática, vaya a ceder sus poderes en beneficio del primer ministro, al que se le podría estar buscando ya un sustituto, según algunas voces del PPP.

Más bien, como escribe hoy el editor del diario "Daily Times", Rana Qaisar, "el cambio en el aire" que solucionaría los "problemas" sería un "cambio de puesto" y que Zardari se convierta en el jefe del Ejecutivo.

Igor G. Barbero