El acusado de apalear y acuchillar a su mujer asegura que tenía la idea fija de matarla

Valladolid.-  El hombre de 61 años juzgado en Valladolid por acabar con la vida de su esposa, al asestarle al menos veinte palos y una cuchillada en el corazón, ha asegurado que "tenía la idea fija de matarla" el día del suceso, ocurrido en la casa en que vivían ambos, en Pedrajas de San Esteban (Valladolid).

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(EFE)

El hombre de 61 años juzgado en Valladolid por acabar con la vida de su esposa ha asegurado que "tenía la idea fija de matarla" el día del suceso. En la foto, efectivos de la Guardia Civil y de la funeraria sacan del domicilio el cadáver de la mujer el 29 de octubre de 2007.

Así lo ha señalado el encausado, Jesús G.R., durante la vista que se desarrolla en la Audiencia Provincial de Valladolid por el procedimiento de jurado popular, por hechos ocurridos la tarde del 29 de octubre del año pasado, cuando murió la mujer del procesado, Lidia S.C., de 58 años, tras unos treinta años de matrimonio.

El procesado ha relatado que su vida de casado fue bien sólo los tres o cuatro primeros años, cuando la pareja vivía en Barcelona, y que después se fue deteriorando, de forma que en los últimos diez años prácticamente no se hablaban, no mantenían relaciones sexuales, cada uno lavaba su ropa y se hacía su comida, aunque residían en la misma casa con sus dos hijas.

Jesús G.R. ha explicado que pensaba que su esposa le era infiel, porque salía todas la noches, una situación que a él le originaba insomnio porque pensaba qué estaría haciendo su esposa y no conciliaba el sueño hasta que ella regresaba.

"Yo le decía siempre a ella: haz lo que quieras, pero que haya respeto", ha precisado el acusado al exponer cómo era su relación con la víctima, tras lo que ha recordado cómo albergó la idea de que le era infiel, al escuchar en su trabajo, en la construcción, frases como "cuanto cabrón hay suelto", además de ver que salía de noche.

"Pensaba que yo me tendría que ir de casa y ella iba a meter a otro", ha manifestado Jesús G.R., quien ha relatado cómo aquel 29 de octubre acudió por la mañana a una entidad bancaria para retirar sus ahorros con la intención de "poner tierra por medio" y marcharse.

Fue a cortarse el pelo y a apuntarse al paro, ya que días antes se había despedido de su trabajo porque se encontraba mal "psíquica y físicamente", aunque el médico no le había dado la baja laboral, le había indicado que acudiera a un psiquiatra y le había recetado unas pastillas, que el encausado no tomó porque pensó que la mezcla con el alcohol que consumía podía ser perjudicial.

El mismo día se dirigió en coche a Valladolid con la idea de coger un tren y marcharse pero, al llegar a la capital, fue cuando pensó en matar a su mujer.

El acusado tomó la decisión de acabar con la vida de su esposa y regresó a su casa de Pedrajas, donde halló a la mujer en la habitación en la que él dormía secándose el pelo.

Cogió un palo situado junto al armario del dormitorio, su esposa se volvió al verle y él comenzó a golpearla en la cabeza, mientras ella gritaba, le insultaba y recorría el pasillo, el salón y la cocina, perseguida por él, que continuaba golpeándola, ha precisado el acusado.

Una vez en la cocina, la mujer cayó al suelo, donde quedó inconsciente, y fue allí donde vio un cuchillo de cocina en la encimera y le asestó una puñalada en la zona del corazón, ha dicho el acusado, quien ha concretado que, aunque sí quería matarla, no deseaba causarla dolor -las acusaciones consideran que hubo ensañamiento-.

A continuación, fue a contar lo sucedido a una de sus hijas que, hoy, a preguntas del fiscal, ha descrito a su padre como una persona "antisocial, agresiva y dominante", igual que le ha definido la otra hija del encausado.

Las dos hijas han coincidido en que la situación de sus padres era la de "dos extraños que vivían en la misma casa", sin afecto ni cariño entre ellos, y han corroborado que ambas mantenía buena relación con su progenitora y prácticamente nula con su padre.