Un autobús diseñado por los pasajeros

Los vecinos de la ciudad de Boulder (Colorado, EEUU) pueden presumir de tener un sistema de autobuses hecho por completo a su medida: los vehículos, los trayectos e incluso las frecuencias han sido diseñados según lo que el pasajero pedía.

Siete líneas especiales de bus forman la 'Community Transit Network (CTN)' de esta ciudad, sede de la Universidad de Colorado: Jump, Bound, Skip, Hop (ahora también Hop2), Stampede, Dash y Bolt. Todos estos nombres hacen relación a un movimiento como correr, saltar, brincar o precipitarse, verbos que sirven para identificar cada una de las líneas y su infraestructura: desde los propios vehículos hasta las paradas e incluso los planos.

El Ayuntamiento de esta ciudad inmersa en las Montañas Rocosas se planteó en los años 80 buscar una alternativa de calidad que pudiera competir con el coche. Con el objetivo de disminuir la congestión del tráfico y mejorar la calidad del aire, en 1989 se creó el 'Transportation Master Plan' de la mano de 'Go Boulder' y 'Regional Transportation District' (RTD). Este plan se encargó de planificar los diferentes modos de transporte sostenible de la ciudad, y entre ellos se incluía la creación de un innovador sistema de autobuses de alta frecuencia que se adaptara a las necesidades de los residentes y a la vez resultara atractivo. En este aspecto, se les ocurrió que lo mejor era preguntar a los futuros usuarios de este transporte, de modo que toda la planificación de estas siete líneas especiales de bus contó con la participación de los residentes, empleados y visitantes de esta ciudad cercana a Denver. El plan aún continúa con este espíritu y a día de hoy se sigue teniendo en cuenta a los que cogen diariamente el bus: si se plantea algún cambio en la ruta de una de las líneas, los residentes afectados reciben un correo electrónico para notificarlo.

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Para mejorar la movilidad de esta ciudad, el plan también ha trabajado en la integración de los autobuses con otras formas sostenibles de moverse como son la bicicleta y el caminar. Muchos de los usuarios de estos autobuses son ciclistas y por ello, todos los vehículos llevan en su parte delantera un portabicletas y un maletero lateral donde llevar las bicis.

Además, el diseño de estos autobuses es sin duda de lo más original. El exterior llama la atención por sus llamativos colores y dibujos (lunas, soles, vacas, cajas de pizza o incluso fórmulas matemáticas); y en el interior, la disposición de los asientos es diferente a lo que estamos acostumbrados a ver en un autobús: están colocados de forma que los pasajeros se sientan unos en frente de otros para fomentar la conversación. También hay música para quienes no les apetezca hablar. El conductor se presenta a los pasajeros a través de un vistoso cartel que expone su nombre. Todo con el objetivo de crear un ambiente más amigable que anime al ciudadano a optar por este transporte público y dejar aparcado su coche. Cada vehículo cuenta también con acceso para sillas de ruedas.

Otro de los servicios que hacen que este transporte sea cómodo es la creación del Eco Pass: una tarjeta de tránsito anual que permite a los residentes montar en todo el sistema de autobuses de RTD con importantes descuentos y de la que ya disfrutan 65.000 habitantes de la ciudad (de los 100.000 que registra). Esta iniciativa mejora, sin duda, el atractivo de este transporte público: el aumento de usuarios de 1990 a 2002 fue de un 500%.

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