"La bici es el gran indicador de que la movilidad y la ciudad funcionan"

Después de abanderar el área ambiental de la Candidatura Olímpica de "Madrid 2012", Antonio Lucio dirige ahora la Fundación Movilidad, una institución también impulsada por el Ayuntamiento de Alberto Ruiz-Gallardón. Sus reflexiones sorprenderán seguro a más de uno.

Fundación Movilidad

Antonio Lucio en un paso peatonal (con bicicleta)

—¿Qué harías para mejorar la movilidad en las ciudades?

—Pondría plataformas de acceso a la ciudad reservadas al autobús. Haría que se construyesen carriles bus en todos los accesos radiales y luego aparcamientos disuasorios eficaces para que la gente que venga más allá del área metropolitana dejase el coche y se subiera al autobús. El mayor problema es toda la gente que viene en coche privado desde la periferia de la ciudad.

—¿Qué se está haciendo mal en las urbes españolas?

—La planificación debería estar determinada por el transporte público, de manera que se evitara crear puntos de atracción donde luego sólo se puede acceder en coche. Las grandes superficies comerciales o los grandes centros de ocio generan mucha movilidad y no tienen opción real de transporte público. Eso ya sabemos lo que está generando: una utilización del vehículo privado muy conflictiva.

—¿Cuál debe ser el papel de la bici?

—Es muy importante para la evolución hacia una movilidad mucho más eficaz y realista. Es un elemento provocador de soluciones mucho más racionales. Cuando se plantea introducir la bici en una zona de la ciudad, esto obliga a dar una serie de pasos que acaban generando una solución global de la movilidad más inteligente. Pero, además, la bici es el gran indicador de que el sistema de movilidad y la ciudad en definitiva funcionan: Las ciudades donde se ven bicicletas son las que han realizado un esfuerzo por sanear su viario y sus espacios públicos.

—¿Cómo crees que se está introduciendo la bicicleta en el país?

—En España hay handicaps de partida. Con el aumento del nivel económico, en la sociedad española se ha generado una relación con el automóvil un poco patológica propia de nuevos ricos. Se supone que pasado un cierto tiempo de bienestar, la sociedad evolucionaría hacia pautas postmaterialistas donde se desmitificara el coche. Desgraciadamente, esta evolución no está sucediendo. Esto hace que la población que entiende el papel de la bicicleta sea demasiado pequeña respecto a otros países y va a ser necesario un gran trabajo de sensibilización. Porque los pocos ciclistas que se atreven se encuentran con conductores o peatones que no son comprensivos con la bicicleta. Por otro lado, en tiempo muy reciente, la bicicleta se ha convertido paradójicamente en un fetiche político. Los dirigentes políticos tienen mucho interés en tomar enseguida medidas a favor de la bicicleta y el riesgo es tomarlas de forma precipitada, sin que estén bien pensadas, pues pueden acabar siendo poco eficaces y entorpecer la aceptación general de la bicicleta más allá de las minorías vanguardistas.

—¿Qué opina del uso de tasas o peajes para regular el uso del vehículo privado?

—Son un instrumento muy valioso que hay que tener en cuenta siempre por su doble dividendo. Por un lado, todas estas tasas generan ingresos por un hecho imponible, como son las externalidades ambientales del vehículo privado. Pero luego está el dividendo social en términos de disuasión, que es más importante que el anterior. Con todo, hay que manejar muy bien estos instrumentos para evitar que el hecho de la recaudación despiste del segundo dividendo. Además hay que tener mucho en cuenta la posibilidad de vincular los ingresos de la recaudación a fines y objetivos que estén en coherencia con la razón del impuesto. El hecho de que Londres destine todos sus ingresos 'Congestion Charge' a transporte público refuerza mucho la media y tiene sentido.

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