Los piratas del Ibérico agudizan el ingenio ante la crisis del porcino

Ciudad Rodrigo (Salamanca).-  El fenómeno de la piratería también se ha institucionalizado en los últimos años en el sector del porcino Ibérico, donde algunos intentan bordear la ley para que sus animales coticen al máximo posible, en tiempos donde la crisis también se ha apoderado de este tipo de ganadería cuyos costes de producción se han desorbitado en los últimos meses.

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(EFE)

El fenómeno de la piratería también se ha institucionalizado en los últimos años en el sector del porcino Ibérico, donde algunos intentan bordear la ley para que sus animales coticen al máximo posible.

Así lo ha explicado a EFE el ganadero salmantino Tomás García, que tiene una granja de "selección" de porcino Ibérico en la finca de Aldeavieja del municipio charro de Boadilla.

Ha asegurado que "muchos cerdos de raza Ibérica pasan de unas fincas a otras en los maleteros de los coches para esquivar los controles sanitarios ya que la venta de estos animales con fines reproductores sólo la pueden hacer 6 explotaciones de Castilla y León".

"Es como el pirateo de la música", ha comentado el ganadero, "ya que el porcino de raza 100% Ibérica sólo lo pueden comercializar media docena de explotaciones de la región, todas de la provincia de Salamanca, que tienen unos controles sanitarios muy exhaustivos, ya que, como es lógico, estos animales tienen que estar libres de enfermedades".

Al igual que otras razas, la del porcino Ibérico está muy controlada por la administración, con el fin de evitar enfermedades generalizadas que puedan ocasionar problemas a la hora de comercializar los productos del cerdo, tanto en el mercado nacional como en el internacional

De esta manera, existen en Castilla y León unas explotaciones, denominadas "Granjas de Selección", autorizadas, después de muchos exámenes sanitarios y varios años de controles, para la venta de reproductores (machos o hembras) a otras ganaderías que lo necesiten.

Una de esas seis granjas pertenece a Tomás García, que afirma no entender la postura de "los piratas del Ibérico", ya que "se ahorran muy poco comprando animales reproductores en fincas no autorizadas y las consecuencias le pueden perjudicar sobremanera, ya que no es el primer caso en el que un ganadero compra cerdos no autorizados, que luego transmiten enfermedades al resto de la piara".

En la actualidad, los servicios veterinarios de la Junta de Castilla y León controlan que las ganaderías estén indemnes de enfermedades como la brucelosis, la vesicular, el aujeszky o las temidas pestes porcinas (la Africana o la Clásica).

"Un cerdo reproductor en una granja de selección puede valer, de media, alrededor de 300 euros y si el ganadero lo adquiere de manera clandestina en una granja no autorizada se puede ahorrar no más de 50 euros", ha explicado Tomás García.

"La venta de reproductores de hembras o machos Ibéricos se mueve más por el pirateo que por la vía legal", ha insistido García, ya que "este año habré vendido 120 cerdos reproductores y, si no existieran las prácticas clandestinas, las granjas de selección doblaríamos las ventas".

Este pirateo es muy complicado de combatir debido a que "una vez que el cerdo llega a la granja, el ganadero puede decir que ha nacido allí", ha agregado.

Otra de las formas de pirateo del sector ibérico se puede contemplar en la alimentación, ya que "algunos profesionales intentan vender cerdos cebados con pienso como si estuvieran engordados a base de bellota".

Existen unos piensos, cuya venta y adquisición es lícita, "muy ricos en ácidos oleicos", que hace años burlaban los análisis que se hacían en los laboratorios para calificar a los cerdos y a sus posteriores jamones con el marchamo de 'bellota', con el fin de aumentar el precio del animal.

Debido a esta práctica, los controles para verificar la alimentación de bellota ha ido evolucionando con el tiempo y se da la circunstancia de que ya existen controles por parte del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino donde los propios técnicos inspeccionan las dehesas "in situ" para comprobar si el animal se alimenta de bellota o de pienso.