El futuro de la vacuna del sida

Alrededor de 40 millones de personas en el mundo están infectadas por el VIH. Su esperanza de vida depende de los tratamientos actuales pero las esperanzas en el futuro están puestas en una vacuna. Tras repetidos y sonoros fracasos en lograrla, surgen las mismas preguntas: ¿Podremos conseguirla? ¿Y cuándo?

EFE

Hoy, 1 de diciembre, es el Día Mundial de la Lucha contra el Sida y un buen momento para recapacitar sobre lo que hemos conseguido. La epidemia de sida se encuentra en estos momentos estancada. Las campañas de prevención han permitido que los contagios disminuyan levemente con respecto a años anteriores y las terapias con antirretrovirales permiten que la gente que tiene acceso a estos tratamientos no muera por esta enfermedad. Como consecuencia de lo segundo, aunque haya menos infecciones, si los infectados sobreviven, la cantidad total de enfermos de sida aumenta.

Sin embargo, que la epidemia se haya quedado estancada no es motivo para bajar la guardia. Un efecto paradójico de los tratamientos actuales, que permiten una buena calidad y esperanza de vida de los infectados, es que disminuyen el temor al contagio y la actitud preventiva se relaja, como ya comentó en su día Jim Kim, jefe del departamento contra el sida de la OMS. Eso, junto con el elevado coste económico de los tratamientos y la dificultad de acceso a ellos en muchos lugares del planeta hacen que la esperanza en una futura vacuna contra el VIH siempre esté presente.

Pero la esperanza es una cosa y la realidad es otra. Desde 1988 y principios de los 90 fueron muchas personalidades (médicas y políticas) las que aseguraron varias veces que la vacuna estaría cerca. Claro que eso fue antes de que supieran con qué enemigo estaban tratando realmente. Después de 27 años tras el descubrimiento del virus del sida, lo cierto es que no hay expectativas de desarrollar una vacuna que funcione en un plazo inferior a 10 años y cierto porcentaje de la comunidad científica duda de que alguna vez consiga desarrollarse.

Durante esos 27 años han existido decenas de fracasos (más de 30) en los intentos de desarrollar una vacuna. Pero el que realmente minó más la moral entre los científicos fue el estrepitoso y reciente fracaso de la vacuna de Merck. Los 10 años que se habían empleado en su investigación, su millonaria inversión y sus muy buenos resultados previos habían puesto esta vacuna en el punto de mira como la más esperanzadora de todas las que se habían desarrollado hasta ahora. A pesar de todo, los resultados fueron demoledores: La "vacuna" no sólo no prevenía la infección sino que incluso en aquellos vacunados, la frecuencia de infección fue mayor. El ensayo clínico tuvo que suspenderse antes de tiempo por motivos éticos y la comunidad científica se replanteó seriamente el rumbo que hasta ahora habían tomado.

Las razones por las cuales aún tendremos que esperar para vislumbrar una vacuna (o que no la consigamos nunca) son muchas y complejas:

La principal y fundamental se la debemos a la naturaleza del VIH. Su elevada capacidad para mutar y "disfrazarse" lo convierten en un virus muy esquivo. De esta forma, no sólo una cepa del virus del VIH en África puede ser muy distinta a la de su compañera europea, incluso dentro de un mismo paciente pueden existir virus del VIH con diferentes disfraces.

El reto máximo al que tienen que enfrentarse aquellos que diseñan una vacuna contra el sida es encontrar rasgos comunes de los miles de diferentes disfraces que puede fabricarse el sida para mostrarles a nuestras defensas cuáles son y sepan reaccionar a tiempo para reconocer a los virus y destruirlos antes de que se asiente la infección. El problema es que aún no hemos encontrado cuales son las piezas clave de los disfraces que son comunes entre todos ellos y sean útiles para presentarlos como una vacuna.

Los ensayos clínicos para el desarrollo de vacunas son muy lentos y costosos. La prueba de una vacuna nunca comienza en humanos. Antes de que los medios de comunicación anuncien a bombo y platillo que una determinada vacuna se está probando en humanos han pasado años probándose en células, tejidos, ratones, monos y otros animales de experimentación. Se comienza probando una vacuna y se va comprobando su eficacia y seguridad en animales cada vez más cercanos al ser humano.

Cuando hemos llegado a desarrollar una vacuna que parece funcionar y ser segura en monos, podemos estar contentos pero no cantar victoria. Que una vacuna funcione en un animal no tiene por qué significar que funcionará en humanos y, de hecho, hasta ahora es lo que ha ocurrido. Por eso es prácticamente imposible que en un periodo inferior a 10 años se consiga aplicar una vacuna efectiva. Si todos los ensayos clínicos que se están realizando en la actualidad son en fases tempranas (I y II) significa que será necesaria alrededor de una década para que se completen.

Los fracasos repetidos están disminuyendo la inversión en la investigación de vacunas. Seamos claros, diseñar una vacuna contra el VIH, con unas remotas posibilidades de éxito y un gran gasto detrás, echa para atrás a muchos inversores, empresas y subvenciones. Existen muchísimas más líneas de investigación y ensayos clínicos para tratamientos crónicos porque tienen más probabilidades de éxito, el gasto de desarrollo es relativamente menor y no son necesarios tantos años para arrojar resultados como con las vacunas. De hecho, tras el fracaso de Merck, otros ensayos clínicos que iban a ser realizados terminaron siendo suspendidos. Después de tantos intentos fallidos, muchos científicos son partidarios de centrarse más en ampliar los conocimientos sobre el VIH antes de lanzarse a la aventura de la vacuna.

(EFE)

En países como Nepal, unas 72.000 personas están afectadas por el VIH, aunque el Gobierno rebaje esa cifra.

Ahora mismo, hay alrededor de 24 ensayos clínicos realizándose para comprobar la eficacia de posibles vacunas. La mayoría aparecen registradas en un tablón sobre ensayos de vacunas contra el VIH de "The pipeline project". Recientemente, hemos podido conocer que uno de los ensayos clínicos se llevará a cabo en España para comenzar a probar la seguridad de la vacuna (Comienzo de Fase I).

¿Qué posibilidades hay de qué alguna de las vacunas que se están ensayando en la actualidad sea la buena? Es una de las preguntas que muchos nos hacemos y que nos gustaría responder con seguridad. Pero una cosa está clara, las posibilidades son bajas. Los resultados positivos en animales de laboratorio no han dado, hasta ahora, resultados positivos en humanos en las vacunas anteriormente probadas. Ahora mismo, los ensayos clínicos en humanos se inician basándose en que han funcionado en animales (preferiblemente monos). Harán falta entre 5-10 años para comprobar si los intentos actuales se añadirán a la lista de fracasos o, por el contrario, alguno tendrá éxito, convirtiéndose así en un nuevo hito de la medicina. Mientras tanto, debemos centrarnos en la prevención para que la vacuna sea cada vez algo menos necesario.