MADRID.- Las inundaciones son la principal causa de mortalidad por desastre natural en España. Así lo asegura la ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa, y así lo certifican los datos: un 31,5% de las muertes acaecidas en alguno de los 133 episodios de desastre registrados en nuestro país entre 1950 y 2005, se debieron a inundaciones, según los cálculos de la Unidad de Investigación en Emergencias y Desastres (UIED), del Departamento de Medicina de la Universidad de Oviedo. Desde que comenzó el otoño, el balance asciende a tres muertos, decenas de heridos y cuantiosas pérdidas económicas. Y no sólo en ciudades costeras: el centro peninsular se ha sumado al desastre.
El agua tampoco respeta al 'deporte rey'.
¿Es posible reducir estas cifras? ¿El cambio climático es el único responsable de estos desastres naturales, o el urbanismo desaforado tiene algo que ver? ¿Cómo se pueden preparar nuestras ciudades para evitar nuevas riadas?
"Realmente hay pocas ciudades que estén preparadas para recibir más de 200 litros de agua en apenas dos o tres horas", afirma Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico de la Universidad de Alicante. No obstante, reconoce que, en España, las infraestructuras de recogida de agua de lluvia no están preparadas. "En muchas ciudades españolas no existen redes de evacuación de aguas pluviales, de manera que cuando se producen estas trombas de agua, el alcantarillado normal no puede asumir estos volúmenes tan concentrados en el tiempo", explica este experto.
Si sólo tenemos en cuenta este factor, sería fácil deducir que cualquier urbe del mundo quedaría inundada en el momento en que registrase lluvias copiosas, pero no es el caso. Entonces, ¿qué factores 'ayudan' a maginificar el desastre?
Según el director del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo, Millán Millán Muñoz, uno de los mayores expertos de España en cambio climático, son varias las causas del aumento de las inundaciones en nuestro país. Por un lado, "el cambio registrado en las precipitaciones, que ahora son más intensas en la costa" —de ahí los problemas que tienen los litorales levantino y andaluz—; por otro, el cambio de uso del suelo —si está urbanizado absorbe menos agua que si es agrícola o forestal—, así como la edificación en zonas inundables; y en este último punto coinciden todos los expertos.
Millán Muñoz nos explica que, a principios de los ochenta, la Comisión Europea ya había detectado una reducción de tormentas de verano en las montañas que rodean la cuenca mediterránea. A partir de los estudios que realizó para este organismo, llegó a la conclusión de que el cambio de uso del suelo en las costas estaba íntimamente ligado con la pérdida de tormentas en el interior y con una transferencia de ese vapor de agua que debería haberse precipitado en la cuenca a otras zonas europeas, como Europa central, que se inundaban en verano.
Los túneles son peligrosos en una riada.
La explicación es sencilla. Al cambiar el uso de los suelos (de rústicos a urbanos o urbanizables) y edificar sobre terrenos agrícolas y zonas verdes, desaparece parte de la humedad que se recoge del suelo, y, sin ella, la tormenta no llega a formarse, porque la humedad del mar no es suficiente para provocarla. Por tanto, todo ese vapor de agua que no se precipita, se acumula en la atmósfera, produciendo gas de efecto invernadero —"el vapor de agua que se acumula sobre el Mediterráneo produce 47 veces más efecto invernadero que el CO2", explica Millán Muñoz—.
Así, el Mediterráneo se calienta cada vez más —en los últimos años ha pasado de 27º a rondar los 40º, según este experto— y, como no llueve sobre las montañas, el aporte de los ríos al mar, que regula la salinidad, se reduce, lo que da como resultado un mar mucho más salado. Y el exceso de salinidad es uno de los factores que altera las precipitaciones, no sólo en el litoral mediterráneo, sino también en la costa atlántica de España, Portugal, Francia y las Islas Británicas. Porque, como explica Millán Muñoz, los sistemas están conectados e interactúan entre ellos.
Las corrientes de agua muy caliente del Mediterráneo se intercambian con las frías del Atlántico, pero ese agua no se dispersa, sino que forma una corriente que sube por la costa lusa, hasta Galicia, Francia e incluso Reino Unido. De hecho, según Millán Muñoz, este factor es el principal responsable de que el chapapote del Prestige no se congelara y se esparciera por las costas; así como de que en la costa gallega llueva menos, o de que en Reino Unido se produzcan lluvias torrenciales e inundaciones.
Si a todo ello añadimos el "urbanismo desaforado" llevado a cabo en los últimos años en nuestro país, "sin preocuparnos en exceso del medio donde tenían lugar dichas construcciones", como puntualiza Olcina, da como resultado la actual situación de riesgo.
Teniendo en cuenta estas pautas, hemos preguntado a los especialistas qué zonas de España son las más proclives a inundarse. Su respuesta es clara: Según Olcina, "el litoral mediterráneo en su conjunto es una de las principales zonas de riesgo de Europa. Así como Canarias, principalmente las islas de Tenerife y Gran Canaria; y el País Vasco, debido a la concentración de cauces fluviales y a la intensa ocupación del territorio existente allí". Y es que, según este catedrático, "el urbanismo mal diseñado", es decir, aquel no ha tenido en cuenta el comportamiento del medio natural, "crea problemas e incrementa los riesgos" de desastre.
En este sentido, la Agencia Andaluza del Agua considera que Andalucía es una de las regiones europeas "con más probabilidad de sufrir inundaciones", porque tiene precipitaciones muy intensas, con crecidas rápidas y violentas; está desprotegida forestalmente (la mitad del territorio se encuentra afectado por la erosión); y, sobre todo, cuenta con elevadas concentraciones demográficas en torno a los cauces de los ríos. Así, este organismo localizaba hace un año casi 1.100 puntos de riesgo de inundaciones en tramos urbanos, que afectaban a unos 400 municipios, la mayoría de ellos en la zona suroriental (Granada, Almería y Málaga acumulan el 66% de estos puntos negros).
Mejor no coger el coche...
Ecologistas en Acción, por su parte, cree que a esta lista podrían añadirse algunos zonas de la Comunidad de Madrid. En su opinión, existen unas 1.500 viviendas ilegales construidas sobre cauces naturales que, en situación de lluvias torrenciales, podrían generar peligro para las personas. Es lo que ha ocurrido en Coslada, donde las riadas de las últimas semanas obedecen "a un desarrollo urbanístico que no ha tenido en cuenta los cauces naturales, como es el caso de la Cañada Real, una vaguada natural por donde debería discurrir el agua", explica esta organización.
Desde hace un año, la Ley del Suelo obliga a incluir cartografía de riesgos naturales en las nuevas zonas a urbanizar; y la Ley de Costas prohíbe construir a menos de 100 metros del litoral. Los expertos consideran que estas medidas ayudarán a reducir el riesgo. No obstante, el problema es que ya hay mucho edificado en sitios de elevado riesgo. Por eso, Olcina considera que, en estos casos, "las administraciones deben realizar importantes obras de infraestructura para evitar que se inunden estos espacios". Además, propone que se analice bien el medio físico donde se van a diseñar nuevos proyectos urbanos, y recomienda consultar "a especialistas que conocen la problemática de los riesgos naturales, como geólogos, geógrafos, o ingenieros geólogos, porque pueden dar pautas para evitar ocupaciones indebidas del territorio en zonas de riesgo".
El Gobierno valenciano, por su parte, ha puesto en marcha una campaña de prevención donde recomienda a los ayuntamientos que mantengan limpias las cuencas de los ríos, evitando la acumulación de cañas o sedimentos que puedan hacer de tapón a las corrientes de agua. Además, considera apropiado señalar las zonas susceptibles de inundarse y tener preparados planes de evacuación por si son necesarios.
Y es que el agua es un elemento natural indómito, que no respeta nada ni a nadie que se cruza en su camino cuando corre desbocada por su cauce. Y si su cauce ha sido ocupado, ya sea por la acumulación de suciedad o porque se ha construido encima, se corre el peligro de ser arrastrado por la corriente. Es más, si la malla urbana construida sobre el lecho del río es muy tupida, puede obligar a la riada a desviarse hacia zonas no inundables, como ocurrió el año pasado en Granada, donde los ríos Verde y Seco se desbordaron por las lluvias y, viendo su salida natural al mar taponada por edificaciones, el agua 'viajó' por donde pudo hasta llegar a las puertas mismas del casco histórico de la ciudad. Algo que podría pasar en muchas ciudades españolas si no se ponen los medios para impedirlo.
Puedes enterarte de cómo se produce la 'gota fría' en esta página (es muy ilustrativa):
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