La bronca en el PP vuelve a casa por Navidad

La ofensiva cíclica contra Rajoy promete calentar las fiestas.Valientes y cobardes, progresistas o ultraliberales, remando a favor o en contra. Cospedal y Moragas se han ajustado los guantes ante los derechazos de Aznar y Aguirre. La pelea promete ser larga, aunque lo peor es que tiene fagocitada a una oposición que cada día se revela más necesaria.

NNGG Madrid

Aguirre y Aznar a punto de lanzar la artillería pesada durante el Congreso de Nuevas Generaciones de Madrid.

"Se están aireando la pequeñas diferencias como si fueran grandes discrepancias". A José Luis Ayllón se nota que le cansa el asunto, son ocho meses ya encajando y templando los nervios para no perderlos. Sin embargo, el álter ego de Soraya Sáenz de Santamaría en el Congreso contesta convencido de que "la estrategia del partido es la correcta" y de que lo que de verdad interesa es que los ciudadanos perciban el esfuerzo por "disparar a puerta constantemente, en forma de iniciativas, que realizamos en la Cámara. Y metemos muchos goles, que es lo que nos sitúa por delante". El secretario general del Grupo Popular del Congreso cierra filas tras la contienda mediática de los últimos días. Hasta Hernández Mancha, ex presidente de Alianza Popular, ha salido en defensa de Rajoy para contrarrestar los ataques al actual líder. "Aguanta más que un buzo debajo del agua, tiene todos los medios en contra, le ponen verde y curiosamente prevalece. Al igual que Gandhi, acabará ganando", declaró en la Ser.

Los 76 comentarios, la mayoría dando cera al equipo del presidente, que acumula Jorge Moragas en su blog, evidencian la bronca interna. Son los propios militantes, votantes y hasta cargos los que vierten acusaciones sobre el peloteo, la ineptitud o la tibieza, por decirlo finamente, del bando de los hasta ahora vencedores —tal y como quedó ratificado en el Congreso de Valencia el pasado mes de junio—. "Qué quieren que les diga, me gusta hablar bien del próximo presidente del Gobierno. Les aconsejo intentarlo, no cuesta tanto. Al principio uno se siente un poco raro por practicar un ejercicio últimamente un poco huerfano", escribe Moragas en su post 'La pata negra del PP' del blog. El mal rollo no sólo se percibe en los foros. Los pasillos del Congreso, los bancos del Hemiciclo, son testigos mudos de la maledicencia. Reina mejor ambiente entre algunos diputados del PP y el PSOE, que entre compañeros de filas.

"En el PP nadie ha llamado hijo de puta a nadie —en referencia a la conversación de Bono en los pasillos del Congreso—. Es evidente que en el PSOE hay más problemas. Aparte de la inacción del Gobierno, existen peleas públicas por la compra de Repsol o por la placa de Santa Maravillas, entre otras", apunta Ayllón. Sin embargo, da la sensación de que los populares, demasiado enfrascados en no entrar al trapo ideológico con que Aznar y Aguirre les tientan, se desgastan en escenificaciones de fratricidas broncas mediáticas. No cabe duda de que Mª Dolores de Cospedal se ha convertido en la diana preferida. La secretaria general no muestra reparos en disparar. Su fatídico 'hay algunos cobardes anónimos que reman en contra" abrió la caja de los truenos. Enseguida Álvarez Cascos dio la cara por él y por sus compañeros: "Le quiere quitar el puesto a Pepiño Blanco y en vez de hablar del PSOE se dedica a criticar al PP". Era sólo un aperitivo antes de que Aznar se pronunciara en el Congreso de Nuevas Generaciones del PP de Madrid, feudo de los críticos. "Necesitamos un gran entrenador, equipo y estrategia, pero sobre todo, si salís al partido, salir a ganarlo. En política no se está ni para empatar ni para heredar, se está para ganar. Cuando hemos salido a ganar el partido lo hemos ganado, y cuando hemos salido a heredarlo, nos quedamos sin nada".

La táctica de la dirección es mantenerse imperturbable. Transmitir la idea de que en el equipo que rodea a Rajoy nadie está preocupado. Que lo único que centra sus esfuerzos es controlar al Gobierno y trabajar para sacar a España de la recesión. Que las puñaladas traperas no son distintas a las que se dan en otros grupos políticos. Sin embargo, Zapatero está comenzando a perder los papeles con cada nuevo dato y previsión que recibe, y no trasciende que la oposición ejerza su papel con suficiente firmeza ante algunas de las decisiones a la desesperada que parece estar tomando el máximo dirigente del país.