La oración en clausura de las Agustinas de San Felices cumple 500 años

San Felices de los Gallegos (Salamanca).-  Las monjas del convento salmantino de Las Madres Agustinas de San Felices de los Gallegos celebran hoy sábado el 500 aniversario de su fundación, desde que se creara en el año 1508 por Petronila Cuadrado, vecina de la localidad de Ciudad Rodrigo.

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(EFE)

Monjas agustinas rezan en el coro del convento de San Felices de los Gallegos, en Salamanca, fundado por la monja agustina Petronila Cuadrado, que en 1508, hace ahora 500 años, se convirtió en abadesa.

La madre superiora, Lucía Bravo González, que tiene a su cargo a quince monjas, todas nacidas en pueblos del entorno, ha explicado hoy a Efe que sólo salen del convento "para ir al médico", aunque reconoce que "todo cambia" y cada vez se dan a conocer "un poco más".

Este convento, que fue levantado gracias a las limosnas de los Reyes Católicos en tiempos del Papa Julio II, tiene fama entre la población salmantina por la repostería que elaboran las quince monjas que viven en él.

"Fabricamos hojaldres, perrunillas, pasteles, tartas de almendra, repelados, bollos de Santa Rita, bizcochos y obleas, que vendemos a la gente que se acerca hasta el convento, sobre todo de los pueblos cercanos a San Felices", ha explicado Sor Lucía.

También es habitual que los turistas que se acercan en excursión a conocer la villa fortificada de San Felices de los Gallegos compren dulces a las monjas agustinas.

Además, en el oeste de Salamanca existe mucha devoción por la Sierva de Dios de estas religiosas, la Madre María de la Trinidad, natural de San Felices de los Gallegos y que fue enterrada en este convento en el año 1690.

"La vida en el convento es muy austera y nos limitamos a trabajar, a rezar y a comer, siempre al son de la campana, que marca el ritmo de lo que tenemos que hacer", según la superiora, que ha asegurado que el futuro de este convento de clausura está en las hermanas postulantes que vienen desde el extranjero.

"Deben de ser las piedras vivas que lo sostengan en el futuro", en relación a una guatemalteca y dos kenianas que, desde hace varios meses, viven en clausura con ellas.

La mayor del convento es María del Pilar Bravo González, de 97 años y que a los 26 ingresó en él, procedente de la localidad fronteriza de Fuentes de Oñoro.

"Llevo 71 años de clausura y aquí nos caracterizamos por ser muy, muy fervorosas", ha explicado Sor María del Pilar.

Cada una de las quince monjas pasa gran parte del día en su celda, de unos 8 metros cuadrados, un habitáculo muy austero dotado con una cama, una mesilla, un pequeño armario y un lavabo.

El convento tiene un fachada principal de estilo renacentista, donde se puede ver el escudo de armas de la fundadora, un claustro de dos plantas y la iglesia.

En el interior del claustro llaman la atención la sillería del coro y el patio interior, donde hay un pozo, que sirve el agua necesaria para el huerto de hortalizas que durante el año cuida Sor Rita.

"Tengo todo tipo de hortalizas, aunque, sobre todo, siembro lechugas y acelgas", explica la monja Rita Sánchez.

Entre sus riquezas patrimoniales, la iglesia de este convento conserva un órgano del siglo XVII, que hoy ha vuelto a sonar para la conmemoración del 500 aniversario de la fundación y un Niño Jesús de marfil, que fue expuesto en la edición de la exposición de Las Edades del Hombre que acogió la Catedral de Santa María de Ciudad Rodrigo en 2006, diócesis a la que pertenece San Felices de los Gallegos.

Este convento es uno de los cuatro existentes de "vida contemplativa" en la provincia de Salamanca y su capellán, Francisco de Dios, ha asegurado hoy a EFE que "muchas vocaciones de religiosos y religiosas del Oeste de Salamanca se forjaron en una escuela de niños y niñas que en el siglo XIX tuvo esta comunidad religiosa".

Los actos del quinto centenario de este convento, celebrados hoy, han culminado hoy con una eucaristía celebrada por el obispo de la Diócesis de Ciudad Rodrigo, Atilano Rodríguez, a la que han acudido autoridades civiles y religiosas salmantinas.