Doce meses, doce causas (pendientes)

No descubro nada si digo que Telecinco es una cadena modélica, sobre todo en aquellas cuestiones que tienen que ver con la solidaridad y el compromiso social. Buen ejemplo de ello es su fabulosa iniciativa "Doce meses, doce causas (pendientes)", desinteresada colaboración de la cadena televisiva con el Estado español para ayudar a resolver uno de los mayores problemas con los que se enfrenta nuestra sociedad: la reinserción de la población penitenciaria. Desde la absoluta discreción, sin grandes alharacas o despliegues mediáticos, la tele de Paolo Vasile no duda en empobrecer su cuenta de beneficios para subvencionar la compleja y costosa resocialización de penados. De penados de postín, eso sí.

(EFE)

Paolo, el solidario.

El pasado viernes en el programa de Ana Rosa Quintana leyeron una carta escrita desde prisión por el agresor del profesor Neira. "La esperadísima versión de Antonio Puerta, sólo en el programa de Ana Rosa", aullaba la autopromoción de la cadena. "Es el derecho que todo el mundo tiene a la libertad de expresión", dijo uno de los necrófagos de guardia para justificar semejante esperpento. El texto de la carta, una gilipollez, finalizaba con una frase esperanzadora: "Cuando salga, que me queda poco más de un mes, contaré todo lo que tengo que decir, que es mucho". Le faltó decir: "id preparando la pasta, que si no lo cuento en Antena 3".

Tranquilo, Antonio Puerta: en Telecinco te esperan con los brazos abiertos. A ti y a otros muchos de tu calaña. El próximo viernes, en horario de máxima audiencia y también en exclusiva, será Julián Muñoz quién charle con Ana Rosa, el ojito derecho de Vasile. Por las molestias y desplazamientos, y para ayudarle a que rehaga su vida, los jefes de la recauchutada escritora le soltarán un talón de entre 60.000 y 80.000 euros. ¿Qué menos? Cachuli ha demostrado que está arrepentido, no hay más que verle, y que merece una segunda oportunidad. Y en un alarde de generosidad, Vasile se la ofrece, pese a que la caja de Telecinco sufre de manera despiadada los efectos de la desaceleración publicitaria: los beneficios de la cadena apenas alcanzan los 228,38 millones de euros.

Forrarse desde la solidaridad. Una rentable política empresarial que Telecinco practica con fraternal naturalidad: el próximo viernes día 14 será María Teresa Campos, el ojito izquierdo de Vasile, quien, una vez recuperada de su operación en las cuerdas vocales, entreviste en un nuevo especial nocturno a Luis Roldán, otro ilustre delincuente víctima del estricto sistema jurídico español.

Roldán, para las promos de Telecinco "un hombre caído en desgracia", no ha devuelto ni uno sólo de los 1.500 millones de pesetas trincados entre fondos reservados y comisiones de obra. El novio de la Pantoja no sólo ha hecho desaparecer todo lo robado, sino que aún tiene pendientes 60 causas judiciales por concesión de licencias de obra ilegales durante sus años de alcalde y de concejal en los años de gobierno del fallecido Jesús Gil.

Ser un chorizo en España es más rentable que ser accionista del Banco de Santander. Y no haber devuelto la pasta chorizada una vez detenido, condición indispensable para beneficiarse de "Doce meses, doce causas (pendientes)", la nueva y sofisticada versión de la iniciativa solidaria que Vasile ha reinventado para impulsar la audiencia de su cadena.

Formula 1.

Seguimos en Telecinco, cadena con un corazón de oro. Tras cinco años retransmitiendo la fórmula 1, ayer domingo emitieron su última e inolvidable carrera: Hamilton ganó en la última curva al tiempo que Telecinco perdía los derechos en favor de La Sexta, que se encargará de contarnos a partir de la próxima temporada las aventuras de Alonso y sus colegas. Tras un largo especial previo al Gran Premio de Brasil, Lobato se despidió con una carrera apasionante, y unas elegantes y emocionantes imágenes, en blanco y negro y con música de Johnny Cash. "A partir de ahora, la formula 1 nunca será igual", decían los anuncios previos de la cadena. Ya veremos...

Un motivo para no ver la televisión

Obra selecta.

Autor: Edmund Wilson.

Editorial: Lumen.

Edmund Wilson fue un interesante escritor nacido en New Jersey que con el tiempo se convirtió, sin decepciones o traumas, en un gran crítico literario. Posiblemente el mejor del siglo XX. Tan importante como para influir en la obra de algunos de los genios de su generación, tan apasionado como para contribuir a que los libros de Ernest Hemingway, John Dos Passos, William Faulkner, F. Scott Fitzgerald se convirtieran en textos populares (¿éxitos?). La misión de Wilson fue, según el escritor y académico Louis Menand, "despojar a la cultura estadounidense de su provincianismo".

La selección de textos realizada por Debate, en casi mil páginas, es abrumadora. Wilson mantiene correspondencia con escritores de primera fila, con quienes comenta novedades literarias y circunstancias personales. "La mezcla de nacionalidades que hay aquí, sobre la tumba del fascismo, es admirable, intentaré hacer algo con ello, tal vez en forma de ficción para The New Yorker", escribe a Nabokov.

Pero quizá sea en las críticas cuando demuestra su enorme talento, su descomunal capacidad para ejercer de guía literario. Culto, trabajador y muy exigente consigo mismo, Wilson luchó para no ser un insoportable erudito. Y lo logró, puesto que resulta tan pedagógico como enriquecedor. Un buen ejemplo son los casos de Joyce y Proust, a quienes descubrió para el gran público.

Escribe Aurelio Najor en el prólogo: "Wilson es quizá uno de los miembros más distinguidos de lo que la taxonomía literaria denomina `intelectuales de Nueva YorkŽ, el conjunto de escritores progresistas (`radicales`), provenientes de las clases medias instruidas, y que abarca al menos dos o tres generaciones (baste citar, a guisa de ejemplo, a los críticos Alfred Kazin o Irving Howe y a las escritoras Mary McCarthy o Susan Sontang) y con importantes tribunas en los medios, protagonistas de la madurez de una promoción literaria estadounidense que coincide y sigue también a la llamada `perdidaŽ de los años veinte".