Argentina conmemora los 25 años de la democracia en medio de claroscuros

Buenos Aires.-  La democracia cumple este jueves en Argentina 25 años de claroscuros, desde el "todos juntos" proclamado por Raúl Alfonsín a poco de ganar las elecciones tras siete años y medio de dictadura militar al "que se vayan todos" los políticos coreado por el pueblo durante la crisis de 2001.

ampliar foto

(EFE)

Cristina Fernández de Kirchner ganó las últimas elecciones en Argentina y se convirtió en la primera mujer en llegar a la presidencia del país.

"Hemos ganado, pero no hemos derrotado a nadie...todos juntos hemos recuperado nuestros derechos", declaró Alfonsín, líder de la Unión Cívica Radical (UCR), la noche del 30 de octubre de 1983.

En la jornada electoral de ese día Alfonsín obtuvo un 51,7 por ciento de los votos frente al 40 por ciento que obtuvo Ítalo Luder, del Partido Justicialista (peronista).

Unos 14 millones de argentinos acudieron a las urnas cuando se empezaban a conocer los crímenes de la dictadura, con una inflación del 433 por ciento anual y una deuda pública exterior de 45.000 millones de dólares, seis veces más que la existente cuando los militares tomaron el poder, en marzo de 1976.

Alfonsín, que entonces tenía 56 años y había defendido a presos políticos y trabajado para renovar a la UCR, volvió a instar a "la unión nacional, la convivencia democrática, la justicia social, la solidaridad y la ayuda fraterna", los ejes de su campaña.

Las crónicas de la época destacan que cientos de miles de argentinos festejaron en las calles su victoria en un fervor que se contagió a Montevideo, donde una multitudinaria marcha popular reclamó el regreso de la democracia a Uruguay.

Los analistas coincidieron en que la histórica derrota del peronismo reflejaba un tajante rechazo a la violencia de décadas pasadas y la esperanza en que la democracia sería la panacea para los grandes males del país.

Carlos Menem, elegido gobernador de La Rioja, su provincia natal, fue el único dirigente peronista que apoyó de inmediato a Alfonsín, a quien sucedió en 1989 en un cambio de gobierno precipitado por una grave crisis económica y un estallido social.

El peronismo se enzarzó en disputas internas mientras algunos de sus dirigentes acusaban a Alfonsín de haberse "apropiado del discurso" del partido fundado por Juan Domingo Perón en 1946.

En la memoria colectiva de los argentinos predomina el recuerdo del juicio y condena a los jerarcas de la dictadura (1985), la rebelión militar de la Semana Santa de 1987, la primera de las cuatro que sufrió esta democracia y forzaron las "leyes del perdón" de Alfonsín que beneficiaron represores, y los indultos que concedió después Menem a represores condenados y ex guerrilleros.

También se recuerdan las privatizaciones de empresas públicas y el dispendio que supuso la convertibilidad con paridad de "uno a uno" entre el peso y el dólar que impulsó Menem, entre otras reformas neoliberales aplicadas en sus diez años consecutivos de mandato (1989-1999) merced a la reforma constitucional de 1994.

Permanece el resquemor por el "corralito financiero" que a fines de 2001 aplicó Domingo Cavallo como ministro de Economía en las postrimerías del Gobierno de Fernando de la Rúa, después de haber sido el artífice de las reformas de Menem, sobre quien hoy pesan varias causas judiciales por corrupción.

Con un discurso moderado y contra la corrupción, el radical Fernando De la Rúa heredó un déficit público de 10.000 millones de dólares y una pesada deuda exterior al suceder a Menem a fines de 1999 como líder de una alianza de su partido con el Frente País Solidario, de centroizquierda.

En octubre de 2000, De la Rúa se vio debilitado por la renuncia de su vicepresidente, Carlos Álvarez, en medio de denuncias sobre el pago de sobornos en el Senado para aprobar una reforma laboral resistida por los sindicatos.

Domingo Cavallo, artífice del seguro de cambio por el que la dictadura traspasó al Estado unos 15.000 millones de dólares de deudas privadas, volvió ser nombrado ministro de Economía a comienzos de 2001, en un intento del Gobierno por calmar a los mercados.

Además de implantar una política de "déficit cero" y conseguir un millonario "blindaje financiero" de organismos multilaterales, realizó un oneroso canje de bonos públicos por 30.000 millones de dólares.

Convertido en "súper ministro", Cavallo renunció el 19 de diciembre de 2001, un día antes que De la Rúa, tras trabar la retirada de fondos bancarios para frenar una salida masiva de capitales y en medio de disturbios y saqueos que causaron una treintena de muertos.

Con tres años de recesión a cuestas, Argentina tuvo cinco presidentes en medio de una crisis institucional durante la cual declaró el cese de pagos de deudas por 102.000 millones de dólares, el mayor de la historia, hasta que el 1 de enero de 2002 el Parlamento consagró jefe del Estado al senador peronista Eduardo Duhalde.

Duhalde (2002-2003) profundizó el "corralito financiero" para mayor irritación de las capas medias, que estrenaron el lema "que se vayan todos" los políticos que siguió latente durante el Gobierno del también peronista Néstor Kirchner (2003-2007).