Karaokes

"A veces me veo en la tele y no me soporto", asegura Ángel Llácer, presentador de '¡No te olvides de la canción!' (La Sexta), versión ibérica del formato de la Fox '¡Don't forget the lyrics!'. Por primera vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con este histriónico hombrecillo. A mí me sucede lo mismo: veo a Ángel Llácer en la tele y no le soporto. Por blando, por chillón, por insustancial, por vanidoso, por hortera. Por calzarse esos trajecillos estrechos y arrugados. Por colaborar en la destrucción de canciones hermosas.

El que fuera director de la academia de OT ahora es presentador de programa de karaoke en La Sexta

La televisión española del siglo XXI entiende la música como un karaoke. Ya saben: diversión surrealista para japoneses bebidos, circo sonoro para despedidas de solter@. 'Operación triunfo' es, recuerden, un karaoke sin las letras de las canciones camuflado de concurso cazatalentos. '¡No te olvides de la canción!' es otro esperpento, sin ritmo y sin interés, para cantantes sin futuro.

Cantantes. La pareja Andrés Montes y Julio Salinas, la mayor desgracia que nos ha podido pasar a los amantes del fútbol. La noche del sábado este dúo pimpinela del comentario futbolístico ensombreció el Barsa-Atlético, ya de por sí siniestro, con su habitual sistema de tortura: el karaoke narrativo. Esa forma de retransmitir el fútbol que convierte cada partido en un esperpento. Por la repetición de chistes y coletillas, por las risas esquizoides, por la ausencia de criterio, de conocimientos, de talento. Durante unos minutos dejaron de funcionar sus micrófonos, y el resultado fue un maravilloso sonido ambiente. Lamentablemente arreglaron el problema. Nunca el botón 'mute' fue tan necesario como con Montes-Salinas.

Cantamañanas. Los invitados a 'La noria'. Regresó 'Violenta' Santander, novia del agresor de Jesús Neira, a la que se ha convertido en su casa: Telecinco. Y lo hizo después de confesar en el programa de Ana Rosa que la productora de la propia presentadora-escritora le ofreció 72.000 euros por una entrevista. Su caché. Jordi González confirmó que existe una relación contractual entre Telecinco y la individua en cuestión. La cadena de Vasile intenta recuperar de esta elegante manera, sin pudor, sin vergüenza, a golpe de talón, el miserable liderato de audiencia.

PD: la semana pasada comentaba la mala impresión que me producía, como lector, que un diario como 'Público' dedicase los tres temas de su página de comunicación a autopromoción. Ayer domingo esa página tenía dos asuntos centrales: un nuevo programa de La Sexta y el suplemento de ofertas de empleo que ellos mismos lanzan los lunes. El Mundo estaba en la misma línea, con la primera de sus dos páginas de comunicación dedicada a Veo El Mundo, nuevo programa de Veo TV (la cadena TDT de Unidad Editorial). Y la segunda, al curso de tecnología de, adivínenlo, ¡el diario El Mundo! El País no se quedaba atrás: en su única página de comunicación, un reportaje sobre la serie 'Generation Kill', que emite… ¡Canal +! Y de propina, la portada del suplemento dominical dedicada a las series de televisión, con el director de Canal + recomendando 24 series ('Guía para no perderse'): siete de ellas se emiten en Cuatro y otras ocho en Canal +.

¿El resto de los periódicos es igual de independiente que sus páginas de comunicación?

Un motivo para no ver la televisión

Postales de invierno.
Ann Beattie.
Editorial Libros del Asteroide.

Ann Beattie escribe como quien dispara una ametralladora. Con frases cortas, con ideas cotidianas, con pesimista vitalidad. A contrapelo. Con una sencillez que desarma al lector, hipnotizado por la luminosidad de los diálogos y el enloquecedor ritmo de la narración. Una novela de culto, no sabría decir si alegre o triste, seguro que entrañable.

'Postales de invierno' se editó en 1976 y se convirtió en una de las novelas más influyentes de los setenta. Hemos tenido que esperar tres décadas para que se traduzca al castellano, para poder viajar de la mano de Beattie a los Estados Unidos de la era post hippy. Cuando las flores se marchitaron y sirvieron de abono al desencanto. Días grises reflejados a la perfección en un texto que juega con la amistad, los problemas familiares, el desarraigo, la insatisfacción, la música, el amor y el desamor…

Los protagonistas no han cumplido 30 años, pero ya saben lo que es perder. O creen saberlo. Ese desconcierto juvenil, ese desencanto vital, hace que el libro se convierta en un fascinante análisis generacional. Y en un interesante recorrido por la música de los setenta: desde los Beatles a Billie Holliday pasando por Bob Dylan, Elvis Presley, Janis Joplin o los Rolling Stones...

Aquí puedes leer el prólogo de Rodrígo Fresán.