¡Feliz Nocheviejuna (II)!

"Todos estamos igualados por un cerebro distinto", asegura Richard J. Haier, neurocientífico especializado en medición de la inteligencia humana, en una entrevista publicada en La Vanguardia. Cerebros distintos que, añadiría yo, cada última noche del año se ven equiparados por la televisión, al recibir la misma descarga de neuroimágenes decadentes, amorfas y destartaladas: las galas y la retransmisión de las campanadas. No hay diferencia entre cadenas, programas y presentadores. Si usted ha visto la televisión una Nochevieja, ya las ha visto todas.

(EFE)

Un año más, la Puerta del Sol fue el plano común de todas las cadenas de televisión a las 00.00 horas

Las neuronas de nuestro cerebro, sigo citando a Haier, necesitan estímulos para mantenerse vivas. Dentro de poco tendremos fármacos que frenarán la muerte de esas neuronas y mejorarán la inteligencia, pero hasta entonces debemos asumir que es responsabilidad de cada propietario mantener sus sesos activos y útiles, en perfecto estado de revista. Así las cosas, ¿tiene algún sentido ver la televisión en Nochevieja? Me temo que ninguno: acabar un año y comenzar otro de esta manera debería estar prohibido por una seguridad social que, tarde o temprano, y si Esperanza Aguirre no lo impide, cargará con los costes de nuestro deterioro cerebral.

Les cuento esto porque estaba la última noche del año cenando en casa, con la familia, charlando amigablemente de las cosas de la vida, comiendo como leones y bebiendo como camellos, tan contentos, cuando alguien decidió encender la televisión. "Para ver qué ponen", dijo alegremente. La presencia de José Mota y su patética, e imagino que exitosa a nivel de audiencia, versión caricaturesca de la película de Frank Capra '¡Qué bello es vivir!', dinamitó las conexiones neuronales de la mayoría de los comensales. Se acabó la conversación, los langostinos se pudrieron en la bandeja, el Rioja se transformó en agua y la mesa se convirtió en un congreso de boxeadores sonados. Sólo apagando la televisión pude recuperar a mi familia.

Hubiese resultado excitante, tentador y hasta afrodisiaco un especial de fin de año realizado por esos inconmensurables gañanes de Muchachada Nui. Nuestras neuronas hubieran pegado brincos de alegría ante sus surrealistas versiones de esperpentos humanos del calibre de la baronesa Thyssen o Sánchez Dragó. Pero la oferta de las cadenas se limitó a la habitual dosis de gañanes originales, reales, esos esperpentos de carne y hueso incapaces de sorprender u ofrecer nada nuevo. Carlos Sobera, Ramón García, Rafa Méndez, Paula Vázquez, Anne Igartiburu, Lolita, José Mota... La peor televisión. La más repetitiva, torpe y mediocre posible. La menos original, divertida, creativa o imaginativa que puedan concebir. La esencia de la televisión comercial para la última noche del año en que los españoles hemos visto más televisión: una media de 227 minutos por persona y día (¡3 horas y 47 minutos!), cuatro minutos más que el anterior record, en 2007.

Lo que hubiese sido la Nocheviejuna ideal junto a Muchachada, se tornó en tradicional Nochevieja, con todas las miserias de un medio de comunicación mágico destrozado por la codicia y la incompetencia. Sólo Buenafuente y Berto fueron capaces de diferenciarse del resto desde La Sexta, con unas campanadas en diferido. Un insólito detalle de actividad intelectual en una televisión arrasada y con las conexiones neuronales evidentemente desconectadas.

Un motivo para no ver la televisión.

Un último villancico. Son las suecas The Cocktail Slippers, una de las bandas de power pop más cañeras del momento, y una canción que se puede escuchar y descargar gratuitamente desde la web de su discográfica, Wickerdcool records.

'SantaŽs Coming Home'

Y para terminar, un vídeo: 'Go Get it!', uno de los primeros temas de las Cocktail Slippers.