Sin noticias de Gaza desde Gaza

Alberto Arce, activista español en la Franja de Gaza, se ha convertido en la fuente por excelencia de los medios de comunicación de nuestro país en la cobertura informativa de los ataques de Israel sobre la Franja de Gaza. Nosotros también hemos hablado con él en un par de ocasiones. Este activista, que ya ha llegado a sustituir a los periodistas firmando piezas en medios como rtve.es y El Mundo, es la viva muestra de la imposibilidad de los corresponsales para informar libremente de lo que sucede en Palestina.

(EFE)

Palestinos llevan en brazos los cadáveres de tres hermanos muertos en un ataque con misiles.

Ese dicho que afirma que la verdad es la primera víctima de una guerra se ha repetido tanto que se ha convertido en todo un axioma asumido. Gaza es el paradigma. El férreo control sobre la información que están ejerciendo ambos bandos pone en peligro la fiabilidad de las noticias que nos llegan desde la Palestina. Los boletines del Ejército de Israel han pasado a ser la única fuente no palestina y los periodistas que trabajan habitualmente en la Franja deben hacerlo bajo la atenta mirada de Hamás.

Pero, sin duda, el principal problema para los periodistas es la estricta prohibición israelí de pasar a la zona a los corresponsales extranjeros, que se ven obligados a seguir el conflicto a varios kilómetros de distancia. Y ello a pesar de la sentencia del Tribunal Supremo israelí que ordena a las autoridades que permitan el acceso de ocho reporteros. Fue la Asociación de Prensa Extranjera (FPA) de Israel la que se dirigió a la Corte para exigir la apertura de los pasos fronterizos. Pero ya han transcurrido cinco días desde la publicación de la resolución judicial y el Ejército no ha dado muestras de que vaya a autorizar a los reporteros a que accedan a la Franja. Ayer mismo, el enviado especial del diario francés Libération denunció que los soldados hebreos habían amenazado con detener y enviar a prisión a cualquiera que se acerque a los enclaves palestinos. Para los periodistas israelíes, por su parte, la prohibición es absoluta por el temor a que puedan ser raptados, técnica que ya ha sido utilizada en el pasado por grupos cercanos a Hamás.

Parece claro que ni el Ejército ni el Gobierno israelí están dispuestos a dejar que se repita la permisividad que marcó la guerra contra Hezbolá en Líbano hace dos años. El viceprimer ministro de Comercio, Eli Ishai, por ejemplo, ha justificado así la prohibición de la entrada a los medios: "No podemos permitir a la prensa internacional que sirva de oficina para las relaciones públicas de los terroristas de Hamás". "Los periodistas que insisten tanto en entrar en Gaza deberían ir mejor a ver los niños de Sderot, Ashkelon y de toda la periferia de la franja, y tener vergüenza", ha declarado también Daniel Seaman, director de la Oficina Gubernamental de Prensa y encargado de las acreditaciones para los reporteros. Precisamente Sderot, ciudad israelí más cercana a la Franja, se ha convertido en un verdadero centro de prensa internacional. Allí, los periodistas pueden comprobar cómo el lanzamiento de cohetes afecta a la vida diaria de los ciudadanos israelíes. Justo la realidad que le interesa mostrar a Israel, según Rafael Jiménez Claudín, secretario general de Reporteros Sin Fronteras en España.

Internet, frente informativo y propagandístico

Pero la batalla informativa no se libra únicamente en los medios tradicionales. También internet y las redes sociales se han convertido en terreno abonado para la propaganda, como explica Rosa Jiménez Cano en El País. Twitter, blogs, Facebook... todo se ha llenado de canales, denuncias y convocatorias contra el ataque israelí. Las redes sociales se han revelado como un espacio perfecto para la práctica propagandística y, mientras las restricciones a los periodistas continúan sobre el terreno, el Ejército de Israel ha abierto una página en YouTube (aparte de las que tiene en MySpace y en Facebook) en la que se puede ver cómo las fuerzas armadas hebreas interceptan cohetes de Hamás o matan a terroristas. Es decir, todo lo que no están dejando a los periodistas comprobar con sus propios ojos.

La situación de bloqueo ha obligado a la mayoría de medios a trabajar desde Jerusalén, donde agencias como EFE tienen establecidas sus delegaciones. También se utilizan a colaboradores y periodistas locales residentes en la Franja que cubren el conflicto para los medios extranjeros. Esta modalidad de trabajo dificulta (cuando no imposibilita) las posibilidades de contrastar los datos, según Jiménez Claudín. "No tienen fuentes fiables sobre el territorio y, si logran entrar, tienen que hacer su trabajo condicionados por los servicios de Hamás", explica.

Y es que el esperado permiso para la entrada en Gaza, aunque significaría todo un paso adelante, no parece en absoluto garantía de una información fidedigna. La utilización de la información no se aplica únicamente desde el bando israelí. Aunque remiten a hechos reales, las fotografías que llegan cada día a las redacciones de funerales y de niños muertos en los bombardeos israelíes, según denuncia Jiménez Claudín, son imágenes "prefabricadas". "Se trata de escenarios creados donde se intenta exacerbar el dolor de la gente para usarlo como propaganda", afirma. Y en Cisjordania, la información que se está dando de los bombardeos y la ocupación hebrea es "muy limitada". "Ambos bandos están utilizando la información como un arma más en su guerra, no para desinformar, sino para mostrar la realidad que les interesa".

Sin embargo, las dificultades de los periodistas en Oriente Próximo no se circunscriben a tiempos de guerra. "El periodismo que se está haciendo allí es de trincheras y está muy politizado", explica Jiménez Claudín. "La prensa independiente es inexistente". Según esta organización, los periodistas palestinos pertenecientes a medios vinculados a Al-fatah sufren el acoso, la censura y la represión en los territorios controlados por Hamás y viceversa. A ello hay que sumarle, además, el control de un Ejército israelí que "no está respetando la libertad de expresión". La clasificación mundial de libertad de prensa elaborada por esta organización sitúa a Israel en el número 44 cuando se trata de su propio país. Sin embargo, en tanto que responsable de garantizar las libertades y derechos como fuerza ocupante de los territorios palestinos, desciende al puesto 103.