El año del despliegue de los Mossos acaba con la tragedia de Gavà

Barcelona.-  La explosión de gas de Gavà (Barcelona), que se ha cobrado seis vidas, ha sido un triste epílogo para un año que pudo empezar con tragedia, al abortarse un atentado suicida en el metro de Barcelona, y que pasará a la historia como el que vio cómo se completó el despliegue de los Mossos d'Esquadra.

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(EFE)

La explosión de gas de Gavà (Barcelona), que se ha cobrado seis vidas, ha sido un triste epílogo para un año que pudo empezar con tragedia, al abortarse un atentado suicida en el metro de Barcelona, y que pasará a la historia como el que vio cómo se completó el despliegue de los Mossos d'Esquadra.

Eran las tres de la madrugada del pasado 3 de diciembre cuando una violenta explosión sacudió un bloque de pisos de una zona marginal de Gavà y dejó un drama humano que aumentó día a día: de los 18 heridos muy graves, seis ya han fallecido y otros presentan pronóstico incierto, al sufrir quemaduras en el 80% de su cuerpo.

Esta explosión de gas, una de las más graves ocurridas nunca en Cataluña, ha puesto un trágico epílogo a un año que pasará a la historia como el que los Mossos d'Esquadra han completado su despliegue por toda Cataluña, tras los 25 años de su restitución.

Aún con un déficit de más de mil agentes, los Mossos ya son la policía integral en todo el país, tras llegar el pasado 1 de noviembre al Camp de Tarragona y a las Tierras del Ebro.

Potenciar su papel como policía de proximidad, pulir la coordinación con los otros cuerpos policiales en la lucha antiterrorista y mejorar el combate contra el crimen organizado y la violencia machista son los principales retos que los Mossos se han fijado para el próximo año.

Paralelamente, los Mossos van incorporando nuevas medidas para evitar los malos tratos policiales y las falsas denuncias, como la instalación de cámaras de vigilancia en todas las comisarías, la obligación de que todos los agentes lleven su número de identificación a la vista o la creación de un comité de ética de la policía.

Tras superar las olas de robos silenciosos de años precedentes, y sin apenas asaltos violentos en viviendas, durante este año han predominado crímenes escabrosos como el de Ripollet (Barcelona), del pasado mes de noviembre, en el que dos menores fueron detenidos acusados de haber matado a navajazos a una compañera de instituto.

También provocó conmoción el crimen de una turista italiana en Lloret de Mar (Barcelona) -que en julio despertó un amplio seguimiento en Italia-, ya que la joven se fotografío en actitud amistosa con el camarero que supuestamente la mató horas después, cuando ella le amenazó con denunciarle por violación.

En Palafrugell (Girona), en noviembre pasado también se cometió un brutal crimen -aún sin resolver-, cuando una mujer de 41 años fue asesinada en un céntrico aparcamiento público al aire libre tras recibir más de diez puñaladas por todo el cuerpo.

El descenso de información en verano llevó a las portadas la misteriosa desaparición del gastrónomo suizo Pascal Henry, que en agosto se marchó de imprevisto del restaurante elBulli de Roses (Girona) sin pagarle la factura a Ferran Adriá. Los Mossos le buscaron sin cesar hasta que el excéntrico gastrónomo dio señales de vida, semanas después, en Ginebra.

Como cada año, una de las principales lacras sociales, la violencia machista, aparece sin descanso en las páginas de sucesos: este año en Cataluña ha habido nueve víctimas mortales -dos de ellas en las últimas semanas-, y se ha detenido a unos 6.000 supuestos agresores.

En cualquier caso, la historia de este 2008 habría sido totalmente distinta si no se hubiera desarticulado a una supuesta célula islamista que al parecer planeaba una serie de atentados suicidas en el transporte público de Barcelona durante el primer fin de semana del año.

Catorce supuestos terroristas islamistas fueron detenidos en aquella operación, que destapó una agria polémica política sobre cómo abordar el combate contra el terrorismo global.