MADRID.- Indagando la mirada entrañable de Víctor Díaz Cardiel, nadie diría que un día estuvo encerrado en el módulo 6 de la cárcel de Carabanchel, destinado a los presos "más peligrosos". Militante del Partido Comunista desde su juventud, fue detenido por la policía franquista en 1965 y enviado a prisión por sus ideas políticas. Allí compartió su espacio con miembros de ETA, "los más radicales", recuerda, "querían dinamitar la cárcel". También en este lugar conoció al destacado sindicalista Marcelino Camacho y al activista anti franquista José Luis López de la Calle que, paradojas de la vida, fue asesinado años más tarde por ETA. Tampoco nadie diría que pasó ocho años de su vida entre las paredes que hoy señala mientras cuenta a sus acompañantes cómo los reos "fichaban" antes de ponerse a trabajar en la construcción de la prisión para presos políticos (aunque también fueron a parar allí homosexuales e insumisos), que comenzó después de la guerra civil española, y que nunca llegó a concluirse.
Victor Díaz Cardiel explica cómo se vivieron aquellos años en Carabanchel.
Sus palabras bien podrían ser las "batallitas del abuelo" si no hubiera presenciado hechos históricos, como el día en que se llevaron a varios de sus compañeros para ser ejecutados junto a Salvador Puig Antich, un anarquista acusado del asesinato del subinspector de la Brigada Político Social, Francisco Anguas Barragán, en 1974.
La historia de Víctor es la historia terrible de cientos de personas que fueron encarceladas por sus ideas políticas durante los cuarenta años de dictadura de Franco. Por eso no es el único que hoy se opone a que derriben el edificio que un día fue su cárcel para construir viviendas. Pero sin duda, la voz que más ha sonado desde que se conoció el plan urbanístico de la zona es la de los vecinos de los barrios Carabanchel y Aluche, que ven reflejada en ese edificio la historia de la identidad de un barrio. "De toda la vida se ha dicho cuidado que te llevan a Carabanchel. ¡Por algo será!", recuerda Julián Rebollo, representante de la asociación de vecinos de Aluche y promotor de la iniciativa 'Salvemos una parte de la cárcel de Carabanchel'.
En realidad, las aspiraciones de algunas asociaciones como la que preside Rebollo van encaminadas a incluir la conservación de una parte de la cárcel del barrio en la revisión de la memoria histórica. "El sufrimiento de esta gente no se puede destruir", protesta el vecino de Aluche, que reclama un proceso de reparación similar a los que ha habido en otros países como en Alemania, donde "aún se conserva el muro de Berlín".
En Carabanchel, el dolor de la guerra y el silencio posterior han dejado algunos episodios por destapar. Se sabe que hubo fusilamientos. Ahora las investigaciones van por otros derroteros. "Creemos que aquí hay gente enterrada", asegura Rebollo. Díaz Cardiel asiente y cita al célebre humorista ya fallecido, Miguel Gila, quien también pasó una temporada entre esos muros. "En sus memorias, Gila se pregunta donde está la gente que se quedaba en el camino", explica.
La suerte está echada. Las máquinas que demolerán lo poco que queda de la prisión franquista ya están contratadas, pero en el barrio están dispuestos a llegar a acciones más radicales. "Lo hemos decidido en asamblea. Nos pondremos delante si hace falta", advierte el representante de los vecinos.
Para ellos, el futuro de estas instalaciones pasa por la creación de un 'Centro de la paz y la memoria', y sobre todo "que se construya equipamiento para el barrio", unas peticiones que se pusieron sobre la mesa hace ya quince años. "Llevamos 15 años luchando para convertirlo en equipamiento, pero también para crear un centro para lograr que quede algo de la cárcel como memoria de la paz", explica Rebollo. Para él, derribar la cárcel por completo "sería un crimen y una vergüenza para el Gobierno que se dice socialista".
Tras años luchando para reavivar los recuerdos, Víctor Díaz Cardiel ha llegado a la conclusión de que "tanto historiadores como intelectuales, no están con la memoria histórica".
De ahí que todos se hayan puesto manos a la obra para quemar los últimos cartuchos. Además de reunirse con el defensor del pueblo, Enrique Múgica, Izquierda Unida se ha ofrecido para llevar esta iniciativa al Parlamento con una proposición no de ley, que aspira a modificar el proyecto final del terreno de la cárcel, perteneciente al ministerio del Interior. Según el coordinador general de esta formación política, Gaspar Llamazares, "la cárcel es un símbolo de la lucha contra la dictadura y de la lucha por la memoria democrática". Según él, "salvar una parte de la cárcel es compatible con hacer otros usos como el hospitalario que reclaman los vecinos".
Al mismo tiempo que se cocina esta propuesta política, los vecinos están intentando luchar contra la desmemoria contando lo que pasó dentro de los gruesos muros de la prisión de Carabanchel. Por eso, la asociación está organizando visitas guiadas a la cárcel acompañadas con un historiador. La próxima cita será el domingo a las 12:00. "Estamos desbordados", confiesa uno de los organizadores de la visita, que calcula que el domingo se acercarán hasta allí 200 personas, "si la policía lo permite". "Es irónico, -se queja un vecino- no cuidan la cárcel durante 15 años y un día entramos con unos vecinos y nos mandan a los antidisturbios".
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