Fernando Alonso se ha impuesto en el GP de Singapur, una carrera marcada por el Safety Car y las sanciones. El asturiano ha compartido el podio con Nico Rosberg y el hombre más beneficiado del fin de semana, Lewis Hamilton, que ha dado un paso de gigante en la carrera por el título mundial. El inglés ha aumentado de uno a ocho puntos la diferencia en la clasificación provisional respecto a Felipe Massa, que ha protagonizado una carrera plagada de errores. Para completar el desastre Ferrari, Kimi Räikkönen suma ya cuatro pruebas consecutivas sin puntuar.
Fernando Alonso necesitaba un milagro, y las estrellas se han puesto de su parte. El piloto de Renault, que partía desde la 15ª posición de parrilla después de sufrir una avería en la bomba de la gasolina durante los ensayos oficiales, no aspiraba siquiera a puntuar, pero un accidente de su compañero de equipo le ha devuelto a la batalla por el triunfo. Pero volvamos al principio…
El GP de Singapur ha empezado según lo planeado. Massa primero, Hamilton segundo y Räikkönen tercero; los tres ases en su sitio. Detrás, Rosberg y Alonso jugaban la baza de las gomas extrablandas para adelantar alguna posición tras el semáforo y luego esperar circunstancias mejores. El alemán arriesgó sin éxito; Alonso consiguió auparse hasta el 12º lugar. Tres coches menos. A partir de ahí, el calvario de Valencia en versión nocturna: en Singapur también es imposible adelantar…
Por delante, Massa ponía tierra de por medio respecto a Hamilton y Räikkönen; en medio del pelotón, Jarno Trulli, que iba a una sola parada, frenaba al grupo integrado por Nico Rosberg y Fernando Alonso a un promedio de tres segundos por vuelta. Al final, tanto el asturiano como Nico consiguieron superar al de Toyota, pero sin tiempo material para abrir un hueco que les cubriera posición después tras la primera parada. Alonso se detuvo en el 12º paso por meta, cargó 9 segundos de combustible y cambió las ruedas extrablandas por el compuesto duro, más regular en el duro circuito asiático. No había una opción mejor: sólo quedaba esperar un Safety Car.
Los líderes demoraban cuanto podían su primer paso por el carril de boxes cuando, en un instante, sobrevino el accidente que cambiaría el curso del GP de Singapur: Nelsinho Piquet perdía la zaga de su R28 a la salida de la segunda chicane y se estrellaba contra las barreras. En Renault se mezclaban sonrisas y lágrimas: lloros, por el dispendio en carbono; risas, porque Fernando Alonso era el único que había parado hasta el momento…
El reagrupamiento llevó varias vueltas, lo que obligó a Rosberg y Kubica a encender las dos bombas de carburante y practicar conducción de taxista (las normas actuales obligan a los pilotos a mantenerse en pista hasta que todos los coches estén reagrupados tras el coche de seguridad). Hasta la última gota contaba. Pero no fue suficiente, y ambos se detuvieron a sabiendas de la posterior sanción federativa. Cuando, al fin, el Mercedes de Bernd Mäylander atrapó al líder provisional, Nico Rosberg, se abrió la veda de los repostajes. Y segundo desastre: el semáforo de salida del box de Ferrari falló en la parada de Massa, que salió a toda prisa de su box con la manguera puesta. El incidente se saldó, milagrosamente, sin daño alguno, pero el tiempo invertido por los mecánicos en desatascar la boquilla le envió de la cabeza a la cola del GP. Mientras tanto, Hamilton repostaba sin mayor incidente.
El director de carrera relanzó al pelotón en el vigésimo paso por meta, con una clasificación que mandaba Rosberg, seguido de Fisichella, Kubica y Alonso. Sin embargo, a esas alturas todos sabían que el líder real era Fernando; ahora faltaba comprobar si su ritmo de carrera iba a ser suficiente para plasmar sobre el papel esa posición virtual. Sorprendentemente, la FIA tardó muchísimo tiempo en exponer la lista de sanciones, lo que regaló unos minutos de oro a Nico Rosberg, que se alejaba de la concurrencia a un ritmo endiablado. Robert Kubica, en cambio, esperaba el veredicto encajado detrás del Force India de Fisichella. El tercero en discordia, Felipe Massa, hacía lo propio desde una «confortable» última posición de carrera…
Entre el 24º y 25º giro, decisión salomónica de la federación: drive through a Massa por insegura liberación del vehículo en el pit lane y stop & go de diez segundos (una sanción aparcada por el reglamento desde los años noventa) para Nico Rosberg y Robert Kubica. El veredicto de la FIA siembra algunas dudas: primera, ¿por qué se impone la penalización más suave a un piloto que ha puesto en peligro a un pit lane lleno de mecánicos trabajando?; segunda, ¿por qué se tardó tanto en juzgar el caso de Rosberg y Kubica a sabiendas de que se estaba alterando la clasificación real del GP? No habría justificaciones pues, como sabemos todos los que hemos trabajado alguna vez en algún evento organizado por el ente automovilístico mundial: «La FIA no habla».
Objetivo cumplido: victoria; con ayuda celestial, pero rematada como los grandes. Ahora sí, ya podemos respirar. Alonso ha vuelto, y esta vez de verdad.
De vuelta a la carrera, Fernando Alonso heredó el mando de un GP de F-1 casi un año después de su última vez (Brasil 2007). Pero había algo mejor que eso: el español disipaba las dudas de los escépticos y confirmaba su candidatura al triunfo vuelta tras vuelta, pues se mantenía como el piloto más rápido en pista. 1’47''6, 1’46''0… hasta ¡¡1’45''8!! El tercer giro más rápido de la prueba, sólo superado por Massa y Räikkönen.
El milagro se acercaba, sólo faltaba esperar… Alonso sorteó su segundo pit stop sin problemas, regresando en la primera plaza seguido de Rosberg y Hamilton. Pero, esta vez, nadie quería guerra. Rosberg tenía que parar, y el inglés, en vistas de la «brillante» actuación de Massa (rodaba en la cola y regalando a los espectadores una larga lista de salidas de pista marca de la casa), encendió la calculadora y se mantuvo a la expectativa. Por si acaso, Fernando volvió a los tiempos competitivos incluso con los tanques llenos…
La cuenta atrás seguía en marcha, pero a diez vueltas del final el mundo se detuvo en el equipo Renault. Felipe Massa despistó a Adrian Sutil con un trompo y el de Force India se fue recto contra las barreras. Safety car, otra vez.... En esta ocasión no había repostajes pendientes ni pilotos con necesidad de ahorrar gasolina. El GP de Singapur se decidiría a la americana, con carrera relanzada y ocho vueltas para el final.
Alonso demostró que su etapa en Renault no ha mermado su habilidad en la materia, y endosó 1,4 segundos ante el semáforo verde. El de Renault, que rodaba confiadísimo, estiró el margen 2,3 segundos más en el primer paso por meta, y otros 2,4 en el siguiente. Se construía así el colchón de seguridad respecto a Rosberg y Hamilton, que apenas se atacaban en la batalla por el podio.
Y cinco vueltas después, Fernando vio la luz al final del túnel. Habían pasado 12 meses exactos desde su último triunfo (GP de Italia de 2007), y poco menos de dos años desde que celebrara su última victoria junto a Briatore (GP de Japón de 2006). Objetivo cumplido: victoria; con ayuda celestial, pero rematada como los grandes. Ahora sí, ya podemos respirar. Alonso ha vuelto, y esta vez de verdad.
La Fórmula 1 descansa ahora hasta el próximo 10 de octubre, fecha escogida para la celebración del GP de Japón.
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