El Palacio de la República, uno de los vestigios de la RDA, ya es historia

Berlín.-  El Palacio de la República de Berlín, una de las últimas reliquias arquitectónicas de la Alemania comunista, ya es historia, después de que las grúas demolieran hoy el último bloque de un coloso que se había resistido con uñas y dientes.

ampliar foto

(EFE)

El arquitecto italiano Franco Stella posa en el lugar en el que se reconstruirá el Palacio de los Hohenzollern, dañado en la Segunda Guerra Mundial y volado durante la Alemania comunista, en Berlín, Alemania.

Orgullo arquitectónico del último dirigente de la RDA, Erich Honecker, quien lo mandó levantar en 1976, el coloso de acero que albergó la Cámara del Pueblo, desapareció hoy definitivamente de la estampa berlinesa, tras dos años de trabajos de progresiva demolición.

Varado durante años a orillas del río Spree, el Palacio de la República deja libre con su desaparición un amplio solar sobre el que se reconstruirá el Palacio de los Hohenzollern, dañado durante la Segunda Guerra Mundial y volado después por orden de las autoridades de la RDA.

Ahora procederán a rellenar los cimientos del palacio con 20.000 metros cúbicos de arena. Si, de acuerdo a lo previsto, finalizan estas obras en febrero, el próximo paso será crear zonas verdes por las que se podrá pasear hasta que en el 2010 arranquen las obras de reconstrucción del Palacio de los emperadores de Prusia, proyecto que la semana pasada fue adjudicado al arquitecto italiano Franco Stella.

La crónica de la demolición de la "tienda de lámparas de Erich" -bautizada popularmente así por la cantidad de luces y materiales nobles que decoraban la sede de la Cámara del Pueblo en la que había también cafés, teatros y tiendas- es una de la cicatrices que dejó la caída del Muro entre los ciudadanos de ambas Alemanias.

El Palast der Republik, o "Palacio del Pueblo", recibió el cerrojazo hace 18 años, después de la reunificación, con el argumento de que se había descubierto un alto nivel de amianto en el hormigón de su estructura.

Durante largo tiempo se debatió sobre si sanearlo o erradicarlo, hasta que el Parlamento alemán se decidió por esto último. Ello implicó un lento proceso de desmantelamiento, para no provocar grietas en los históricos monumentos cercanos.

La demolición propiamente dicha comenzó en el 2006, con la consiguiente polémica, ya que muchos consideraron que la erradicación del Palast de la extinta RDA respondía sobre todo al deseo por parte de algunos sectores políticos de borrar cualquier vestigio germano-oriental.

El emblema de la RDA, un edificio de acero y hormigón con cristaleras ahumadas que ocupó un lugar privilegiado entre la Avenida Unter den Linden, el río Spree y el barrio de San Nicolás, se convirtió en el caballo de batalla de los "ostálgicos" -nostálgicos de la Alemania del Este- durante casi dos décadas.

Según un estudio hecho público por la revista "Super Illu", el 68 por ciento de habitantes crecidos en la extinta Alemania comunista, se oponen a los planes de levantar en ese mismo solar las tres fachadas barrocas del Palacio de los Hohenzollern, que califican de despilfarro visto lo mal que están las arcas berlinesas.

Como si fuera consciente de ello, el Palacio ha prestado resistencia hasta el último momento. El derrumbe tenía que haber terminado el pasado viernes, pero una avería en la gigantesca grúa de 40 metros de altura, capaz de tumbar paredes de hormigón armado de 30 toneladas, obligó a demorar las obras.

El edificio rectangular, que abrió sus puertas en 1976, fue concebido por Heinz Graffinder, uno de los arquitectos estrella de la RDA, para albergar debates parlamentarios, así como congresos, conciertos y demás eventos.

Estaba a medio camino entre la Alexanderplatz y la Puerta de Brandeburgo y fue uno de los atractivos turísticos de la ciudad, sobre todo para aquellos que realizaban el obligado paseo en barco por el Spree.