El nuevo tándem Müntefering-Steinmeier busca alentar al SPD al éxito

Berlín.-  El nuevo tándem formado por Franz Müntefering y Frank-Walter Steinmeier buscó hoy, con éxito moderado, presentarse como la fuerza capaz de sacar a la socialdemocracia de su eterna crisis y la única en condiciones de devolver confianza a una ciudadanía traumatizada por la crisis financiera internacional.

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(EFE)

El ex ministro de Trabajo de Alemania y nuevo presidente del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), Franz Müntefering (d), saluda al ministro de Asuntos Exteriores y candidato a la Cancillería en 2009, Frank-Walter Steinmeier, durante el congreso extraordinario que la formación celebró en Berlín, Alemania, hoy sábado 18 de octubre.

En el congreso extraordinario celebrado en Berlín para elegir al presidente de la formación y al candidato a la Cancillería en las elecciones del año que viene, el nuevo líder del SPD Müntefering recibió el respaldo del 85 por ciento, mientras que Steinmeier obtuvo el apoyo del 95,1 por ciento.

Las intervenciones fueron muy distintas en cuanto a oratoria, pero el mensaje era el mismo: acabemos con las divisiones internas si queremos salir adelante.

Steinmeier habló una hora y media, casi el doble que Müntefering, táctica prevista en el guión del congreso para subrayar su papel predominante en el partido durante el año que dista hasta las elecciones.

Los cinco minutos de aplauso que coronaron su discurso de más de hora y media fueron, sin embargo, más la respuesta a un deseo de las bases de sentir superado el trauma de la impopularidad que a un calor honesto.

Para ello los aplausos durante el discurso en sí fueron demasiado contendidos.

Müntefering logró arrancar con su humor seco risas, pero la aclamación final fue más tímida que la de Steinmeier y más moderado aún el respaldo en su elección como líder del partido.

Con tan sólo un 85 por ciento de los votos, Müntefering, quien en su primera elección en 2004, recibió el 95 por ciento, recibió un claro varapalo de las bases.

Los delegados al parecer no quisieron exculparlo de la dimisión de su antecesor Kurt Beck en septiembre pasado.

Entre los medios de comunicación corrió entonces la sospecha de que la dimisión de Beck, quien justificó su retirada por falta de apoyo y traiciones internas, estuvo forzada por el propio Müntefering.

Hoy, en cambio, y en ausencia de Beck, aseguró que si bien "hemos tenido nuestras diferencias en el pasado, ambos estamos dispuestos a cooperar abiertamente".

Ante este telón de fondo, el mensaje principal del congreso era, además de la elección en sí, lanzar un nuevo mensaje de cohesión a las bases.

"Si queremos ganar las elecciones debemos ser un partido unido. No somos un holding, no quiero ser el presidente del consejo de vigilancia de un holding, y aunque esté muy bien que haya variedad de personalidades y opiniones en nuestras filas, no debemos olvidar que sólo la unión hace la fuerza", dijo Müntefering.

El candidato a la Cancillería no se molestó en entrar en las trifulcas y simplemente dio por terminada toda crisis, la actual y la que lleva acuciando al partido desde que el entonces canciller Gerhard Schröder aprobara, con la ayuda de Steinmeier y la de Müntefering, el doloroso programa de reformas.

"Muchos nos habían dado por acabados pero estamos de vuelta", dijo Steinmeier al abrir su intervención.

Ambos evitaron hablar explícitamente de las citadas reformas y en ningún momento mentaron la Agenda 2010, como se conoció el paquete de reformas, sino que procuraron dar a sus respectivos discursos un acento más social que reformista.

Sin embargo, ninguno de los dos se apartó del todo de su línea reformista y tanto Steinmeier como Müntefering subrayaron que la reducción del desempleo que vive Alemania es obra de las medidas puestas en marcha en su día.

Ambos abordaron también la crisis financiera internacional y mientras Müntefering subrayó que en el mundo no son los títulos del Bolsa los que dan seguridad, sino las personas entre sí, Steinmeier pidió una "segunda fase de la globalización" con más acento político que económico.

"Tras la globalización de los mercados necesitamos ahora una de la política. El G8 ha estado bien pero ya no es suficiente; necesitamos nuevos poderes en Asia, en Oriente, desde Brasil a México, y Europa debe asumir una mayor responsabilidad e imponer sus ideas sociales", manifestó.

Al final, el ambiente de por sí poco arrollador estuvo a punto de quebrantarse cuando un nutrido de delegados no estuvo muy lejos de imponerse ante la presidencia al presentar una moción que pedía tumbar el proyecto de privatización de los ferrocarriles alemanes.