Jornada de descanso en día de carrera

Zamora.-  Está claro que Alberto Contador y el Astana habían dejado este fin de semana en Asturias la Vuelta vista para sentencia; también es consideración general que los otros hombres importantes de la carrera, Alejandro Valverde y Carlos Sastre, bastante habían hecho hasta entonces y que ya no quieren muchos líos; pero no parecía que fueran a ser secundados por el resto del pelotón.

Es más, daba la impresión de que finalizada la pelea en la primera línea, por detrás había muchas ganas de guerra. Así lo dejaban entrever los David García Dapena, Juanma Garate, David Arroyo, Xabier Zandio y compañía buscando y encontrado escapadas cada día.

Pero se ha metido de lleno la carrera en Castilla y León y lo que parecía una invitación a la búsqueda de la gloria por quienes no están llamados a ella, con el temprano y exigente alto del Acebo de trampolín, la cosa se ha parado.

Sí se han ido aventureros por delante (el español Jesús Rosendo y el colombiano Walter Fernando Pedraza), pero han aguantado más por las pocas ganas de caza -si había alguna- que porque su intento tuviese fe.

Su continuo rodar unos minutos por delante del pelotón y la presencia en cabeza del gran grupo de los equipos de los esprinters (Quick Step, Milram y Silence Lotto) engañaban. No había ánimos de gresca ni de unos ni de otros. Todos querían una jornada de descanso en un día de carrera. Y, de paso, le cobraban a la organización el respiro que les debía del maratoniano traslado de Toledo a Andorra.

Así, se tiraron otra hora para subir los escasos 15 kms. del Acebo, y otra hora para su bajada, cercana a los 30, y decidieron seguir con ese ritmo. Después hicieron 31,5, 33 y 34 kms. en las tres horas siguientes y lo que era una etapa ni corta ni larga se convirtió en eterna.

No se animaron ni llegando a la meta y el hartazgo y el cabreo de toda la caravana de la Vuelta, con excepción de los que estaban en la llamada 'serpiente multicolor', se iba haciendo cada vez más patente.