Positivos de final de temporada

El pasado Tour de Francia aportó al aficionado del ciclismo, entre otras cosas, el conocimiento de una nueva sustancia dopante. Se llama CERA y es una Epo de tercera generación: los mismos efectos de las dos precedentes –aumento de nivel de hematocrito en la sangre- pero con la ventaja de necesitar únicamente una inyección para lograr efectos durante tres meses. Todo un avance si tenemos en cuenta que las precedentes encarnaciones de Epo requerían una posología de pinchazo diario durante meses.

Riccó, el primero en dar positivo de CERA.

El aficionado al ciclismo conoció la existencia de la CERA, pero el ciclista ya lo sabía desde hace tiempo. Aunque la denominación comercial de Mircera (de los poderosos laboratorios suizos de Roche) salió al mercado el 29 de abril de este año, ya el día de la Operación Puerto –dos años antes- salió publicado por primera vez en una publicación no científica el famoso medicamento. Que después no apareciese en el sumario oficial de la mayor redada antidopaje jamás realizada, al igual que los nombres de muchos deportistas implicados, es otro misterio que rodea a todo el asunto, para descrédito internacional de nuestras autoridades.

Por tanto, la CERA circulaba en el pelotón desde hacía, por lo menos, dos temporadas. Y nadie se esperaba que fuese a ser detectada. El italiano Riccò, primero en dar positivo por la sustancia, se inyectó dos días antes del Tour. Su médico le dijo que notaría los efectos en una semana. Y de que manera: ganó dos etapas antes de ser cazado. A pesar de la evidencia, aún tuvo fanfarronería suficiente para afirmar que, de los ocho controles pasados, sólo había dado positivo en dos, y que "los controles eran mejorables".

Dicho y hecho. La Agencia antidopaje francesa ultimó un nuevo método el pasado septiembre y pasó a analizar de nuevo 30 muestras de sangre consideradas sospechosas. En la última semana Riccò ha elevado su numero de positivos a cuatro. Piepoli, su compañero de equipo que fue despedido sin dar positivo, le acompaña en el elenco de tramposos. Y como todo viene junto en el ciclismo, a pesar del lugar común de afirma ante cualquier positivo "es un caso aislado", tanto Schumacher -ganador de las dos contrarrelojes- como Kohl –tercero en el Tour y mejor escalador- han protagonizado sendos positivos para su equipo, el Gerolsteiner.

Riccò ya ha sido sancionado con dos años de suspensión. Volverá en agosto de 2010, con 27 años. Piepoli tiene 37 años y negó en su momento ante las autoridades italianas haberse dopado. Está pendiente su nuevo testimonio y si cree conveniente corregir su primera testificación, a raíz de los nuevos análisis. Sea como fuere, es el fin de una carrera deportiva inusualmente longeva. Schumacher tiene 27 frescos años y había firmado un contrato millonario con un nuevo equipo. Kohl, un año más joven, también había firmado un jugoso contrato con otro equipo. Sus respectivas sanciones nunca serán inferiores a dos años.

En contra de lo que se pueda pensar, los controles del Tour acaban aquí. No así los de los JJ.OO, que según hemos sabido ahora no tenían capacidad técnica para detectar CERA. En su momento, que es tan remoto como hace dos meses, dijeron justo lo contrario. Show must go on. Para no quedarse atrás y muy en evidencia, el Comité Olímpico ha decidido volver a analizar las casi mil muestras de sangre que se conservan de la cita de Pekín. Buscando a los tramposos a los que sus médicos dijeron que podían doparlos sin ser detectados, a cambio de una suculenta minuta en dinero negro.

Precisamente por ese tipo de relación médico-paciente (¿cliente?) Frank Schleck, sexto en el pasado Tour, carrera en la que fue líder, ha sido apartado del intocable CSC. Hace dos semanas se publicó que había realizado un pago en marzo de 2007 a la cuenta secreta de Eufemiano Fuentes –el principal implicado de la Operación Puerto- en Suiza. 7000 euros, que el corredor luxemburgués no ha podido negar por ser una operación nominal, pero que curiosamente ha intentado matizar diciendo que nunca conoció al famoso médico español y que no había realizado el pago por nada en concreto. Vamos, como el que hace un donativo anónimo a una ONG. Habrá que ponerse a la cola, vista la generosidad del mayor de los Schleck.